Conducir, o¨ªr y callar
Los ch¨®feres de los ministros cesantes sufren en sus sueldos la crisis de Gobierno

El que fuera ch¨®fer de Jorge Sempr¨²n est¨¢ como unas pascuas. Jordi Sol¨¦ Tura, sucesor del escritor de la melena blanca en Cultura, ha decidido continuar con este auriga oficial. Sin embargo, los dem¨¢s conductores asignados a los ministros cesantes est¨¢n que trinan. Los nuevos han preferido prescindir de sus servicios en favor de ch¨®feres de su confianza. Los conductores del Parque M¨®vil Ministerial (PMM) son los otros sufridores de la crisis de Gobierno. La diferencia entre transportar a un ministro o volver al parque se traduce en una reducci¨®n salarial de 80.000 pesetas.
El afortunado ch¨®fer asignado al ministro de Cultura, que, como todos los conductores entrevistados, prefiere no facilitar su nombre, ostenta el r¨¦cord de permanencia en su puesto. LLeva 25 a?os al volante del coche oficial del ministro -desde los aparatosos Dodge del periodo franquista a los potentes Audi 200 de hoy mismo- por encima del car¨¢cter y la ideolog¨ªa pol¨ªtica del titular de la cartera.
No consta si este conductor se adorna con una de las virtudes m¨¢s apreciadas por los ministros: la sordomudez al volante. Conducir y callar es la misi¨®n fundamental de estos profesionales, acostumbrados a escuchar conversaciones de Estado en el asiento de atr¨¢s.
Otros han tenido menos suerte. El que fuera ch¨®fer oficial del ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra durante los ¨²ltimos ocho a?os de su mandato, ha vuelto a su destino en el Parque M¨®vil despu¨¦s de dos meses de incertidumbre.
Serra, flamante sucesor de Guerra, ha preferido poner al volante del Mercedes vicepresidencial a los mismos conductores que guiaron su Audi en su dilatado mandato al frente del Ministerio de Defensa. En su pr¨®xima n¨®mina, el ch¨®fer que ve¨ªa el serio semblante de Guerra en el retrovisor, ver¨¢ desaparecer el llamado "complemento de productividad", que sub¨ªa hasta las 175.000 un sueldo base de menos de 100.000 pesetas.
Amarrar la continuidad
La dependencia de este complemento es tal que muchos de los conductores de ministros, seg¨²n reconocen sus representantes sindicales, tratan de amarrar su continuidad con el ministro saliente antes de que abandone definitivamente el cargo. "A ver si le habla usted de m¨ª al nuevo ministro, que me he metido en un piso", suele ser el argumento esgrimido ante el cesante por el ch¨®fer que quiere continuar.
Otras veces, la estrategia para seguir al volante del alto cargo toma un cariz m¨¢s ejecutivo. "No ser¨ªa la primera vez que, nombrado un nuevo ministro, aparecen dos ch¨®feres a recogerle en su domicilio en su primera salida p¨²blica: el conductor del ministro saliente y el ch¨®fer que el nuevo titular ten¨ªa en su anterior destino. Hay que asegurarse los garbanzos, el plazo del coche, el piso o el v¨ªdeo", dice Juan Guti¨¦rrez Bueno, representante de CCOO en el Parque M¨®vil.
A pesar del chasco y el recorte dr¨¢stico en el salario, hay otros conductores que se toman "el cese" con m¨¢s filosof¨ªa. Al menos eso dicen los representantes sindicales de UGT en el Parque M¨®vil. "Cuando un ministro reclama a un determinado ch¨®fer, ¨¦ste sabe que va a un destino muy goloso por el sueldo, pero que es temporal y, en cierto modo, va a compartir la suerte que corra su jefe", dice Emilio Fern¨¢ndez, secretario general de UGT en el PMM.
"Toda esta picaresca y la dosis de servilismo que hay que administrarle al alto cargo para que no decida relevarte se solucionar¨ªa si en vez de la categor¨ªa de subalternos que tenemos nos reconocieran la profesionalidad y nos dieran un sueldo digno tanto si transportamos a un ministro como si estamos en incidencias", dice ?ngel Luis Mu?oz, representante de la CSIF en el Parque.
Lisonjas precrisis aparte, la relaci¨®n entre conductor y pasajero suele ser "correcta, sin llegar a la confianza de la cordialidad", con alguna que otra excepci¨®n. Es opini¨®n un¨¢nime que al ex ministro de Justicia Enrique M¨²gica nadie va a echarle de menos.
