La feria del susto
Vinieron de Sevilla, los que presenciaron la feria, con las orejas gachas. Dificil imaginar algo peor: nos toc¨® asistir no s¨®lo a la feria del toro inv¨¢lido, del torero sin fantas¨ªa y poder, sino a la del toro sordo, puesto que los de oro, no pudiendo o sabiendo citar con la franela y la pierna, lo hac¨ªan cantando y gritando.Y el toro no acud¨ªa al cite normal cuando lo intentaban ni les o¨ªa cuando cantaban y gritaban, ya que era sordo o no era mejor la voz del torero.
Siento decir estas cosas al hilo de la farsa, en primer lugar porque ¨¦sta no me ha gustado nunca en el drama de la vida, y en segundo lugar, porque no me parece bien usar la farsa para esconder la tragedia.
Mis compa?eros del Club Yaurino de Mil¨¢n me han tachado siempre de optimista sin guarnici¨®n. Para m¨ª, una botella medio vac¨ªa estar¨¢, y seguir¨¢ estando, medio llena por la sencilla raz¨®n de que el optimista es un pesimista m¨¢s informado. Pero aqu¨ª y ahora hay que decir la verdad, y decirla toda.
Sevilla nos ha hecho tocar con la mano una realidad que ya estaba all¨ª y que no sab¨ªamos o quer¨ªamos ver.
Atm¨®sfera de H¨ªspalis
El aire de eterno cristal, la atm¨®sfera que en H¨ªspalis pasa a trav¨¦s de la historia, nos ha revelado lo que con un maravilloso t¨ªtulo ha escrito Paul Sweezy: El presente como historia. En Sevilla, el presente, haci¨¦ndose historia se nos ha hecho realidad; o sea, posibilidad de pensamiento o de prueba, que, en definitiva, es lo mismo.
Algunos han calificado la Feria de Abril como un fracaso ganadero. Es cierto, pero ha sido un fracaso torero y, aunque no se sepa y a pesar de las ganancias, un fracaso empresarial. Y encima, un fracaso de p¨²blico, porque el de Sevilla se ha encontrado en la necesidad de organizar un medio mot¨ªn, copiando a Madrid.
Un r¨¢pido sondeo que he intentado entre los que saben ha dado este resultado colectivo: "Venimos asustados". Cosa extra?a: Sevilla ya estaba a las espaldas y nadie puede sentir susto por un peligro pasado. Se puede permanecer en estado de choque; pero de susto, nada. Y si hay tal sensaci¨®n, que es cierto, ¨¦sta se dirige hacia el futuro.
En la feria general de muestras que es la isidrada, hay todav¨ªa la esperanza, ¨²ltima diosa, de que lo de Sevilla haya acontecido por un mont¨®n de circunstancias que no pueden volver a repetirse.
Falta todo y nada
Me preguntaron qu¨¦ opinaba sobre los carteles de Madrid y qu¨¦ echaba en falta. No supe casi contestar, porque lo que faltaba era todo y nada. Por eso, cuando ahora hablamos de susto, es con este sentimiento interesant¨ªsimo que miramos el futuro pr¨®ximo, como los que saben m¨¢s o menos c¨®mo ser¨¢ y no saben qu¨¦ hacer para que as¨ª no sea.
De vez en cuando la historia se divierte al descomponer todas las previsiones. Conozco gente que se ha pasado los ¨²ltimos dos a?os en varias crisis hep¨¢ticas por la imprevista ca¨ªda de todos los ¨²ltimos sue?os racionalcomunistas. Ojal¨¢ fuera as¨ª en Madrid, porque tengo una medicina para el h¨ªgado muy buena para todos, pero ahora el pesimismo m¨¢s agudo ¨¨ d'uopo, como decimos en mi tierra.
Hay m¨¢s: el juego del toro tiene la misma edad que el pastoreo y la primera agricultura, la corrida hist¨®rica, m¨¢s de mil a?os, la moderna, doscientos; la contempor¨¢nea, setenta. Es un milagro que en una sociedad posindustrial y homog¨¦nea como la nuestra sobreviva un fen¨®meno tan contradictorio.
"Ibis redibis non morietur in bello", murmuraba la sibila, pero, como no pon¨ªa las comas, nadie sab¨ªa el futuro y permanec¨ªan las dudas. De este tipo es la ¨²ltima esperanza.
Y, adem¨¢s, desde mi tendido de Sevilla ve¨ªa la Giralda, mientras desde mi tendido de Las Ventas s¨®lo veo el cielo.
es presidente del Club Taurino de Mil¨¢n.
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