En el recreo
Es una ma?ana soleada, no hace calor porque corren vientos polares, tampoco es una hora intempestiva en ning¨²n sentido: 10.30, cruzo el umbral de Inspecci¨®n de Hacienda (calle de Mart¨ªnez Cubells); el bedel, chico joven y guapo, anota mi DNI en un papel; subo al tercer piso y abandono el ascensor en busca del despacho n¨²mero 321.No pude ocultar mi sorpresa, que nadie pudo notar, pues aquellas oficinas estaban completamente vac¨ªas. Entr¨¦ en todos los despachos buscando a alguien que me pudiera indicar d¨®nde pod¨ªa encontrar al se?or que buscaba. Parec¨ªa que aquella planta hubiera sido desalojada por alg¨²n aviso de bomba. Desist¨ª pensando que estar¨ªan en el recreo, cuando top¨¦ con los dos ¨²ltimos que en ese momento tambi¨¦n abandonaban el recinto, de los cuales uno me indic¨® d¨®nde estaba el despacho n¨²mero 321, dej¨¦ encima de una mesa la obligaci¨®n fiscal que ten¨ªa que entregar y, saliendo pens¨¦: "S¨ª, seguro que est¨¢n en el recreo". Leonor Gil de Ramales
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