Amores y odios
La familia Del Castillo, una de las m¨¢s acaudaladas del archipi¨¦lago, desata amores y odios. Alejandro del Castillo, sesent¨®n y padre de cinco hijos, es el heredero del condado de la zona de Vega Grande, en Gran Canaria, que fue otorgado a su antecesor Fernando Bruno del Castillo, en el siglo XVIII, por el rey Carlos III.La casa condal ha echado ra¨ªces en el archipi¨¦lago desde hace cinco centurias, desde que se trasladaron a las islas bajo el mandato de los Reyes Cat¨®licos. Sobre esta casa se han contado y escrito m¨²ltiples historias, algunas de ellas infundadas, como su hipot¨¦tico cobijo al rey Sebasti¨¢n de Portugal, que ha sido desmentido tras largos estudios por el historiador Miguel D¨ªaz de Quintana.
Su presunto apoyo al r¨¦gimen franquista, pregonado por sus detractores, no fue nunca m¨¢s notorio, sin embargo, que su indisimulada vocaci¨®n mon¨¢rquica. El incalculable patrimonio ("sus latifundios eran conocidos como terrenos a matacaballo", seg¨²n indica el escritor Alfonso O'Shanahan) que logr¨® reunir al cabo de 500 a?os ha sido reinvertido, en parte, en la agricultura y tambi¨¦n en el desarrollo tur¨ªstico de la isla.
El conde fue pionero en el sur de Gran Canaria de los cultivos de tomates, en r¨¦gimen de aparcer¨ªa: contrataba los servicios de agricultores que trabajaban la tierra durante seis meses del a?o (de octubre a marzo) a cambio de una participaci¨®n en los beneficios.
Cuando el hoy diputado socialista Cirlaco de Vicente fue delegado de Trabajo en Canarias, trat¨® de normalizar, en pleno franquismo, esta an¨®mala relaci¨®n laboral, de corte medieval, garantizando un sueldo equIvalente a la mitad del salario m¨ªnimo. Los aparceros forzaron dicha conquista sindical con fuertes movilizaciones.
Comercio con Flandes
Los primeros Del Castillo (su apellido real, Garc¨ªa, lo cambiaron por este otro por el hecho de ser alcaldes de un castillo en la Pen¨ªnsula) que llegaron a Gran Canaria eran padre e hijo y proced¨ªan de Palos de Moguer (Huelva). La corona les premi¨® con tierras en el municipio de Telde, en dicha isla.
Crearon entonces grandes ingenios azucareros y comenzaron a comerciar con Flandes. Su pol¨ªtica matrimonial, consistente en casar a los varones con las hijas mayorazgas (herederas) de familias pudientes de la isla, multiplic¨® vertiginosamente sus posesiones.
El otorgamiento de tierras que llevaba aparejada la concesi¨®n del t¨ªtulo de conde a Bruno del Castillo, gobernador de armas en Gran Canaria durante la expulsi¨®n de los jud¨ªos de Espa?a, y la compra de terrenos durante la desamortizaci¨®n completaron el vasto patrimonio heredado por Alejandro y sus dos hermanos, Pedro y Ana. La sede principal de la casa condal est¨¢ hoy en Las Palmas de Gran Canaria.
Entre los archivos del viejo caser¨®n puede encontrarse una carta autografiada de santa Teresa de Jes¨²s.
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