El sistema
El sistema es el alma m¨¢ter de las relaciones laborales, profesionales y financieras. Sin sistema, la sociedad civil se queda hu¨¦rfana de prestaciones de la Seguridad Social, estructuras b¨¢sicas del dise?o del botijo y sus derivados, saldos bancarios y otros datos esenciales para su normal desenvolvimiento.Quien invent¨® el sistema invent¨® el motor del desarrollo, y la humanidad le debe un monumento. Sin embargo, ahora hace falta inventar que el sistema no se caiga. Porque el sistema se cae. Va uno a un banco a sacar las cuatro pesetillas que le quedan all¨ª, y el empleado le dice, con el dramatismo propio del momento: "Lo siento, pero se ha ca¨ªdo el sistema". Cuando en el banco hay una cola de gente inquieta que se sale por la puerta no falla: se ha ca¨ªdo el sistema. Bueno, ¨¦ste ser¨ªa un mal menor -lo que se cae no pasa del suelo-, pero el sistema tiene una forma peculiar de caer. El sistema jam¨¢s se cae al suelo, sino que lo trasciende, trasciende incluso los espacios siderales, y cae en un remoto lugar que llaman la central", donde s¨®lo podr¨¢n levantarlo especialistas dotados de poderes taumat¨²rgicos. Mientras tanto, claro, el banco no funciona. Es algo que no ocurr¨ªa jam¨¢s en tiempos antiguos. En tiempos antiguos, un empleado con visera y manguitos hac¨ªa asientos a plu milla en un descomunal librazo, y si ibas a sacar cuartos, te susurraba, tras consultar el tomo: "Est¨¢ usted acreedor, don Joaqu¨ªn". Pero si, por aquellas casualidades de la vida, ten¨ªas saldo positivo, te daba para bienes y las mil pesetitas que quedaban en la cuenta. En tiempos antiguos, cuando no hab¨ªa sistema, las relaciones laborales, profesionales y bancarias eran m¨¢s lentas, pero m¨¢s seguras. Y si al empleado se le ca¨ªa el librazo, no hac¨ªa falta llamar a la central. Simplemente se agachaba, lo recog¨ªa, lo volv¨ªa a poner en el atril, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria.
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