Las dunas devoran Mauritan¨ªa
La arena del Sahara, a 10 kil¨®metros por a?o, entierra el pa¨ªs
La arena del desierto del Sahara, rojiza y tan fina como polvo de talco, avanza a una velocidad de diez kil¨®metros por a?o haciael Suroeste y en su camino est¨¢ enterrando a Mauritania, un pa¨ªs dos veces m¨¢s extenso que Espa?a. La pesadilla para los bereberes que han vivido desde hace siglos en los oasis empez¨® cuando la atroz sequ¨ªa de 1968 y 1969, de la que la regi¨®n no se ha recuperado, acab¨® con la escasa vegetaci¨®n que fijaba la arena del desierto.
Hace 20 a?os las dunas vivas del Sahara iniciaron su avance implacable empujadas por los vientos del Noreste, cubriendo monta?as, devorando a su paso pueblos enteros, enterrando palmerales, invadiendo pistas y carreteras, expulsando de los oasis a una poblaci¨®n que antes de abandonar estas islas de vegetaci¨®n las arrasaron en un ¨²ltimo intento por sobrevivir. Inconscientes de la cat¨¢strofe natural desencadenada, cortaron ¨¢rboles y dejaron que sus cabras y camellos se comieran las plantas. Hoy son un pueblo acosado y amenazado al que no le queda m¨¢s remedio que luchar contra la arena porque no tiene a d¨®nde ir."El desierto siempre ha sido nuestro amigo, pero cuando el equilibrio natural se ha roto, se ha convertido en un enemigo contra el que hay que luchar y tenemos que ganar esta guerra", afirma Abdi Ould Waghef, mostrando una duna rojiza que ya se ha comido parte del palmeral del oasis de Otijeft. Este ingeniero agr¨ªcola nacido en el desierto hace 32 a?os, es el coordinador del Proyecto Oasis, financidado y asesorado mediante ayuda internacional, por el que los n¨®madas han emprendido la colosal tarea de poner freno al desierto.
Est¨¢n construyendo barreras contra las dunas y perforando pozos en 1.200 de las 5.000 hect¨¢reas que ocupa el centenar de oasis de Mauritanla. En ellos, que suponen el 5% de las tierras de labranza del pa¨ªs, viven 230.000 personas, seg¨²n datos de la FAO.
"Recuerdo que el cielo era muy limpio hace a?os, se ve¨ªan claramente las monta?as, y ahora siempre est¨¢ borroso el horizonte porque el aire est¨¢ enarenado", recuerda Dahaman Ould Sidi Ba, de 60 a?os, en la pequefia ciudad de Atar. Es la ¨¦poca delas tormentas de arena, previa a los meses de julio y agosto en que caen las ¨²nicas lluvias del a?o, y una neblina constante enturbia el paisaje.
Este azote de la naturaleza ha caldo sobre uno de los pa¨ªses con nivel de vida rural m¨¢s bajo del mundo, que no ha sufrido hasta ahora hambrunas devastadoras, pero vive en una ajustada econom¨ªa de subsistencia agravada por la agresi¨®n del desierto, que le ha obligado a importar el 58% de cereales y depender de la ayuda internacional.
No era un vergel este territorio, sino un desierto de piedras y tierra, pero estable y en los oasis de palmeras de las formaciones geogr¨¢ficas donde se concentra agua de las lluvias o de capasfre¨¢ticas, viv¨ªa la mayor¨ªa de los habitantes del pa¨ªs. La marea de arena se ha desplazado ya hasta casi el r¨ªo Senegal y con la ola se ha movido la poblaci¨®n, abandonando los palmerales y presionando demogr¨¢ficamente sobre la regi¨®n del r¨ªo fronterizo del Sur y las dos ciudades del pa¨ªs. Nouakchott, la capital, ten¨ªa hace 30 a?os 50.000 habitantes y hoy alberga a una poblaci¨®n de casi medio mill¨®n.
El proyecto Oasis quiere detener la emigraci¨®n desde los oasis a las ciudades y, junto con el plan de regad¨ªo en el sur y un intenso programa de semillas, pretende levantar la agricultura del pa¨ªs. Para ello, con los 1.800 millones de pesetas del proyecto, financia-dos por el Fondo Internacionalde Desarrollo Agr¨ªcola (FIDA) y el Fondo ?rabe para el Desarrollo Social y Econ¨®mico, se hab¨ªan propuesto construir en cinco a?os 200 kil¨®metros de barreras contra la arena, estabilizar 1 . 100 hect¨¢reas de dunas y perforar 3.100 pozos, instalando 710 bombas de agua.
En 1991 concluye la primera fase del proyecto Oasis y los mauritanos muestran orgullosos sus resultados: 337 kil¨®metros de barreras, 2.137 pozos con 653 bombas y 1.200 hect¨¢reas de dunas estabilizadas. "Hay adem¨¢s beneficios no cuantificables, como la formacion de los agricultores, la experiencia adquirida por los habitantes de los oasis y la cantidad de agua conservada", afirma Wahef.
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