Vasili Ivanchuk
La nueva estrella del ajedrez
Linares, dos de la madrugada en un bar. Entra el sovi¨¦tico Vasili Mijaillevich Ivanchuk, vencedor invicto del torneo de ajedrez m¨¢s importante de la historia, y es afectuosamente feliciltado por quienes fueron sus rivales hasta pocas horas antes. Ning¨²n jugador es tan apreciado por sus colegas como este ucranio de 21 a?os, nervioso, despistado y reci¨¦n casado, cuyo talento es comparable al de los grandes campeones. Pero no se comporta como ellos, es la personificaci¨®n de la inocencia.Los ni?os sintonizan con ¨¦l mucho mejor que con el campe¨®n del mundo, su compatriota Gari Kasp¨¢rov. Mientras ¨¦ste atiende a dos o tres a rega?adientes y luego aparta a los dem¨¢s con malos modos, Ivanchuk es capaz de firmar aut¨®grafos durante 20 minutos despu¨¦s de una partida de seis horas. Parece que este genio simp¨¢tico apenas ha cambiado desde: que sus padres le ense?aron a mover las piezas en Copichinsi, pueblo cercano a Term¨®polis, cuando ten¨ªa seis a?os.
Al preguntarle a qui¨¦n dedica. su victoria, que abre una nueva etapa cuestionando la supremac¨ªa de Kasp¨¢rov y del subcampe¨®n, Anatoli K¨¢rpov, la nueva estrella de] tablero hace gestos de gran ternura, poco frecuentes en los jugadores de ajedrez. "A mi mujer", responde, "Alisa Galli¨¢mova. Tiene 19 a?os, es la novena ajedrecista del mundo y somos muy felices".
La ternura desaparece en la sala de juego. Va tan concentrado que se tropieza con cualquier objeto existente en su trayectoria. Cuando le toca mover apenas mira al tablero. Dirige la vista hacia el p¨²blico, mientras se hurga suavemente la nariz, y analiza las variantes como si tuviera un monitor en el cerebro donde proyecta la situaci¨®n de las piezas que ha grabado con los ojos. De pronto, se gira hacia la posici¨®n normal y hace la jugada, ante el asombro de los espectadores.
"Me acostumbr¨¦ a actuar as¨ª desde peque?o", explica, "para que mis ojos no se cansen demasiado. Estoy casi todo el d¨ªa delante de un tablero porque el ajedrez es mi vida; quiero ser campe¨®n del mundo, aunque sin prisas, y ese objetivo me llena por completo. De todas formas, soy de los casos m¨¢s extremos. Me gusta ir al cine y al teatro, leer y pasear".
K¨¢rpov, ¨ªdolo de su infancia, dijo de ¨¦l: "Ser¨¢ campe¨®n si sus nervios se lo permiten". Ivanchuk ha aliviado ese grave problema al taponar su vida sentimental, la ¨²nica faceta que no pod¨ªa relacionar con el ajedrez, uni¨¦ndose a unajugadora. Ahora se le ve mucho m¨¢s calmado que hace dos a?os, en Bruselas. Ivanchuk paseaba por la sala, muy nervioso, mientras su adversario pensaba en un silencio sepulcral. Al en¨¦simo paso por la mesa del ¨¢rbitro, ya no pudo resistir la tentaci¨®n; cogi¨® un palito y golpe¨® con vigor el gong que se utiliza para indicar el comienzo de las partidas.
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