El Madrid perdi¨® la Copa Korac en la pr¨®rroga
ENVIADO ESPECIAL No hay suerte para el hombre honrado, ni la puede esperar aquel que deja pasar su oportunidad, sobre todo si se llama Real Madrid. La fortuna sigue siendo despiadada con este equipo, y sin ella, los errores, de los que no se salva nadie, se cotizan siempre al peor cambio posible: la derrota.
El Real Madrid realiz¨® un partido heroico, luch¨® hasta la extenuaci¨®n y lo hizo con sentido, que son dos cosas bien distintas, y supo sobrellevar sus momentos cr¨ªticos, pero cometi¨® dos fatales incorrecciones. Perdi¨® en poco m¨¢s de cinco minutos la amplia ventaja amasada con los 16 primeros de ensue?o (22-40), y no pudo, o no supo, ni siquiera lanzar a canasta en la jugada decisiva. La eliminatoria estaba igualada y s¨®lo faltaban 30 segundos para acabar el partido.
La situaci¨®n inicial era inmejorable para escribir una p¨¢gina de ¨¦pica deportiva. El entrenador en coma, yaciendo en un hospital madrile?o, el partido de ida perdido y jugando en un ambiente tan presionante como correcto. Las condiciones, y los jugadores lo sab¨ªan, eran las ideales para una epopeya.
El posible problema de sobremotivaci¨®n tan peligroso en el Real Madrid como la falta de ella, se disip¨® r¨¢pidamente. Lo que apareci¨® en el Palasport Pianella, 30 minutos antes del comienzo del encuentro, era un equipo m¨¢s unido que nunca, concienzado y deseoso, con la lecci¨®n aprendida y la justa medida de nervio y temple necesaria para compromisos de esta envergadura.
Los primeros 16 minutos del Real Madrid pueden y deben ocupar un lugar en las escuelas (le baloncesto. Fueron 16 minutos en donde todo se hizo bien, y algo casi tan sorprendente, se realiz¨® echando una dosis cerebral desconocida en el Madrid actual.
Empezando por donde se debe empezar, la actitud y efectividad defensiva fue m¨¢xima. La gran preocupaci¨®n de todo el conjunto, parar a Mannion, era desarrollada con pulcritud por Biriukov. El cierre de rebote era de caja fuerte de seguridad y la velocidad de Llorente en el contraataque romp¨ªa cinturas y piernas de los anonadados italianos. El segundo problema habitual de los blancos, el ataque est¨¢tico, era solucionado con una buena claridad de ideas, yendo el bal¨®n a parar en manos del hombre en mejor posici¨®n.
Con estas coordinadas, el marcador mostraba su mejor cara cuando restaban cuatro rninutos para el t¨¦rmino de la primera parte. Todo era demasiado bonito para ser verdad y la vuelta a la cruda claridad fue directa y contundente, de la mano de un jugador que entr¨® en ignici¨®n, Pace Mannion.
Era de suponer que Mannion no iba a irse a su casa con la maleta ligera de puntos, pero hay formas y formas. La que eligi¨® fue la peor para el Madrid. Seis veces consecutivas, seis, de la ganader¨ªa de los triples, colocaron a su equipo, en el corto espacio de siete minutos, delante por primera vez, en el encuentro (46-45). Corr¨ªa el minuto dos de la segunda parte.
Aquello era para desmoralizar al m¨¢s pintado, pero este Madrid no era el que nos han vendido, y el momento cr¨ªtico pas¨®. Como pas¨® el tener que soportar los dos triples sobreros de la misma Firma que los anteriores. Herrera era el Herrera que se anunciaba desde Barcelona, Roberts se ofrec¨ªa a todos los ojeadores presentes e incluso Villalobos escog¨ªa una inmejorable ocasi¨®n para volver a la vida. Pero el barco blanco empez¨® a hacer aguas por un sitio inesperado. Bouie, el mismo que hab¨ªa pasado sin pena ni gloria en los tres partidos anteriores entre Madrid y Clear, comenz¨® a hacer da?o, un da?o que a la postre ser¨ªa irreparable sobre todo en la pr¨®rroga.
Entre dimes y diretes, fuerza, dureza, acierto y lucha, el Real Madrid vivi¨® la situaci¨®n so?ada desde hace una semana. Treinta segundos restaban que invalidaban los 79 y medio anteriores. En ese momento cumbre, en esos malditos 30 segundos, el Real Madrid se volvi¨® a aparecer al Real Madrid de sus pecados. Llorente aguant¨® el bal¨®n med¨ªa posesi¨®n, pero hizo una mala selecci¨®n entre sus posibilidades y se fue hacia la l¨ªnea de fondo. Sac¨® como pudo el bal¨®n, pero ¨¦ste hab¨ªa cobrado vida en las manos de los jugadores blancos. Se movi¨® como una lagartija y no se pudo llegar ni siquiera a lanzar.
Los ¨²ltimos cinco minutos superaron al tiempo reglamentario en espectacularidad y tensi¨®n. Once ataques consecutivos fueron convertidos en canasta por ambos equipos, algo casi nunca visto. Boule y Roberts protagonizaron un duelo acorde con el partido, pero la cuerda acab¨® rompi¨¦ndose por el rn¨¢s joven cuando Roberts cometi¨® la quinta personal. La final se hab¨ªa acabado. El escalofriante triple de Llorente s¨®lo pudo alargar la agon¨ªa.
El Real Madrid ha ca¨ªdo con honor. Poco consuelo para un equipo necesitado de triunfos y deseoso de acabar con una mala racha que no la rompe ni el buen juego, ¨²nica posibilidad factible visto que la fortuna se ha ido de vacaciones y no ha elegido Madrid si siquiera como lugar de paso.
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