Un buen principio
LA VISITA oficial a Espa?a del presidente de Brasil, Fernando Collor de Mello, interesante por muchos motivos, tiene una proyecci¨®n sustancialmente econ¨®mica que no la hace sencilla. Las relaciones pol¨ªticas entre ambos pa¨ªses son excelentes, pese a que el arraigo hispanista de Brasil sea menor que el del resto de las naciones del continente. Pero es su situaci¨®n econ¨®mica la que no hace f¨¢cil el establecimiento de canales de cooperaci¨®n y comercio entre ambos pa¨ªses. El comercio espa?ol con Brasil es muy deficitario.Por esta raz¨®n debe evaluarse especialmente la cordialidad con que se ha desarrollado el viaje y la aparente decisi¨®n de Madrid, contenida en el discurso del Rey en el transcurso de la cena de gala, de ayudar al pa¨ªs latinoamericano a superar las dificultades por las que atraviesa. Madrid, cuya vocaci¨®n de actuar como puente entre Latinoam¨¦rica y la Comunidad Europea a la que pertenece es manifiesta, alienta la racionalizaci¨®n de las econom¨ªas de los pa¨ªses del continente, entre ellas la brasile?a. Ayer, Fernando Collor y Felipe Gonz¨¢lez suscribieron el acta de bases para la elaboraci¨®n de un tratado de cooperaci¨®n hispano-brasile?a cifrado en m¨¢s de 300.000 millones de pesetas. Al hacerlo no s¨®lo pon¨ªan los cimientos de un acuerdo financiero de trascendencia, sino que sumaban Brasil al resto de los grandes latinoamericanos con los que Espa?a ha firmado ya tratados de esta naturaleza (Argentina y Chile, entre otros). Queda mucho que negociar, lo que no ser¨¢ f¨¢cil con un equipo econ¨®mico brasile?o absolutamente in¨¦dito tras la dimisi¨®n en bloque hace una semana del que hab¨ªa empezado a intentar domesticar la econom¨ªa de aquel pa¨ªs. Pero las bases est¨¢n sentadas.
Brasil padece graves dificultades en materia de disciplina monetaria, de deuda exterior y de equilibrio econ¨®mico interior. Tiene un agudo problema de solvencia originado en el comportamiento inflacionista de su econom¨ªa -una tensi¨®n que, aunque muy dificil de neutralizar, ha sido brutalmente reducida desde el 1.000% de hace un a?o al 60% de ahora-. Con una capacidad de pago elevada debido a un flujo continuo de exportaciones, la deuda brasile?a es, no obstante, de 120.000 millones de d¨®lares, una de las m¨¢s altas del mundo. Todo ello hace de aquel pa¨ªs un socio a veces imprevisible.
Los tratados de cooperaci¨®n econ¨®mica que ha firmado Espa?a con algunos pa¨ªses latinoamericanos han sido utilizados fundamentalmente para la financiaci¨®n de empresas reprivatizadas. En Argentina, por ejemplo, la relaci¨®n ha dado pie a la compra por Iberia de Aerol¨ªneas Argentinas o por Telef¨®nica de parte de la compa?¨ªa de telecomunicaciones. Es decir, que el riesgo que corren los inversores espa?oles suele garantizarse invirtiendo capital en empresas -previamente estatales- que ya han dado se?ales de viabilidad y racionalizaci¨®n. Ello tiende a excluir la financiaci¨®n de proyectos innovadores de importancia, en los que el resultado es inseguro y est¨¢ sometido, como ocurre en el caso brasile?o, a vaivenes legislativos graves. Las autoridades monetarias de esta rep¨²blica suelen imponer arbitrariamente restricciones a la repatriaci¨®n de capital, con el consiguiente perjuicio para los inversores extranjeros. ?se es un tema en el cual las autoridades espa?olas deben asegurarse de que las brasile?as ofrecen suficientes garant¨ªas.
Por otra parte, son los empresarios espa?oles quienes deben contestar a la pregunta de si est¨¢n capacitados para exportar no ya capital (que 300.000 millones de pesetas es cifra peque?a en una operaci¨®n de este tenor), sino lo que verdaderamente necesita Brasil, la tecnolog¨ªa de administraci¨®n de empresas. Puede que visitas como la del presidente Collor sirvan para que el capital y el empresariado espa?oles tomen conciencia de esta necesidad y obren en consecuencia y con mayor agilidad.
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