Camisa de fuerza
Deseo que sea publicada mi firme protesta, como la de tantos otros, y que ¨¦sta presione de una vez por todas en este pa¨ªs, sobre lo que denominamos "Seguridad Social obligatoria". Si cabe en mente humana, es grotesco y descabellado describir, por poner un ejemplo, el terrible deterioro y condiciones en que se encuentra el hospital universitario Cl¨ªnico de San Carlos (parece ser que cuenta con una de las mayores subvenciones). A pesar de las grandes cantidades de dinero que revierten a la Seguridad Social obligatoria, descontadas mensualmente tanto'al trabajador como al empresario, es incomprensible pensar que a cambio podamos padecer toda clase de vejaciones, dejadez, abandono y olvido, que pueden llegar a causar la muerte. As¨ª es posible sufrir una enfermedad cualquiera y como compensacion recibir una infecci¨®n. ?Qui¨¦n se atreve a ingresar en un hospital? Sirvan como muestra algunos botones que forman esta camisa de fuerza.
Ingresar en urgencias: intento de hacer regresar al paciente a su casa con dolores interminables que los mejores compuestos qu¨ªmicos no solucionan. Ante la insistencia, se logra: 36 horas de espera (12 horas en las cuales no se recibe un simple vaso de agua).
Destino habitaci¨®n: seis camas, dos desinfecciones por hormigas en menos de 15 d¨ªas -t¨¦ngase en cuenta la ¨¦poca invernal que est¨¢ teniendo lugar; hormigas en el suelo, camas y heridas de pacientes. Asombroso, no. Real. En las habitaciones, los timbres de aviso deben ser sustituidos por el acompa?ante. Se iluminan, pero no suenan; adem¨¢s, as¨ª no se molesta.W. C.: falta de calefacci¨®n -estos d¨ªas ha nevado en Madrid, 15, 16 y 17 de febrero-, pero es obligatorio el aseo, aun a riesgo de una neumon¨ªa a sumar a la enfermedad que se padezca.
Compartir el W.C. de una forma hacinada, no s¨®lo con ],os enfermos de tres habitaciones (seis camas por tres habitaciones, igual a 18 enfermos), sino con todo particular que se arriesgue a realizar la visita a un enfermo. Es interesante rese?ar que no s¨®lo somos mujeres, sino que tambi¨¦n tienen derecho los hombres a compartir tan necesario servicio.
No debemos olvidar la dejadez hacia los enfermos que no tienen acompa?ante; sus traseros son, en algunos casos, objeto de irritaci¨®n al soportar largo tiempo excrementos y orina.
En resumen, ¨¦stas son las vivencias de alguien que, como yo, ha sido intervenida en tres ocasiones. Se han ped Ido expl 1caciones al gerente del hospital solicitando una entrevista que jam¨¢s tuvo lugar, aunque s¨ª fue fechada y se determin¨® la hora. Recordemos que el mencionado se?or es cu?ado del anterior ministro de Sanidad.
Lancemos un SOS que esperemos sea definitivo.
Seamos conscientes de una vez por todas de que no somos objetos, ni usted ni ¨¦l ni yo, sino clientes de lujo. Que somos seres humanos.
Luchemos por una Seguridad Social libre; si debe ser obligator¨ªa, al menos que sea d¨ªgna
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