Palestina, junto a Israel
Hay que decir con claridad que Oriente Pr¨®ximo no tiene por qu¨¦ seguir en un estado de convulsi¨®n permanente. Al igual que Europa, escenario de conflictos interminables y de los m¨¢s terribles actos de barbarie que ha conocido la historia de la humanidad, es hoy un continente donde reinan la cooperaci¨®n y la armon¨ªa; al igual que los pa¨ªses del sureste asi¨¢tico, que durante las ¨²ltimas d¨¦cadas derramaron su sangre a raudales y ahora han entrado en una era de extraordinaria prosperidad econ¨®mica, as¨ª tambi¨¦n Oriente Pr¨®ximo podr¨ªa volver a una cierta tranquilidad con la condici¨®n de que los pa¨ªses europeos y Estados Unidos (con la aquiescencia al menos pasiva de la Uni¨®n Sovi¨¦tica) est¨¦n dispuestos a invertir en su rehabilitaci¨®n la misma energ¨ªa y recursos que han invertido en la guerra del Golfo. Hoy d¨ªa, los pa¨ªses mencionados tienen tanto la capacidad como la fuerza y la autoridad morales para hacerlo. Tambi¨¦n el programa es claro y aceptado por casi todos.Lo que ahora hace falta es voluntad, principalmente la voluntad de renunciar a los intereses nacionales inmediatos en aras de los intereses globales, rentables a largo plazo.
Este nuevo orden debe basarse sobre tres principios:
1. La soluci¨®n del problema palestino.
2. La reducci¨®n dr¨¢stica de los arsenales.
3. La concesi¨®n de subvenciones econ¨®micas s¨®lo a condici¨®n de que vayan unidas a acuerdos pol¨ªticos y econ¨®micos entre los distintos pa¨ªses.
La cuesti¨®n palestina -o mejor dicho, la existencia de campamentos de refugiados palestinos en los pa¨ªses ¨¢rabes (especialmente en L¨ªbano y Jordania) y el mantenimiento de Cisjordania y la franja de Gaza bajo el r¨¦gimen de ocupaci¨®n israel¨ª- no es el problema m¨¢s profundo de la enfermedad de Oriente Pr¨®ximo, pero es el m¨¢s urgente, ya que infecta todo su entorno.
Todo asunto que huela a conflicto con jud¨ªos adquiere una fuerza casi metaf¨ªsica. Ello se debe a la profunda falta de claridad inherente a la esencia de la identidad jud¨ªa, de sus l¨ªmites y de sus caracter¨ªsticas. A lo largo de la historia fuimos testigos de decenas de ejemplos, y en nuestro siglo este conflicto alcanz¨® las monstruosas dimensiones de la aventura nazi, que tan terrible golpe infligi¨® a los jud¨ªos.
En la guerra del Golfo ha vuelto a o¨ªrse una amenaza total contra nuestro pa¨ªs. A pesar de que Israel no particip¨® en el conflicto, y de que est¨¢ a m¨¢s de 1.000 kil¨®metros de distancia del frente kuwait¨ª, sigue siendo de todos modos un factor de tremendo impacto emocional.
El sionismo pretendi¨® dar cierto grado de normalizaci¨®n al antiguo problema jud¨ªo, y muy pronto la mayor¨ªa del mundo comprendi¨® que esta normalizaci¨®n iba en inter¨¦s de toda la humanidad. La creaci¨®n del Estado de Israel en Palestina fue decidida por la comunidad de naciones, mediante la famosa resoluci¨®n de Naciones Unidas de 1947.
Esta normalizaci¨®n, que comenz¨® hace escasamente 40 a?os, puede quedar completamente aniquilada si los jud¨ªos dominan de forma permanente a otro pueblo. Por ello, Europa y Estados Unidos deben fijarse como objetivo supremo separar pol¨ªticamente a jud¨ªos y palestinos, y obligar a cada una de las partes a reconocer el derecho a la autodeterminaci¨®n de la otra, lo cual implica la devoluci¨®n al pueblo palestino de Cisjordania y Gaza, la desmilitarizaci¨®n total de estos territorios, y un convenio de medidas de seguridad israel¨ªes exclusivamente militares en la frontera del Jord¨¢n para mantener una m¨ªnima profundidad estrat¨¦gica de alerta.
Estado palestino
En el marco de este acuerdo, los palestinos deber¨¢n ser obligados a desmantelar sus campamentos de refugiados y rehabilitar a sus habitantes como ciudadanos libres y normales, tanto en Jordania como en el Estado palestino que surgir¨¢ junto a Israel.
No quisiera enga?arme y pensar que si el problema palestino se soluciona y los dos pueblos comienzan a vivir en paz el uno junto al otro -y no dentro del otro- y se instaura un sistema com¨²n de relaciones econ¨®micas conjuntas, va a desaparecer completamente la hostilidad hacia Israel alimentada por reg¨ªmenes dictatoriales como los de Libia, Siria, Ir¨¢n y otros. Sin embargo, seguramente se debilitar¨¢ esa constante fuente de odio que en los ¨²ltimos anos ha venido acompa?ada por el impulso del fervor isl¨¢mico.
Una prueba de la posibilidad real de que esta opci¨®n se concrete la tenemos en el tratado de paz con Egipto, que demostr¨® -a pesar de todos los vaivenes que han sacudido la regi¨®n en los ¨²ltimos 12 a?os- la firmeza de sus cimientos, asentados sobre tres principios muy sencillos: relaciones de paz plenas, retirada total y desmilitarizaci¨®n total. En mi opini¨®n, ni los jud¨ªos ni los palestinos est¨¢n hoy capacitados de llegar por s¨ª mismos a un compromiso.
Los jud¨ªos no pueden hacerlo por su constante necesidad (a veces inconsciente) de mantener cierto grado permanente de conflicto con el mundo para conservar su identidad, y debido al hecho de que su pol¨ªtica cotidiana todav¨ªa est¨¢ guiada por antiguos mitos.
Los palestinos no est¨¢n capacitados para llegar por s¨ª mismos a un acuerdo, debido al hecho de que su direcci¨®n est¨¢ desgarrada por luchas intestinas, separada f¨ªsicamente de su pueblo (tanto en los territorios ocupados como en Jordania), y porque est¨¢ identificada con un mundo ¨¢rabe que ha jugado con el problema palestino para aprovecharlo para sus propios fines.
Mano firme y educadora
Todo esto hace necesaria una mano firme y educadora de parte de la humanidad ilustrada y democr¨¢tica, para por un lado obligar a los jud¨ªos a que no destruyan la normalizaci¨®n que iniciaron despu¨¦s de la II Guerra Mundial (y cuya ausencia en el curso de la historia se cobr¨® un terrible precio en sangre), y por el otro obligar a los palestinos a aceptar de una vez por todas la realidad pol¨ªtica, renunciando a sus fantasiosos sue?os antes de que su tragedia se convierta en cat¨¢strofe.
Si Europa y Estados Unidos no desean verse envueltos en una guerra nuclear en Oriente Pr¨®ximo de aqu¨ª a siete u ocho a?os, deben actuar ya mismo con firmeza y generosidad, imponiendo la imprescindible reconciliaci¨®n entre Israel, los palestinos y el reino de Jordania -y de ser posible tambi¨¦n con Siria- mediante la reducci¨®n dr¨¢stica de sus ventas de armas a la regi¨®n y con una ayuda econ¨®mica sensata y masiva.
A. B. Yehosh¨²a es escritor israel¨ª. Traducci¨®n: Emilio D. Abraham.
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