Morir de ¨¦xito
Los 'yuppies' de EE UU se reciclan: menos sueldo y vuelta a provincias

El reciclaje de los yuppies est¨¢ acaparando menos atenci¨®n que su nacimiento y ascenso. Los medios de comunicaci¨®n est¨¢n centrados en asuntos urgentes de otra ¨ªndole. ?Qu¨¦ ha sido, pues, de los yuppies? Muchos de ellos siguen ocupando en la banca puestos menos brillantes y, sobre todo, menos remunerados. "Fue duro", cuenta Joseph Rith, uno de ellos, "tener que aceptar la nueva oferta que me hizo mi propia compa?¨ªa: seguir haciendo m¨¢s o menos lo mismo, pero con un sueldo muy inferior".
Muchos aceptaron los nuevos tiempos y se han adaptado a otro nivel de vida: vendieron los pisos y se han instalado, o bien en espacios menos elegantes, o bien fuera de Manhattan. Otros, despu¨¦s de meses de buscar trabajo, decidieron emprender nuevos caminos, a menudo en la ciudad o Estado de donde proven¨ªan. Con sus conocimientos en materia de negocios no les fue muy dif¨ªcil deducir qu¨¦ tipo de empresas pod¨ªan tener futuro en ciudades peque?as, donde, sin esper¨¢rselo, han descubierto los placeres de vidas menos agitadas.Despu¨¦s de la juerga econ¨®mica que durante la d¨¦cada de los ochenta se corri¨® Nueva York, ha llegado un duro despertar: el desempleo va en aumento, los precios inmobiliarios se est¨¢n hundiendo, las grandes compa?¨ªas se aprietan el cintur¨®n y la propia ciudad tiene que hacer frente a un grave d¨¦ficit. Actualmente se comparan los denominados roaring (formidables) a?os veinte a los ochenta. Ambas d¨¦cadas nadaron en la abundancia, formaron r¨¢pidas fortunas e inventaron trampas para saltarse los impuestos y las reglas de seguridad bancaria. En 1927 sobrevino la primera y mayor ca¨ªda de la Bolsa. En 1987 Wall Street volvi¨® a acusar un dur¨ªsimo golpe. En pocos meses 40.000 empleados de la Bolsa se quedaron en la calle: fueron las primeras v¨ªctimas de la recesi¨®n en la cual se encuentra el pa¨ªs.
Una sentencia ejemplar
Con la dura sentencia que recay¨® sobre Michael Milken se ha cerrado el cap¨ªtulo de los especulativos ochenta. Milken epitomiza el exceso de la d¨¦cada. Brillante wallstreeter (como se llama a los que trabajan en la Bolsa neoyorquina), empez¨® la vuelta de los junk bonds o bonos basura. Esta forma de hacer dinero r¨¢pidamente pero con alto ¨ªndice de riesgo arrastr¨® tropas de j¨®venes profesionales que se convirtieron en los populares yuppies. Michael Milken formaba parte del alto mando y por eso, seg¨²n la prensa, su castigo ha tenido que ser ejemplar.
"Un gran sector de la riqueza creada en los ochenta", dice James Grant, director de una revista financiera, "fue un estado mental. Muchas de las ganancias no eran realizables y la mayor¨ªa del dinero proven¨ªa de pr¨¦stamos. La riqueza procedente de los bonos basura nunca existi¨®". Y esa riqueza fue la que proporcion¨® lujo a los young urban professionals (j¨®venes urbanos profesionales) o yuppies, hoy transformados en young unemployed professionals (j¨®venes profesionales en paro).
Los yuppies se convirtieron en el emblema de la juventud triunfadora del sector econ¨®mico. Trabajaban largas horas (10 al d¨ªa, a menudo seis; d¨ªas a la semana), pero ganaban, reci¨¦n salidos de la Universidad, un salario base de entre 5.000 y 7.000 d¨®lares al mes. Muy pronto se les aumentaba, con lo cual, a partir de los 27 a?os, dispon¨ªan de salarlos de alrededor de 50.000 d¨®lares mensuales. As¨ª, los yuppies, con el hep (high earning potential, alto potencial de ganancias) que les caracterizaba, viv¨ªan en un mundo de bravata. Pod¨ªan permitirse un nivel de vida que los otros mortales (entre ellos sus padres) so?aban alcanzar cumplidos los 50. Con las facilidades a?adidas del dinero pl¨¢stico o tarjetas de cr¨¦dito extendieron unos presupuestos ya de por s¨ª espl¨¦ndidos. Debido a su intenso trabajo, las compa?¨ªas les daban permiso para acortar la larga espera de las vacaciones veraniegas con unas invernales. Presentes en las estaciones de esqu¨ª y en los cruceros estivales, estos j¨®venes, solicitados por los medios informativos y cortejados por la publicidad, parec¨ªan vivir en una total plenitud que se llam¨® yuppilandia. Aunque Nueva York fuera la cumbre geogr¨¢fica de su profesi¨®n, todos aquellos que trabajaban en bancos o en empresas que tuviesen que ver con la Bolsa y conectadas v¨ªa computadora con Wall Street formaron esta clase de nuevos ricos.
Fauna poco popular
Los que m¨¢s gastaban eran los dinks (dual income no kids, parejas de doble salario sin hijos). Con ellos proliferaron gimnasios lujosos, colmados selectos, refinadas boutiques, elegantes agencias inmobiliarias y restaurantes nouvelle cuisine. Sectores enteros cercanos a Wall Street se convirtieron en zonas residenciales y los precios inmobiliarios se pusieron por las nubes. Los yuppies no tardaron en convertirse en una fauna poco popular. Su desconocimiento de las dificultades de la vida los hac¨ªa arrogantes y su tren de vida inevitablemente despert¨® recelos. Sin embargo, poco dur¨® su estrella. Hoy d¨ªa la palabra yuppy se asocia a una etapa caduca.
Una pareja ejemplar
El matrimonio Kaufman-White es el perfecto paradigma. Ambos se quedaron sin trabajo, sin poder mantener sus propiedades: un piso en Manhattan (400.000 d¨®lares de compra) y una casa-residencia secundaria. Despu¨¦s de unos meses de b¨²squeda de trabajo y cierto p¨¢nico, decidieron mudarse a su casa de campo y alquilar el piso de Manhattan. Los 3.600 d¨®lares mensuales que por ¨¦l reciben cubren la hipoteca y los gastos b¨¢sicos de la casa, situada en las afueras de una peque?a ciudad, a unos 200 kil¨®metros de Nueva York. Ella, de 36 a?os, ha montado una inmobiliaria local. ?l, de 40 a?os, ha establecido una compa?¨ªa de carpinter¨ªa. El haber comprado y arreglado espacios en sus a?os de Bolsa les dio una experiencia que decidieron desarrollar y convertir en sus respectivas profesiones. Ahora tienen un ni?o de dos a?os y declaran vivir m¨¢s felices: ya no beben alcohol despu¨¦s del trabajo y han dejado de tomar pastillas contra el insomnio.J¨®venes limpios, trajeados y con cartera oscura en la mano siguen jalonando las zonas comerciales de Manhattan, pero vuelven a ser los bur¨®cratas que siempre existieron en una ciudad prol¨ªfica en empresas.
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