"EE UU quiere libanizar la regi¨®n del Golfo"
JUAN CARLOS GUMUCIOPara muchos integristas shi¨ªes, la actitud contemplativa -c¨®mplice, dir¨ªan los millares de kurdos que huyen desesperadamente hacia Turqu¨ªa e Ir¨¢n- de Estados Unidos no debe causar sorpresa. S¨²bitamente respetuoso del principio de no intervenci¨®n, George Bush deja que Sadam Husein aplaste despiadadamente a shi¨ªes y kurdos bajo las narices de los marines, quiz¨¢ con el mismo material que el general Norman Schwarzkopf, en su pol¨¦mica cr¨ªtica a la estrategia de la Casa Blanca en la guerra de las 100 horas, tanto lament¨® haber dejado escapar de Kuwait.
No es extra?o, por tanto, que l¨ªderes proiran¨ªes como el jeque Mohamed Husein Fadlal¨¢, la voz influyente en el Hezbol¨¢ liban¨¦s y el representante personal del anciano gran ayatol¨¢ iraqu¨ª Abolqasem al Joei, vean en las matanzas que Washington mira desde el palco la confirmaci¨®n de sus sospechas.
El pr¨®ximo paso, dice Fadlal¨¢ en una entrevista con EL PA?S en su residencia de Bir el Abed, en los empobrecidos suburbios al sur de Beirut, ser¨¢ un intento conjunto de Estados Unidos y sus aliados ¨¢rabes, particularmente Arabia Saud¨ª, para consolidar el Estado actual confesional, es decir, un aparato capaz de mantener el poder en manos de los correligionarios sun¨ªes de Sadam, una vez que ¨¦ste desaparezca. Los shi¨ªes de Irak, su tierra natal, no quieren la partici¨®n de su pa¨ªs. Tampoco recurrir a su superioridad demogr¨¢fica para implantar un r¨¦gimen sectario isl¨¢mico.
"Occidente est¨¢ buscando arduamente un r¨¦gimen que preserve el sistema pol¨ªtico actual en Irak, el mismo sistema confesional que tanta calamidad ha llevado a los iraqu¨ªes desde su independencia. El juego de las potencias es mantener el sistema sectario, porque ¨¦ste garantiza la turbulencia que tan bien saben administrar. Adem¨¢s, este sistema les promete postergar efectivamente las aspiraciones de la mayor¨ªa shi¨ª, de la minor¨ªa kurda", afirma.
Las democracias
Esos esfuerzos, a?ade, ocultan el deseo de promover "democracias a la americana" con el diligente concurso de Arabia Saud¨ª, donde la familia real y todo el establishment sun¨ª teme que el fortalecimiento de sus vecinos shi¨ªes termine por ampliar las cr¨ªticas al sistema obsoleto y hedonista que rige en las monarqu¨ªas del Golfo.
"Los americanos no conciben un cambio metodol¨®gico, racional en Irak", dice Fadlal¨¢.
Los recientes contactos entre representantes sun¨ªes y shi¨ªes de Irak asilados en Arabia Saud¨ª y funcionarios de la Administraci¨®n de Bush han acentuado las sospechas de que Washington y Riad ya est¨¢n moldeando un Gobierno d¨®cil para la era pos-Sadam.
Los nombres de Hasan al Naquib, un ex comandante sun¨ª del Ej¨¦rcito iraqu¨ª, Ibrahim Daoud, y de los shi¨ªes Saad Saleh Jabr y Saleh Omar Al¨ª circulan con insistencia como los puntales del supuesto proyecto pol¨ªtico. "Creado por los servicios de informaci¨®n de Estados Unidos y del Reino Unido", apunta Fadlal¨¢.
Fadlal¨¢ estar¨ªa probablemente de acuerdo con quienes afirman que sacar a Sadam sin alterar las caracter¨ªsticas pol¨ªticas de Irak ser¨ªa como deponer a Hitler, pero manteniendo el nazismo en Alemania.
"Am¨¦rica quiere libanizar a m¨¢s de un pa¨ªs de Oriente Pr¨®ximo. Lo que veo en el futuro es un ¨¢rea donde se tratar¨¢ de inflamar conflictos para agotar la vida pol¨ªtica y econ¨®mica de sus pueblos. Veo una intensificaci¨®n de todo esfuerzo que persiga la ruptura de la naci¨®n ¨¢rabe", dice confinando exclusivamente la responsabilidad al papel de Estados Unidos, de Occidente.
Pero la mayor¨ªa de los pa¨ªses ¨¢rabes apoyaron a Bush, muchos mandaron soldados, tanques y aviones a la Tormenta del Desierto. ?Es acaso todo culpa de los americanos de cumplirse las catastr¨®ficas predicciones del jeque Fadlal¨¢? ?Habr¨¢ honestidad suficiente para que los ¨¢rabes reconozcan que son tambi¨¦n responsables de su propio descalabro? El jeque tose suavemente. Sigue un largo discurso.
