Nuevas carreras
EL CONSEJO de Universidades ha empezado a fijar la lista de t¨ªtulos que impartir¨¢ la Universidad espa?ola en el futuro. El ritmo cansino de este proceso no parece justificarse en la razonable cautela que debe presidir el dise?o de la Universidad del siglo que viene.M¨¢s parece deberse a un proceloso debate en la trastienda, en el que juegan los derechos adquiridos del funcionario universitario que busca la conservaci¨®n de su parcela, los c¨¢lculos sobre las necesidades docentes y laborales del pa¨ªs y los recelos de los gremios profesionales ante cualquier nuevo t¨ªtulo. Y sin embargo, el pre¨¢mbulo de la Ley de Reforma Universitarla (LRU) afirma bien claramente "que la Universidad no es patrimonio de los actuales miembros de la comunidad universitaria, sino que constituye un aut¨¦ntico servicio p¨²blico, referido a los intereses generales de toda la comunidad nacional y de sus respectivas comunidades aut¨®nomas".
Siete a?os despu¨¦s de promulgada esta ley, nos encontramos todav¨ªa en el comienzo del proceso de modificaci¨®n de los viejos planes de estudios o de creaci¨®n de los nuevos. A estas alturas, apenas media docena de universidades han sometido ya al Consejo de Universidades planes correspondientes a una decena escasa de t¨ªtulos, y s¨®lo un par de universidades se han adelantando a impartir ense?anzas que conducir¨¢n a t¨ªtulos previstos en la reforma. El Consejo de Universidades acaba de dar su visto bueno a las directrices para la creaci¨®n o reforma de los planes de estudios de unas 40 titulaciones m¨¢s. Todav¨ªa falta una veintena y algunas decisiones est¨¢n a la espera de que se pacifiquen los ¨¢nimos de grupos profesionales visceralmente enfrentados con este motivo.
Algo se mueve, pues, en la Universidad espa?ola a pesar de todo. Uno de los indicios m¨¢s alentadores es la tendencia que demuestran los planes universitarios a abreviar las carreras a cuatro a?os, desalojando el peregrino t¨®pico de que el prestigio de un t¨ªtulo va asociado a la duraci¨®n de la carrera. En la Universidad espa?ola se pierde mucho el tiempo, y la diferencia entre horas de clase realmente aprovechadas y el calendario lectivo es tanta que resulta absurdo pensar que el remedio sea prolongar la estancia en ella.
La libre circulaci¨®n de profesionales en Europa est¨¢ cerca, y la Universidad espa?ola debe cambiar deprisa si quiere evitar un retraso escandaloso. El cat¨¢logo de titulaciones profesionales de Espa?a era considerablemente reducido, y la mayor parte de los diplomas actuales est¨¢n obsoletos. Con el calendario en la mano, y en el mejor de los casos, habr¨¢ que esperar hasta 1995 para que se incorporen al mundo laboral los primeros nuevos profesionales universitarios. Y habr¨¢ que esperar a la pr¨®xima d¨¦cada para que la reforma de todas las ense?anzas universitarias sea general.
Algunas universidades ya se plantean impartir carreras no reconocidas en Espa?a, pero con t¨ªtulos homologados en otros pa¨ªses comunitarios. En definitiva, al margen de la batalla nominalista, lo importante es que la Universidad espa?ola ense?e lo que debe saberse y lo haga bien para que sus licenciados no hagan el rid¨ªculo en Europa. La modernizaci¨®n implica, pues, que la Universidad est¨¦ atenta a la realizaci¨®n de todas las funciones sustanciales que la LRU define, sin las que la tarea de formar profesionales queda incompleta. Entre dichas funciones destacan las de creaci¨®n, desarrollo, transmisi¨®n y cr¨ªtica de la ciencia, de la t¨¦cnica y de la cultura". Los objetivos est¨¢n claros en la misma ley. Ahora falta cumplirlos.
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