Pilar
La radio y la televisi¨®n oficiales han dado la noticia de la muerte de Pilar Primo de Rivera remiti¨¦ndose a una interpretaci¨®n incompleta e incluso manipulada de su biograf?a. Para las generaciones que no sufrieron la aplastante influencia en sus vidas de nuestra Elenita Ceausescu particular, semejante reacci¨®n es una estafa informativa. Para quienes la padecimos, es sencillamente una infamia.Lo que durante la dictadura en Chile signific¨® Luc¨ªa IrIarte de Pinochet, aqu¨ª, en el largo viaje a ninguna parte del franquismo, se encarn¨® en dos mujeres. De un lado, lo suntuario, representado por la rapi?a de Carmen Polo de Franco y sus collares. De otro, lo pr¨¢ctico-popular, mediante el adiestramiento de las mujeres de este pa¨ªs, la amputaci¨®n de su condici¨®n de personas, la reducci¨®n a una feminidad emparedada entre el uso de pololos para hacer gimnasia y la implacable Formaci¨®n del Esp¨ªritu Nacional, seg¨²n los c¨¢nones de Falange Espa?ola. Esto ¨²ltimo estuvo a cargo de Pilar Primo de Rivera. Fascismo puro.
La Secci¨®n Femenina fue para nosotras lo que las Damas del Voluntariado de Pinochet para las chilenas. Puede que a las se?oritas ricas y de derechas les saliera bien, pero sobre las pobres aquellas guardianas carcelarias reinaron mediante la coacci¨®n, la presi¨®n y la denuncia. No hubo justicia social, sino sometimiento al poder. Caridad a cambio de obediencia; documentos que eran nuestros por derecho, como el pasaporte, a cambio de bordados, himnos y consignas.
No conozco a ninguna mujer de mi tiempo que haya sido mejor gracias a la extinta. Nos hicimos a pesar suyo, y no result¨® f¨¢cil.
Desde las esferas oficiales se ha jugado a la conciliaci¨®n y al olvido. Ser¨¢ porque los de ahora tambi¨¦n tienen un pasado que borrar. Un pasado que alguien pudo, alguna vez, creer de izquierdas.
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