El '¨²ltimo tren' de la paz en L¨ªbano
Beirut resucita con vigor desde las ruinas despu¨¦s de 16 a?os de guerra
El cap¨ªtulo de la serie Twin Peaks lleg¨® por primera vez con retraso a Beirut este fin de semana. El presidente, Elias Haraui, aprovech¨® un triste aniversario y la hora de mayor audiencia televisiva de los viernes para difundir un mensaje a sus compatriotas: "Se?oras y se?ores, la infame guerra civil, los 16 a?os de terrible crueldad, han terminado. Gracias a Dios". "No quiero que ¨¦ste sea un nuevo a?o de guerra y miseria. Quiero anunciaros que ¨¦ste ser¨¢ el primer a?o de paz. La hora de la paz ha tocado", declar¨® el presidente en un largo mensaje, en el que tambi¨¦n asegur¨® que las milicias han muerto, aunque eso, claro, todav¨ªa est¨¢ por verse.
Tres ministros del Gabinete de Haraui, en conversaciones telef¨®nicas horas m¨¢s tarde, usaron el mismo clich¨¦: "El ¨²ltimo tren de la paz est¨¢ partiendo". Se irritaron un poco cuando les pregunt¨¦ si el boleto era de ida y vuelta. Despu¨¦s bromearon.Puede parecer incre¨ªble, pero, a fuerza de sobresaltos, si algo han aprendido los libaneses es a tomarse las cosas con calma, especialmente los discursos del Gobierno. Tras el mensaje presidencial, Beirut se sumergi¨® en la rutina de ruido de generadores el¨¦ctricos, los bocinazos de una boda, la radio, etc¨¦tera.
No hubo sorpresa porque el presidente, por cuya boca habla Siria, no hizo sino confirmar el primer buen presentimiento popular en a?os. Un viejo amigo beirut¨ª, que se gana la vida vendiendo banderitas y molinillos de viento para los ni?os de La Corniche, me pregunt¨® si yo, como extranjero, compart¨ªa el optimismo general. Le dije que s¨ª. "Diecis¨¦is a?os...", me dijo el hombre con enorme tristeza. "Ya es hora, por Dios, ya es hora".
Un profesor de Ciencias Pol¨ªticas que se pas¨® los ¨²ltimos nueve a?os de la guerra entre Ginebra y Par¨ªs, aunque efectuando ocasionales excursiones al Beirut cristiano -una boda, un entierro, otro entierro-, dijo: "La guerra ha muerto de fatiga".
Presencia siria
Cierto, si se toma en cuenta un afortunado accidente econ¨®mico: los pa¨ªses que financiaban el conflicto tienen menos dinero que ayer. Desde hace dos a?os, cada bala agujerea los bolsillos de los se?ores de la guerra. Hace menos de dos semanas, Zuheir, un joven miliciano musulm¨¢n, discretamente puso a la venta todos sus bienes: dos kal¨¢shnikov, un RPG-7, una pistola de 9 mil¨ªmetros, granadas de mano y un lote de munici¨®n variada. Quiere comprarse una moto. "Estoy harto de esta vida", me dijo. "Nadie me da visado para largarme de aqu¨ª. La moto ser¨ªa como una vacaci¨®n".Mucho m¨¢s importante que el d¨¦ficit del conflicto es el factor sirio. Adem¨¢s de los 40.000 soldados que tiene en L¨ªbano desde 1976, el presidente Hafez el Asad ha invertido esta vez su prestigio pol¨ªtico personal. EI proyecto de Asad es claro: dar a sus vecinos
Asad es, sin duda, el m¨¢s astuto l¨ªder ¨¢rabe. ?l tambi¨¦n tiene un nuevo orden en mente ahora que Sadam Husein, su viejo y enconado gran rival, ha sido derrotado. A Siria se le imputan ambiciones territoriales sobre L¨ªbano. No vienen al caso. Son pueblos diferentes, y Asad lo sabe. Para ¨¦l lo m¨¢s importante es demostrar con el ejemplo que Damasco es figura central y ¨¢rbitro de los m¨¢s complejos problemas de Oriente Pr¨®ximo. La recuperaci¨®n de L¨ªbano es su mejor tarjeta de presentaci¨®n.
Origen del conflicto
El conflicto liban¨¦s comenz¨® mucho antes de la emboscada de pistoleros falangistas que acribillaron a 27 refugiados palestinos en el barrio cristiano de Ein el Rummaneh, el domingo 13 de abril de 1975. Sin embargo, es s¨®lo a partir de ese momento cuando la crisis libanesa, que para entonces ya era bastante sangrienta, pasa a la categor¨ªa formal de guerra civil.En el fondo de entonces, a grandes rasgos, hay un obsoleto sistema pol¨ªtico inventado por Francia para asegurar el monopolio del poder en manos de los cristianos. Se suman la vigorosa campa?a guerrillera de los palestinos y las ambiciones de Israel, Siria y otros. C¨¢lculos aproximados -en L¨ªbano, comprensiblemente, ya no hay estad¨ªsticas- sit¨²an en 100.000 el n¨²mero de muertos desde ese domingo primaveral de 1975. Los mutilados y heridos pasan del doble.
La guerra, las dos invasiones israel¨ªes, las innumerables subguerras y los miserables conflictos internos acabaron con la prosperidad de un pa¨ªs que se comparaba con Suiza. La l¨ªnea verde-, esa espantosa cicatriz urbana de nueve kil¨®metros de largo que naci¨® aquel domingo, hizo que Beirut se pareciera m¨¢s bien a Berl¨ªn, pero con mucha m¨¢s sangre derramada.
