"No podemos ser poetas de sal¨®n"
Pregunta.- Usted fue uno de los iniciadores de la poes¨ªa recitada, dirigida a un gran p¨²blico, que romp¨ªa con la tradici¨®n intimista de principios de siglo.. .Respuesta- No, no. Esa es una tradici¨®n popular americana, la tradici¨®n de Whitman y de Sandburg. La poes¨ªa debe comunicar con la gente, este no es momento para una poes¨ªa minoritaria. Es un lujo que no podemos permitirnos mientras contemplemos como arde Roma. Son demasiados los poetas que s¨®lo musitan por lo bajo. La poes¨ªa debe ser inteligible para el hombre de la calle. Eso es lo que Ginsberg logr¨® con Howl, en 1955.
P.- Pero, ciertamente, las circunstancias han cambiado mucho. Los a?os noventa...
R.- De ning¨²n modo, la situaci¨®n actual es muy semejante a la que vivimos antes de 1950, antes de la revoluci¨®n po¨¦tica de San Francisco. No podemos conformarnos con ser poetas de sal¨®n. Se escribe mucha poes¨ªa sobre la poes¨ªa, mucha poes¨ªa sobre el lenguaje y naturalmente, nos lamentamos -como ha hecho recientemente la revista Atlantic Monthly- de la desaparici¨®n del p¨²blico que lee poes¨ªa. El p¨²blico desaparece porque los poetas no le dicen nada importante.
P.- ?De modo que cree necesarlo volver a la poes¨ªa pol¨ªtica?
R.- Claro que hay que escribir poes¨ªa pol¨ªtica. Y tambi¨¦n poes¨ªa intimista, privada. El poeta debe ser capaz de saber qu¨¦ es el hambre, la pasi¨®n. Mucha de la gran literatura contempor¨¢nea proviene del tercer mundo y de Latinoam¨¦rica. Los intelectuales blancos americanos han perdido el sentido de la revoluci¨®n. Con la salvedad de las mujeres: el movimiento de mujeres en EE UU es m¨¢s articulado que en cualquier otra parte. Y la gente de color tambi¨¦n tiene mucho por lo que luchar.
P.- ?En los a?os 50 eran ustedes conscientes de la revoluci¨®n que se estaba produciendo?
R.- Esos fueron los a?os de la contra cultura. Los a?os de Kerouac, de William Burroughs, de Ginsbert... Logramos acabar, en cierto modo, con la era McCarhy, con la persecuci¨®n La gente consideraba a los beat como un grupo de escritore "grotescos" (freaks), pero fueron los mismos poetas quienes se otorgaron ese calificativo. As¨ª iban contra corriente. Yo me vi asociado a ellos porque era yo quien les publicaba los libros, pero en realidad yo era relativa mente conservador. Hasta 10 a?os despu¨¦s del Fin de la guerra no se produjo el cambio que sa cudir¨ªa al pueblo americano. Ese fue el fin de la inocencia americana, remachado por el asesinato de Kennedy.
P.- ?Cree que la reciente guerra ha sido otra manifestaci¨®n de esa pol¨ªtica nefasta?
R.- La maquinaria propagand¨ªstica americana es extraordinaria. Se dir¨ªa que todo el mundo estaba de acuerdo con la administraci¨®n Bush, pero es que cualquier disensi¨®n ha sido silenciada por los medios de comunicaci¨®n.
P.- Usted renov¨® algunas estructuras po¨¦ticas: el verso libre, la l¨ªnea espaciada sobre la p¨¢gina, ?qu¨¦ influencias recibi¨®?
R.- Llev¨¢bamos a la poes¨ªa la forma abierta que ya exist¨ªa entre los pintores de la escuela neoyorkina en los a?os 50 y 60: De Kooning, Motherwell, Kline. Ellos empezaron la action painting y nosotros busc¨¢bamos la pintura en la distribuci¨®n del poema en la p¨¢gina.
P.- Pero esos pintores eran abstractos y en su poes¨ªa hay grandes dosis de realidad...
R.- La poes¨ªa busca una presentaci¨®n realista de hecho de verdad, pero puede emplear t¨¦cnicas abstractas. El poeta debe ser como una c¨¢mara fotogr¨¢fica.
P.- Usted se dedica actualmente a la pintura.
R.- Siempre he pintado, pero ahora prefiero la pintura. Ya pintaba cuando estudi¨¦ en Par¨ªs. Y mi pintura actual es como mi poes¨ªa: a veces l¨ªrica, pero otras veces comprometida, pol¨ªtica. Mire: este es un cuadro reciente y lo he titulado Cest la guerre: muestra dos soldados deinudos, solo con el casco, el uno frente al otro, con el pene erecto. Y este otro, con un mapamundi al fondo y la mancha azul sobre Am¨¦rica y las franjas rojas que se extienden sobre el mundo es la bandera inacabada de los Estados Unidos.
P.- Usted hab¨ªa residido en Espa?a...
R.- En Nerja, en 1965. Viv¨ª all¨ª durante cinco meses. Algunos de mis antepasados eran de or¨ªgen espa?ol: la familia de mi madre abandon¨® Espa?a bajo la Inquisici¨®n y huy¨® a Portugal. Y de Portugal pas¨® a Niza, y a Alsacia y a Dinamarca. Y de all¨ª a las Islas V¨ªrgenes, a Saint Thomas. Nos llamamos Mendes Monsanto, y mi abuelo materno escribi¨® un libro para aprender espa?ol. Lorenzo Monsanto es el nombre que Kerouac me dio en una de sus obras. Y Lorenzo se llama mi hijo.
Babelia
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