El grado de uso y abuso de estos veh¨ªculos de representaci¨®n guarda una relaci¨®n inversamente proporcional al cargo del pasajero. "Mientras que los ministros no suelen caer en un exceso en la utilizaci¨®n del veh¨ªculo, no son pocos los directores generales que autorizan el uso del coche asignado a su departamento para llevar y traer a sus domicilios a sus secretarias, llevar a los ni?os al colegio o irse un fin de semana a cazar", coinciden los empleados, con la discrepancia de los afiliados a UGT. "Eso son cosas del pasado", replican.
De la diversidad de las costumbres de movilidad en veh¨ªculo oficial de directores generales y asimilados da cuenta el hecho, confirmado por varios de los conductores asignados a estos cargos, de que los cuentakil¨®metros de los Renault 21 destinados a estos pasajeros indiquen un abanico dispar de distancias recorridas en el mismo periodo de tiempo. "En los cerca de cinco anos que hace que estrenaron estos coches, hay algunos que han quemado ya 80.000 kil¨®metros, mientras que otros podr¨ªan venderse perfectamente como excelentes veh¨ªculos de ocasi¨®n", dice uno de los ch¨®feres oficiales.
Partidas de mus
Los motivos de los desplazamientos son variopintos. Alg¨²n asimilado a secretario de Estado -consejeros del Poder Judicial, magistrados del Tribunal de Cuentas o Constitucional, etc¨¦tera- es conocido entre los conductores del Parque M¨®vil por su inveterada costumbre de acudir todos los d¨ªas del a?o "aunque caigan chuzos de punta" a disputar interminables partidas de mus "desde las cuatro de la tarde a las diez de la noche", mientras el respectivo ch¨®fer oficial envida continuos ¨®rdagos a la grande para verle salir, llevarle a su domicilio, dejar el Ford Scorpio en el aparcamiento del Parque M¨®vil y dar por concluida su jornada laboral.
El presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, y el confirmado ministro del Interior, Jos¨¦ Luis Corcuera, son los ¨²nicos miembros del Gabinete que no utilizan los servicios de los ch¨®feres del Parque M¨®vil. Los conductores de los dos Mercedes a disposici¨®n del presidente y de los otros dos veh¨ªculos asignados a Corcuera son polic¨ªas.
Pasados ya los sustos de los cambios de ministros, todav¨ªa queda una pl¨¦yade de conductores oficiales pendientes de un hilo. Son los ch¨®feres de los secretarlos y subsecretarios de Estado que, sin llegar a la cuant¨ªa de los aurigas de los ministros, tambi¨¦n perciben un complemento que sit¨²a sus sueldos en torno a las 150.000 pesetas. Alguien m¨¢s que los segundos de los ministros salientes tiene estos d¨ªas el alma en vilo.
A Barajas, diez minutos
A los ministros y altos cargos no les ponen multas de tr¨¢fico. Al menos cuando viajan en coche oficial. Y no precisamente porque sus conductores no hagan m¨¦ritos para recibir las temidas notificaciones de infracci¨®n del l¨ªmite de velocidad.No son pocos los sorprendidos en flagrante por el centelleo de una c¨¢mara fotogr¨¢fica conectada a un radar apostado en el arc¨¦n, pero todo queda en el susto. "Las jefaturas provinciales de Tr¨¢fico rompen la multa en cuanto comprueban que la matr¨ªcula reflejada en la foto de la infraci¨®n esconde la identificaci¨®n de un coche oficial", dicen los ch¨®feres, acostumbrados a rodar r¨¢pido tanto en ciudad como en carretera.
"Cuando se monta el usuario de turno en Majadahonda y te dice: tenemos que estar en el aeropuerto en 10 minutos, ya est¨¢ todo dicho", afirma un conductor, que cifra en una media de 130 kil¨®metros por hora la velocidad a que circulan los coches oficiales en autov¨ªa, donde el l¨ªmite est¨¢ fijado en 100 kil¨®metros por hora.
Sin embargo, su trabajo tiene m¨¢s pausas que prisas. "Son horas y horas esperando a que el usuario acabe su intervenci¨®n en el Parlamento, la reuni¨®n de alto nivel, o la cena oficial. Todo para que luego, como ocurre muchas veces, el esperado se olvide de ti y se vaya con alg¨²n compa?ero o amigo mientras te consumes pregunt¨¢ndote si se lo habr¨¢ tragado la tierra", se lamentan. Y todo sin quitar ojo al cochazo. No ser¨ªa el primer radiocasete ministerial birlado mientras el ch¨®fer estiraba las piernas.
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