Un disparo en el coraz¨®n
Trece a?os despu¨¦s se ignora qui¨¦n y por qu¨¦ mat¨® al periodista Paulino Mart¨ªn
El periodista Paulino Mart¨ªn Garc¨ªa, de 65 a?os, sali¨® de su casa de la avenida del Mediterr¨¢neo. Entr¨® en un banco y cambi¨® 2.000 pesetas en billetes de 100. Se dirigi¨® a comprar el peri¨®dico en un quiosco de la plaza del Conde de Casal. Cuando cruzaba un paso de peatones son¨® un tiro seco y Mart¨ªn cay¨® al suelo, acribillado por decenas de perdigones. Un Seat 1430 arranc¨® a toda velocidad ocupado por el autor del disparo y otro compinche. Ocurri¨® el 11 de agosto de 1977. Pese a que han pasado 13 a?os, nadie sabe qui¨¦n ni por qu¨¦ mat¨® al periodista.
Mart¨ªn Garc¨ªa, natural de Salamanca, hab¨ªa trabajado hasta su jubilaci¨®n como redactor del diario deportivo Marca, del que fue fundador. En el momento de su muerte era director t¨¦cnico de la Federaci¨®n Espa?ola de Patinaje. Aquel 11 de agosto baj¨® de su piso del n¨²mero 52 de la avenida del Mediterr¨¢neo sin sospechar que jam¨¢s regresar¨ªa a ¨¦l.Caminaba tan confiadamente que ni siquiera escuch¨® al individuo que le grit¨®: "Esto es por el dinero", y que a continuaci¨®n apret¨® el gatillo de una escopeta con cartuchos del 7. El asesino dispar¨® a menos de dos metros de la v¨ªctima que sinti¨® c¨®mo un tromba de perdigones le desgarraba el pecho y le atravesaba el coraz¨®n, seg¨²n certificar¨ªa despu¨¦s el forense Luis Mar¨ªa Mu?oz Tuero.
Un empleado de un concesionario de autom¨®viles, el hijo de una periodista del diario Pueblo, un polic¨ªa municipal, el camarero de un bar y la dependienta de una panader¨ªa fueron en mayor o menor grado testigos del crimen, por lo que prestaron declaraci¨®n en el grupo quinto de la Primera Brigada de Investigaci¨®n, encargado del caso.
Un hombre 'invisible'
La mayor¨ªa de los testigos coincidieron en que los homicidas huyeron en un Seat 1430, matr¨ªcula M-7977-AF, que hab¨ªa sido sustra¨ªdo la tarde del d¨ªa anterior, cuando su due?a lo ten¨ªa aparcado en la calle de Isaac Peral. Algunos de los que se hallaban en la zona hablaron de la existencia de un individuo que estaba apostado en las inmediaciones e hizo una se?a con un peri¨®dico a los ocupantes del turismo para indicarles qui¨¦n era el hombre al que iban a asesinar. Pero este dato jam¨¢s qued¨® confirmado.El veh¨ªculo empleado en el crimen fue recuperado m¨¢s tarde en la calle de Hacienda de Pavones. Ten¨ªa hecho el puente en los cables del arranque. En el cortavientos delantero derecho la polic¨ªa descubri¨® cinco fragmentos de huellas digitales. Una de ¨¦stas, perteneciente a un pulgar, "corresponde a uno de los ladrones del autom¨®vil, por la presi¨®n que se observa y la disposici¨®n en que se halla la impresi¨®n"., seg¨²n el informe del t¨¦cnico que efectu¨® la inspecci¨®n ocular.
Los funcionarios del Gabinete Lofosc¨®pico aseguraron que "la citada huella sirve perfectamente para identificaci¨®n, en caso de localizar a un sospechoso". Pero nunca se detuvo a ese sospechoso y esa marca dactilar sigue hoy rese?ada en los archivos policiales en el apartado de an¨®nimos.
Los agentes encargados del caso trataron de explicar el crimen manejando la hip¨®tesis de que Mart¨ªn pudiera haber sido confundido con su hermano Jes¨²s, comisario de polic¨ªa destinado en Barcelona, con el que l¨®gicamente ten¨ªa cierto parecido f¨ªsico. Sin embargo, ¨¦ste rechaz¨® totalmente tal teor¨ªa. Tambi¨¦n se descart¨® la posibilidad de que la v¨ªctima hubiera sido confundida con el comisario jubilado Antonio Trivi?o, domiciliado en la zona.
La organizaci¨®n GRAPO llevaba asestando graves zarpazos aquel a?o de 1977, entre ellos la espectacular Operaci¨®n Cromo, consistente en los secuestros del general Emilio Villaescusa y de Antonio Mar¨ªa de Oriol, presidente del Consejo de Estado, As¨ª que no es extra?o que tambi¨¦n se atribuye ra a dicha banda el asesinato del periodista, ocurrido meses despu¨¦s. Algunos testigos -posiblemente inducidos por la polic¨ªa- identificaron foto gr¨¢ficamente a varios miembros del comando Madrid entre los autores del crimen. Hoy se puede afirmar que esta imputaci¨®n es descabellada.
Una frase enigm¨¢tica
Trece a?os despu¨¦s de la muerte de Mart¨ªn, la polic¨ªa no ha logrado aclarar qui¨¦n ni por qu¨¦ le mat¨®. ?Pronunci¨® el asesino la frase de "esto es por el dinero"? ?A qu¨¦ dinero se refer¨ªa? La investigaci¨®n sobre el patrimonio de la v¨ªctima no revel¨® nada extra?o.El ¨²nico asunto monetario turbio que sali¨® a relucir durante las investigaciones fue el incidente protagonizado por un joven que unos meses antes de la muerte de Mart¨ªn fue despedido de la Federaci¨®n Espa?ola de Patinaje acusado de haberse apropiado de unas 27.000 pesetas. La federaci¨®n, de la que el periodista era directivo, rio present¨® denuncia. ?Tuvo alg¨²n tipo de relaci¨®n este incidente con el asesinato de la avenida del Mediterr¨¢neo? Nunca se ha sabido.
Desde Juan Jos¨¦ Ros¨®n, entonces gobernador civil de Madrid, hasta Juan Antonio Samaranch, que en aquellas fechas era embajador de Espa?a en la URSS mostraron su pesar por la muerte de Paulino Mart¨ªn, y posiblemente impulsaron la investigaci¨®n. Pero 13 a?os despu¨¦s el caso sigue pendiente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.