Una letra en la calle
?sta es una modesta proposici¨®n a la acumulaci¨®n inevitable de chistes urbanos que van a circular dentro de los pr¨®ximos d¨ªas con relaci¨®n a la pretensi¨®n europea de que la e?e pierda su ra¨ªz espa?ola.La e?e es una letra del asfalto. En Madrid, por ejemplo, siempre se ha arrastrado esa consonante: ha existido como un sonido muy leve, casi argentino. Los argentinos unen la ene y la i -la i, no la y- para decir e?e. En Madrid lo arrastran todo: es una ciudad en la que las letras conviven como acostadas: durmiendo, en medio de una larga siesta que siempre se parece al despertar del alfabeto.
Qu¨¦ desastre. Estaba tan alegre el patio del abecedario, ten¨ªan las calles de las letras tan definido su porvenir, y viene de pronto, como una agresi¨®n cualquiera, Europa entera, la propia Europa, a decir que de todo lo que ten¨ªamos nos sobraba la tilde.
Tienen raz¨®n. Lo que pasa es que no la tienen. La ambivalencia brusca de la virtualidad de la e?e le molesta a Madrid m¨¢s que a nadie: es un tiempo duro el que vive esta letra callejera. En Madrid la e?e vive en madro?o y vive tambi¨¦n en ro?oso, y es en todas las partes de Madrid o de cualquier sitio un signo que sirve para un roto o para un descosido. Si a esta columna se le permite una confesi¨®n personal y escatol¨®gica, dir¨ªa unos versos que aprendi¨® hace a?os en el asfalto cruel de la infancia: todo lo que dec¨ªan esos versos ten¨ªa que ver con los tacos y sus e?es. Era la versificaci¨®n impura de la esencia del hablar de la calle: "El co?o es una maceta / donde se planta el carajo / y si no reto?a el gajo / dale parte a la pu?eta".
La vida urbana est¨¢ hecha de e?es, y Madrid, especie de capital cat¨®lica del reino de las e?es, las atesora como si las hubiera inventado. La moda de Madrid, que fue en los primitivos a?os ochenta una forma de decir la e?e, porque aquella era una edad de la arruga, y la e?e es la arruga por antonomasia, no podr¨¢ ce?ir los vestidos, porque ce?ir viene de e?e. Y los camareros, por ejemplo, no podr¨¢n decir se?or, ni nada, porque tampoco pueden decir, cuando acaba el a?o y sirven la primera, o la pen¨²ltima copa, buen a?o nuevo, se?or. Todo quedar¨¢ entre par¨¦ntesis sin e?es, y no habr¨¢ una palabra sola que deje de sufrir las consecuencias de estar sin ese lugar com¨²n que antes hab¨ªa como una mano veloz sobre la ene.
La e?e urbana
La e?e es un correlato urbano, aquella parte de la letra que se le ha colocado al madro?o como una tilde. Est¨¢ tan llena de e?es la ciudad que ser¨ªa hoy m¨¢s f¨¢cil hacer que Madrid circule por la izquierda que circule sin e?es por el almanaque de las palabras.
No resisto la tentaci¨®n: en Espa?a -Espa?a, ?te acuerdas de que tu quinta letra ten¨ªa un sombrero?- algunas palabras sirvieron como emblema de la e?e y terminaron siendo la met¨¢fora del pa¨ªs. Ahora habr¨¢ manifestaciones madrile?as y ajenas para reivindicar ese espacio menor del teclado en el que tenemos ese sonido mayor de la vida y que suena poniendo la lengua plana sobre el cielo de la boca -el 75% de la lengua: ¨¦se es el porcentaje de la e?e, porque la ene s¨®lo suena cuando decimos algo con el 37% del filo final de la lengua-, pero a nadie se le ocurrrir¨¢ mirar al teclado propiamente dicho: tenemos que adivinar en esa ristra conocida de letras como chorizos una que nadie sabe que se ha roto: la e?e de las m¨¢quinas est¨¢ en el punto y coma, que es algo que no se usa sino para decir que no recordamos qu¨¦ hay despu¨¦s de lo que queda dicho.
Es muy dif¨ªcil explicar que todos estamos con la e?e. Tama?a letra tan significativa s¨®lo sirve para decir que estamos vivos: vi?a, pi?a, madro?o. Es un emblema urbano de Madrid, y como se complica tanto en la conversaci¨®n cotidiana, es imposible no tenerla en cuenta como si fuera el factor humano que tienen dentro todas las letras. Durante siglos, adem¨¢s, sirvi¨® en Espa?a -Espa?a, que ahora dir¨¢n en Madrid, tambi¨¦n como los catalanes: Espanya, Espa?a, aparta de mi la e?e- para decir casi todo lo imprescindible: ahora, si los europeos nos quitan la e?e urbana con la que hemos convivido, no podremos ni siquiera decir que el pr¨®ximo ser¨¢ el a?o 92.
La vida urbana siempre fue un chiste lleno de e?es. Los quieren quitar para allanar el ce?o de Espa?a. El ce?o de Espa?a resistir¨¢ el embate. Y el madro?o ser¨¢ el emblema urbano de la e?e. Eso le queda a la ciudad de Madrid.
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