El liban¨¦s de a pie todav¨ªa habla de su calamitoso pasado como resultado de "gran compl¨® internacional". Pero si se le menciona el futuro, es decir, las perspectivas del Pacto de Taif, el plan de paz aprobado por el Parlamento liban¨¦s hace dos a?os, no es dif¨ªcil descubrir que hasta el escepticismo liban¨¦s parece estar agot¨¢ndose.
Tres meses despu¨¦s de la eliminaci¨®n de las barricadas que divid¨ªan Beirut en sectores de musulmanes y cristianos, la gente ha comenzado a actuar como en los remotos tiempos de paz. "Estamos viviendo un boom- un buen boom-, afirma Habib Abu, Fadil, el gerente general del Allied Business Bank, -uno de los 83 bancos que hoy compiten por manejar los negocios que van saliendo de todos lados, incluso de inversores extranjeros. "En dos a?os, m¨¢ximo, Beirut volver¨¢ a ser lo que fue. Y quiz¨¢ mejor", dice Abu Fadil.
Los signos de transformaci¨®n de l¨²gubre capital en ruinas a ciudad que resucita con vigor est¨¢n en todas partes. En esta ciudad donde las empresas de construcci¨®n prosperaron gracias a la demanda de reconstrucci¨®n ya no creen en la posibilidad de una redestrucci¨®n. Los bares y clubes nocturnos en ambos lados de la l¨ªnea est¨¢n repletos. Conseguir una mesa en un restaurante que se manten¨ªa abierto por milagro ahora exige cierta anticipaci¨®n. La calle Makdissi, en el distrito de Hamra, se llama ahora Fashion Street, homenaje a las treinta y tantas nuevas boutiques repletas de lo ¨²ltimo de Par¨ªs, Mil¨¢n o California.
El despegue es colosal en el pueblo de Chtura, en el valle de la Bekaa, a medio camino entre Beirut y Damasco, un liban¨¦s de 40 a?os llamado Fuad Gazale ha abierto un supermercado que recuerda los grandes centros comerciales kuwait¨ªes antes de la guerra del Golfo. El Supermarket Gazale es un oasis de ricos: tel¨¦fonos electr¨®nicos, c¨¢maras y antenas parab¨®Iicas. Casi todo va a parar a Siria, un pa¨ªs donde el fax todav¨ªa est¨¢ prohibido.
Gracias a la liberaci¨®n de la econom¨ªa en Siria, la gradual consolidaci¨®n conexiones comerciales con sus emprendedores vecinos y los enchufes los sirios que hasta hace poco consideraban el papel higi¨¦nico como un lujo, ahora van a Chtura a elegir entre las 17 marcas diferentes de bronceadores extranjeros.
Fuad Gazale, por supuesto no se queja. El Rolex de oro en la mu?eca el traje de Armani son s¨®lo detalles min¨²sculos de su ¨¦xito.Y es imposible sacarle una idea sobre cu¨¢nto dinero ganar¨¢ este a?o, especialmente con gente que se agolpa para comprar televisores de 46 pulgadas a 5.000 d¨®lares cada uno, o sea, cinco a?os de trabajo para el que gana el salario m¨ªnimo en L¨ªbano. "No me gusta dar n¨²meros", dice. "Lo ¨²nico que te puedo asegurar es que este a?o ganar¨¦ seguramente la mitad de lo que ganar¨¦ el pr¨®ximo".
Dejar las armas
A pocos metros de este para¨ªso consumista, en la misma acera del supermercado de Chtura, el liban¨¦s desdentado que cuida el auto elogiar¨¢ a Dios por la generosidad cuando se le pone en el bolsillo el equivalente a 100 pesetas. Aparte del problema pol¨ªtico, que al presidente Haraui se le viene encima de inmediato -los cristianos, los palestinos y los hombres de Ir¨¢n en L¨ªbano no est¨¢n nada dispuestos a dejar las armas como exige el ultim¨¢tum que vence este fin de mes-, est¨¢ ese vigilante de autos que tiene que dar de comer a cuatro hijos, el precipicio entre los ricos y los pobres de siempre.Si existe alguna intenci¨®n de recordar que este gigantesco contraste fue tambi¨¦n causa del conflicto, conviene no toparse con hombres como el ministro de Turismo de L¨ªbano, Talal Arslan. Hijo de una acomodada familia drusa, Arslan tiene 25 a?os y es adem¨¢s el encargado gubernamental de preservar ruinas hist¨®ricas.
"Tenemos que empezar de cero, hacer una industria", dice, haciendo proyectos para un pa¨ªs que no ha visto sino unos cuantos turistas en m¨¢s de una d¨¦cada, donde hoy pr¨¢cticamente no quedan cedros y donde gran parte de los tesoros arqueol¨®gicos, las magn¨ªficas ruinas romanas y enicias, si no han sido destruidas, han sido saqueadas. Le pregunto si en su calidad de guardi¨¢n de monumentos hist¨®ricos para conservar alguno de esos edificios del fantasmag¨®rico centro de Beirut, para recordar a los turistas o a los propios habitantes que un d¨ªa estall¨® un largo fraticidio y no exclusivamente por causas religiosas ni por el gran compl¨® internacional ".
En L¨ªbano sigue habiendo una pobreza pavorosa. "Tenemos que olvidarlo todo ", dice el benjam¨ªn del Gabinete liban¨¦s. "Diecis¨¦is a?os son demasiados ."
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