El pulso del Acta ?nica

En diciembre de 1985, los jefes de Estado y de Gobierno de la CE lograron el acuerdo hist¨®rico de crear el mercado ¨²nico de 1993. Aprobaron tambi¨¦n relanzar la investigaci¨®n europea como ¨²nico camino para competir con la industria de Jap¨®n o EEE UU.El dinero destinado a investigaci¨®n y desarrollo pasar¨ªa as¨ª de representar el 2% del presupuesto de la CE para situarse en el 6%. El Parlamento Europeo propuso entonces un presupuesto global de 1,3 billones de pesetas, que la Comisi¨®n Europea redujo en su propuesta a 910.000 millones y que los Doce recortaron finalmente hasta un m¨¢ximo de 741.000 millones. Para algunos pa¨ªses era incluso ir demasiado lejos y Espa?a se signific¨® con la propuesta m¨ªnima de no pasar de 455.000 millones de pesetas.

El procedimiento de colaboraci¨®n entre las instituciones sancionado en el Acta Unica dej¨® en esta f¨¢se reducido al Parlamento Europeo al mero papel de ser o¨ªdo. La paradoja es que esa participaci¨®n simb¨®lica se ve raf¨®rzada con el procedimiento de cooperaci¨®n (doble lectura y propuestas de enmienda parlamentarias) a la hora de sacar adelante los programas que desarrollan el plan completo. Ah¨ª surgi¨® la pelea y desde el pasado septiembre el resultado ha sido un pulso, enmarcado en el porvenir m¨¢s ambicioso de competencias comunitarias que ofrecen los proyectos de uni¨®n europea. El choque de la Euroc¨¢mara con los Gobiernos subi¨® de tono tras aprobarse el presupuesto de 1990. Aprovechando sus competencias sobre presupuestos, el Parlamento rectific¨® a los Gobiernos y les col¨® 26.000 millones de pesetas m¨¢s para investigaci¨®n.