Tierra y paz
EL TIEMPO dir¨¢ cu¨¢nto ha cambiado la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo despu¨¦s de que ayer se diera por oficialmente concluida la guerra contra Irak. Por de pronto, el problema palestino sigue irresuelto. Naturalmente, el ¨²nico camino viable para su soluci¨®n sigue siendo, como siempre, la aplicaci¨®n de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad, es decir, el intercambio de tierra por paz. El Gobierno de Israel, como siempre tambi¨¦n, sigue aplazando la discusi¨®n con el pretexto de que no existen interlocutores fiables del lado palestino.James Baker, secretario de Estado norteamericano, realiza en estos d¨ªas su segundo viaje a la zona desde el t¨¦rmino de la guerra de Kuwait. Las escalas en Israel, Egipto y Siria han servido a Baker para intentar definir las ideas -ya barajadas hace tres semanas en su primer periplo- en las que se basar¨ªa el renovado esfuerzo de paz. Lo que se propone es convocar una conferencia regional bajo el patrocinio conjunto de Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en cuyo marco pudieran celebrarse, por fin, conversaciones de paz entre los pa¨ªses ¨¢rabes e Israel. Aunque Egipto, con la presumible anuencia de Siria y Libia, afirma que prefiere un formato internacional m¨¢s amplio bajo el auspicio de la ONU (que incluir¨ªa la participaci¨®n de miembros del Consejo de Seguridad menos favorables a Israel que EE UU), su reticencia no debe ser muy obstinada, sobre todo considerando que es la primera vez que Israel acepta la idea de una conferencia-marco, es decir, concebida s¨®lo como escenario de negociaciones bilaterales y sin capacidad para imponer soluciones.
Sin embargo, ¨¦stas son cuestiones m¨¢s bien formales. La dificultad principal sigue siendo que Israel no tiene intenci¨®n de intercambiar paz por territorios, es decir, de retirarse de los que ocupa. Tal actitud cierra toda posibilidad de hallar una soluci¨®n que satisfaga, aunque sea en una medida m¨ªnima, las aspiraciones de los palestinos, condici¨®n, a su vez, para que los pa¨ªses ¨¢rabes reconozcan un Estado jud¨ªo con fronteras seguras.
Es hora de que la comunidad internacional recuerde al Gobierno de Tel Aviv que es ¨¦l quien bloquea con su actitud el progreso de la paz. No es serio que mientras el primer ministro Shamir aparenta discutir planes de paz con Baker, su ministro de Vivienda, Ariel Sharon, asegure no s¨®lo que los jud¨ªos no se marchar¨¢n de los territorios ocupados, sino que se seguir¨¢n construyendo en ellos asentamientos ilegales. La Administraci¨®n de Bush debe ahora incrementar su presi¨®n y forzar al Gobierno de Shamir a negociar con su propia f¨®rmula antes de que se le ocurra otra nueva a?agaza para evitar alteraciones.
En el campo contrario, la crisis del Golfo s¨ª ha producido una revoluci¨®n. El alineamiento de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) con Irak fue un serio traspi¨¦ para la c¨²pula dirigente. Tanto, que son cada vez m¨¢s frecuentes los llamamientos internos a la sustituci¨®n de Yasir Arafat. Simult¨¢neamente, los palestinos de los territorios ocupados, integrados o no en la OLP, han empezado a hacer gala de una in¨¦dita moderaci¨®n; incluso han llegado a proponer su propio plan de paz y negociaci¨®n. Hace tres d¨ªas, los m¨¢s conspicuos de entre ellos fueron recibidos por Baker en Jerusal¨¦n y tuvieron ocasi¨®n de analizar la nueva propuesta de conferencia regional. La sensatez de su postura ha debido convencer al secretario de Estado de que por Fin ha encontrado unos interlocutores que podr¨ªan ser impuestos al Gobierno israel¨ª. El campo ¨¢rabe desea la paz, le conviene y sabe que es la ¨²nica opci¨®n para la prosperidad futura. ?La quiere Israel?
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