Chern¨®bil
EN LA historia de la energ¨ªa nuclear hay un antes y un despu¨¦s del 26 de abril de 1986. En la madrugada del aquel d¨ªa, hace hoy cinco a?os, el mundo fue sacudido por el m¨¢s grave accidente nuclear ocurrido hasta la fecha: la explosi¨®n de la central de Chern¨®bil, situada a 130 kil¨®metros de la capital de la Rep¨²blica Sovi¨¦tica de Ucrania, a causa de la fusi¨®n del grafito de uno de sus reactores.Los efectos inmediatos fueron terribles: dos operarios muertos en la explosi¨®n, 28 personas fallecidas a causa de la radiaci¨®n, miles de personas obligadas a abandonar sus hogares, extensos territorios agr¨ªcolas inutilizados para el cultivo y una inquietante nube radiactiva que proyect¨® su sombra sobre varios pa¨ªses europeos. Los efectos a medio y largo plazo se hacen sentir todav¨ªa hoy sobre unas 600.000 personas, de las que 250.000 son ninos, y aun se proyectar¨¢n, por lo menos, durante 50 a?os m¨¢s.
En la conciencia mundial, y especialmente en la europea, el impacto de la tragedia de Chern¨®bil se ha traducido en una sensibilizaci¨®n extrema ante los peligros inherentes al uso de la energ¨ªa nuclear. El mundo tuvo una percepci¨®n tangible de la dimensi¨®n universal de este tipo de accidentes cuyos efectos no se detienen ante fronteras f¨ªsicas o ideol¨®gicas. Corresponde ahora a los Gobiernos, en cuyas manos reside la responsabilidad del uso de la energ¨ªa nuclear, evaluar con rigor la terrible lecci¨®n de Chern¨®bil.
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