"Para responder a esto hay que partir de la realidad pol¨ªtica ¨¢rabe. Hay pueblos ¨¢rabes y gobiernos ¨¢rabes. Y hay que tomar la premisa de que los gobiernos ¨¢rabes no representan a sus pueblos. La mayor¨ªa de los gobernantes han llegado al poder gracias a factores; externos que se han impuesto a las aspiraciones del pueblo. Y, obedientes a esos factores externos, se gobierna a hierro y fuego".
El enga?o de la CIA
Y, agrega el jeque, esos mismos Gobiernos son v¨ªctimas del gran enga?o de las potencias y de la CIA. El hecho de que ning¨²n gobierno ¨¢rabe haya dado siquiera se?ales de impaciencia ante la lentitud del retiro de tropas americanas del Golfo o de alarma ante el plan de establecer una base militar en Bahrein da a Fadlal¨¢ abundante munici¨®n para acusar de ingenuidad a los gobiernos ¨¢rabes. A pesar de las promesas norteamericanas, dice ah¨ª est¨¢ la absoluta par¨¢lisis en la b¨²squeda de una conferencia internacional para tratar el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª.
"No puede haber la m¨¢s m¨ªnima confianza en los norteamericanos", dice. "Los pueblos ¨¢rabes han aprendido esto hace tiempo. Saben que la guerra del Golfo fue una maniobra norteamericana para usar otra vez a sus gobiernos para destruir a Irak y, uno de estos d¨ªas, cuando haya desaparecido su utilidad, a Sadam. Muchos de los que participaron en esto lo hicieron movidos por el miedo", a?ade. "Porque hoy Estados Unidos se ha convertido en la ¨²nica potencia en el mundo".
Una imagen poco generosa
Fedlal¨¢ tiene una imagen poco generosa fuera del mundo musulm¨¢n: para Estados Unidos, que, seg¨²n revelaciones del Washington Post, tram¨® su asesinato hace seis a?os, Sayd Mohamed Husein Fadlal¨¢ es el jefe secreto del Hezbol¨¢ liban¨¦s, el hombre que en 1983 despach¨® ch¨®feres suicidas contra el cuartel de los marines y la Embajada norteamericana en Beirut y el portavoz de los carceleros de los doce rehenes occidentales que languidecen en alg¨²n s¨®tano de Beirut. P¨²blicamente, Fadlal¨¢ se distancia del liderazgo del Hezbol¨¢."Trabajamos dentro del mismo marco, aunque en dos c¨ªrculos diferentes que se complementan", dijo una vez al explicar su relaci¨®n con el proiran¨ª Partido de Dios.
Sayed Mohamed Husein Fadlal¨¢ naci¨® en Najaf (Irak) en 1936, donde en su juventud, junto con Baqer Sadr, sent¨® los cimientos de la acci¨®n pol¨ªtica isl¨¢mica en el mundo musulm¨¢n. En 1966 vino al sur de L¨ªbano, la tierra de su padre, y fund¨® un instituto jur¨ªdico, isl¨¢mico en Naaba, donde ense?¨® varios a?os.
Los suburbios de Beirut
Cuando Naaba cay¨® en manos de las milicias cristianas, en los primeros a?os de la guerra civil, Fadlalah se instal¨® en los suburbios del sur de Beirut. Su primera obra fue abrir un orfanato en Doha, al sur de la capital.
Ha escrito m¨¢s de 40 libros y tratados de teolog¨ªa, f¨ªlosofia y jurisprudencia. Su ¨²ltima obra es una colecci¨®n de poemas de amor. Casado con Nured¨ªn Nured¨ªn, Fadlal¨¢ tiene 11 hijos.
Cuando, en sus sermones de los viernes, desde la mezquita de Bir el-Abed, en c¨¦lebres c¨¢tedras de ¨¢rabe cl¨¢sico, acusa a. reyes, emires y presidentes de la m¨¢s vil servidumbre, la l¨®gica de sus ejemplos descansa m¨¢s en su interpretaci¨®n de la histonia contempor¨¢nea que en el dogma ortodoxo: el enemigo es Estados Unidos, porque en su intento por debilitar la voz de millones de creyentes, la gran potencia capitanea el ultraje al islam, financiando la ocupaci¨®n de Jerusal¨¦n. Sat¨¢n aparece despu¨¦s como el inquilino de la Casa Blanca.
El 8 de marzo de 1985, una bomba instalada en la casa de Fadlal¨¢ mat¨® a 83 civiles. Bob Woodward, en su libro Veil, afirm¨® cuatro a?os m¨¢s tarde que la colocaron agentes libaneses por encargo de la CIA.
Para entonces ya se hab¨ªa deste?ido el enorme cartel de tres palabras que los shi¨ªes de Beirut colocaron inmediatamente despu¨¦s de la explosi¨®n sobre las ruinas de esa espantosa masacre; dec¨ªa simplemente: "Made in USA".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.