La selva de papel
La burocracia ahoga los proyectos ecologistas del Gobierno de Brasil
En junio de 1992 se celebrar¨¢ en R¨ªo de Janeiro la Eco 92, la conferencia sobre medio ambiente convocada por la ONU. Brasil se prepara, y el objetivo es ofrecer a los visitantes -cerca de 40.000 personas son esperadas- la imagen de un pa¨ªs preocupado en preservar sus reservas naturales. Pero los proyectos conservacionistas del Gobierno brasile?o se ven ahogados por otra selva no menos real: la selva de papel de los bur¨®cratas.
El Gobierno brasile?o se ha comprometido a dar prioridad absoluta a los proyectos de infraestructura de sus unidades de preservaci¨®n de reservas, parques y estaciones ecol¨®gicas. Sin embargo, los resultados no son de momento muy halag¨¹e?os: de las 350 unidades de preservaci¨®n, tanto a nivel federal como a nivel provincial, cerca del 70% existe solamente sobre el papel.Los cajones de los bur¨®cratas de turno est¨¢n llenos de mapas, gr¨¢ficos, planos, decretos, asegurando protecci¨®n a 300.000 kil¨®metros cuadrados -es decir, el 5% del territorio nacional pero una superficie equivalente a la de toda Italia-. S¨®lo el 33% de las reservas naturales brasile?as cuentan con una infraestructura m¨ªnima (puestos de vigilancia y alambradas) y s¨®lo el 19,5% del total cuenta con veh¨ªculos, equipo de apoyo, armas y personal en n¨²mero adecuado.
Para controlar esos 300.000 kil¨®metros cuadrados, el Instituto Brasile?o de Medio Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA) cuenta con 548 fiscales, t¨¦cnicos e ingenieros forestales. Eso significa un vigilante para cuidar un ¨¢rea natural cuya extensi¨®n equivale a la mitad de una ciudad como R¨ªo de Janeiro. El mismo IBAMA calcula que ser¨ªan necesarios por lo menos 3.200 fiscales para asegurar una vigilancia m¨ªnima sobre las ¨¢reas protegidas.
De todos los parques nacionales brasile?os, el Gobierno logr¨® regularizar solamente el 22%. Para expropiar todas las ¨¢reas preservadas por decreto el Gobierno deber¨ªa pagar unos mil millones de d¨®lares (m¨¢s de 100.000 millones de pesetas). Hasta ahora, el IBAMA no ha expropiado siquiera un metro cuadrado de reservas naturales.
El problema es especialmente agudo en la Amazonia, donde el Gobierno no es due?o de ning¨²n parque nacional y donde hay un guarda forestal por cada 3.666 kil¨®metros cuadrados. El parque nacional del Pico de la Neblina, en la frontera con Venezuela, es un claro ejemplo de la situaci¨®n. El parque tiene importantes reservas minerales y sufre una seria devastaci¨®n. Sus cinco ¨¢reas ind¨ªgenas son invadidas constantemente por los garimpeiros (buscadores de oro) y los conflictos se suceden. Carreteras y pistas clandestinas para peque?os aviones cortan la selva y nadie puede hacer nada: al fin y al cabo, la reserva existe s¨®lo sobre el papel.
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