Contra el ventarr¨®n
No se pod¨ªa torear. No por los toros; por el ventarr¨®n. Contra el ventarr¨®n, el toreo, es imposible. La tarde fue desapacible, al estilo de las de Valdemorillo. Los aficionados madrile?os presentes, muchos de los cuales a se hab¨ªan vacunado de pulmon¨ªas y curado de espantos en las primarias de Valdemorillo -all¨¢ por el mes de febrero; hace un siglo, como quien dice; a¨²n hab¨ªa guerra-, comentaban que los otros aficionados presentes no veteranos de los rigores valdemorillanos, iban a saber lo que vale un peine.Los otros aficionados presentes se hab¨ªan acercado a Las Ventas por primera vez en la temporada y de poco la llenan. Si llega a hacer sol, hay un llenazo hist¨®rico. Fue porque sacaron el abono preferencial, claro, mas el cartel val¨ªa la gran entrada. Frascuelo, Pepe Luis V¨¢zquez, Pep¨ªn Jim¨¦nez, son toreros del gusto de Madrid, precisamente porque saben torear, adem¨¢s muy bien.
V¨¢zquez / Frascuelo, V¨¢zquez, Jim¨¦nez
Toros de Jos¨¦ V¨¢zquez, muy bien presentados y con casta, tres bravos y tres mansos. Frascuelo: estocada baja (silencio); dos pinchazos, otro hondo -aviso con retraso- y descabello (silencio). Pepe Luis V¨¢zquez: cinco pinchazos y descabello (algunos pitos); dos pinchazos, otros dos cerca del brazuelo, med1a atravesada, 12 descabellos -aviso- y un descabello m¨¢s (bronca). Pep¨ªn Jim¨¦nez: estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y salida a los medios y nueva salida al tercio al reproducirse la ovaci¨®n); espadazo baj¨ªsimo en el costillar, rueda de peones, bajonazo descarado y otra rueda de peones (palmas). Plaza de Las Ventas, 24 de marzo. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
La afici¨®n madrile?a les ha visto torear muy bien en anteriores ocasiones. Bastante cercanas a Frascuelo y Pep¨ªn, ya algo remotas a Pepe Lu¨ªs, que ni se prodiga, ni va de legionario por la vida, ni tiene suerte tampoco. Para todos hubo ventarr¨®n en la bronca tarde vente?a, pero sal¨ªa Pepe Luis a la palestra, y sobreven¨ªa el hurac¨¢n. Aparecer all¨ª la figura menuda de Pepe Luis V¨¢zquez y el viento barr¨ªa el grader¨ªo abatiendo aficionados, se met¨ªa en espiral dentro del redondel, arrebataba capotes y muletas, levantaba violentamente la arena, tambi¨¦n la cal de los c¨ªrculos conc¨¦ntricos, y lo arrojaba todo en turbulenta polvareda hacia donde estaba la empresa, poni¨¦ndola perdida.
La muleta de Pepe Luis V¨¢zquez habr¨ªa salido volando si no llega su propietario a sujetarla con todas sus fuerzas, a veces con las dos manos. En algunas ocasiones se quedaba al descubierto y libraba las arrancadas de sus torazos mediante el expeditivo sistema de apretar a correr. El ventarr¨®n descompuso la lidia y descompuso al torero, que acab¨® convirtiendo en aut¨¦ntico desastre la suerte de matar.
Si llega a hacer sol... ?Oh, s¨ª! Los aficionados barruntaban que, con sol y calma chicha, se habr¨ªa podido ver una estupenda corrida. Porque los toros, preciosos de estampa, ten¨ªan casta -alguno, noble-, y a los toreros se les advert¨ªan ganas de armarla buena. Frascuelo estuvo muy voluntarioso con un toro cierto y otro incierto, aunque les dio demasiados pases e impacient¨® al p¨²blico. Pepin Jim¨¦nez provoc¨® ol¨¦s estruendosos al instruraentar lances a la ver¨®nica, al dibujar el toreo puro en diversos pasajes de su primera faena cuando no se le paraba el toro -que se le sol¨ªa parar, el t¨ªo rebeco- y, sobre todo, al rubricarla con un precioso engarce de torer¨ªsimas trincherillas.
Entonces no azotaba el ventarr¨®n. En cambio s¨ª azot¨® durante la lidia del sexto toro, que adem¨¢s result¨® manso, y no pudo haber faena. La noche negra cerr¨¢ndose sobre el coso, viento huracanado, fr¨ªo intenso, afici¨®n aterida, daban la sensaci¨®n de cat¨¢strofe. Pero si los aficionados lograron escapar de la pulmon¨ªa y los toreros de la cornada, no fue una cat¨¢strofe. M¨¢s bien debi¨® de ser un milagro propio del Domingo de Ramos.
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