Irak cura sus heridas
A tres meses del fin de la guerra, Bagdad aparenta haber recuperado la normalidad

Dos centenares de obreros se afanan en la reconstrucci¨®n de la central de comunicaciones de Salhiya, en el centro de Bagdad. El edificio, como todos los de su naturaleza, qued¨® completamente destruido durante los bombardeos. En total, cerca de medio mill¨®n de hombres como ellos tratan de restaurar los servicios p¨²blicos esenciales en todo el pa¨ªs. Los resultados empiezan a ser visibles y, a s¨®lo tres meses de concluida la guerra, la capital iraqu¨ª aparenta haber recuperado la normalidad, excepto en lo que respecta al tel¨¦fono.
Tan pronto como cesaron los combates, las autoridades se pusieron manos a la obra. Dos d¨ªas despu¨¦s, el 3 de marzo, los primeros equipos empezaban a retirar los escombros y a reparar lo que s¨®lo result¨® da?ado de forma parcial.Orgullosos de ello, los funcionarlos insisten en la rapidez de las operaciones. "S¨®lo un Gobierno en pleno control del aparato estatal puede movilizar tal cantidad de recursos humanos en tan escaso tiempo", comenta un observador occidental que no trata de ocultar cierta admiraci¨®n.
Con todo, al menos en Bagdad, la destrucci¨®n no resulta tan visible como cupiera esperar de la intensidad de los bombardeos descritos por los medios de comunicaci¨®n. La ciudad est¨¢ en pie y los da?os de gravedad se limitan a centros de comunicaciones, f¨¢bricas, puentes y edificios oficiales.
"Para quien conozca Beirut, resulta dif¨ªcil impresionarse", manifiesta el enviado especial de la agencia France Presse, Jacques Charmelot, tras varios a?os de corresponsal en la capital libanesa.
A diferencia sin embargo de lo que suced¨ªa durante la guerra con Ir¨¢n, las autoridades iraqu¨ªes no esconden los lugares alcanzados por las bombas, sino que los muestran a los periodistas como un museo de los horrores, que los gu¨ªas del Ministerio de Informaci¨®n han aprendido de memoria.
"Es una pena que no viniera usted antes, para que viera mejor el desastre y c¨®mo se han ensa?ado con nosotros 30 pa¨ªses, de los que al menos tres eran grandes potencias", recita con devoci¨®n el acompa?ante de turno.
La guerra ha operado dos transformaciones inmediatas en el funcionanado que tiene contacto con la prensa. De un lado, se ha imbuido de una cierta humildad que le permite reconocer la derrota, algo impensable hace tan s¨®lo cinco meses, en v¨ªsperas del conflicto. De otro, est¨¢ obsesionado por convencer al informador de que es libre para escribir lo que quiera, que ya no existe la censura y que s¨®lo necesita permiso para salir de la ciudad de Bagdad.
Liberalizaci¨®n
Esta liberalizaci¨®n del trabajo de los reporteros es un hecho, pero desafortunadamente no ha traspasado las paredes del Ministerio de Informaci¨®n.
Nadie se atreve a hacer una cr¨ªtica o un comentario contrario a la pol¨ªtica oficial. "A¨²n no se han acostumbrado a la idea de que la prensa pueda husmear libremente y muchos tienen miedo de que esa tolerancia pueda acabarse de la noche a la ma?ana", asegura un periodista italiano que ha pasado varios meses en el pa¨ªs.
Ejemplo de ello es mi conversaci¨®n mantenida con Souba Yass, el ingeniero responsable de la reconstrucci¨®n de la central de Salhiya.
- ?Cu¨¢nto tiempo va a llevar el volverla a poner en marcha?
- Con la ayuda del pueblo iraqu¨ª, el menor posible.
- ?Dos o tres meses tal vez?
- Puede ser, tal vez m¨¢s o tal vez menos. No puedo decirle con exactitud.
- Esta tarea debe de ser cara, ?sabe aproximadamente cu¨¢nto puede costar?
- Intentaremos que lo m¨¢s barato posible, con los materiales de que disponemos.
- ?Le falta alg¨²n material del que no disponga en Irak?
- ?sa es una cuesti¨®n post factum, con los materiales iraqu¨ªes vamos a cumplir nuestra tarea, si Dios quiere.
La conversaci¨®n se desarrolla en ingl¨¦s, sin int¨¦rprete, aunque la oreja de un comisario pol¨ªtico permanece atenta. Junto a los obreros, unos 200, pululan por el lugar varios miembros del Partido Baaz (en el poder), distinguibles por su uniforme verde oliva de aspecto paramilitar. En sus manos est¨¢n los planos y tambi¨¦n las ¨®rdenes. Mi interlocutor va de paisano. Le doy las gracias y me despido.
La segunda estaci¨®n de esta gira-calvario es la plaza de Gamal Abdel Nasser. All¨ª, los periodistas contemplan los edificios reventados del Ministerio de Justicia y del ya abolido de la Gobernaci¨®n. Nadie trabaja en su reconstrucci¨®n. "Se ha dado preferencia a los servicios p¨²blicos, los empleados del ministerio pueden trabajar en cualquier otro lugar", explica el gu¨ªa para justificar la inactividad.
Desde all¨ª, enfilamos la calle Haifa, una moderna avenida residencial en la que a¨²n se conservan, restauradas, algunas de las casas tradicionales bagdad¨ªes del periodo colonial, de las pocas que han sobrevivido en la nueva ciudad. Afortunadamente, ninguna bomba ha ca¨ªdo en esta zona desde el misil que la hiriera en la ¨²ltima fase de la guerra de las ciudades, hace casi cuatro anos, y que ya ha cicatrizado.
El siguiente esqueleto de hierro retorcido es la central de comunicaciones de Sinak, justo al otro lado del r¨ªo Tigris, junto al zoco Al Rachid. Este bloque de hormig¨®n de una decena de pisos de altura, se convirti¨® en una de las v¨ªctimas m¨¢s famosas al encontrarse justo enfrente del Ministerio de Informaci¨®n, lugar de paso obligado para todos los corresponsales extranjeros.
Irak cura sus heridas
La ruta hacia el centro de la ciudad desemboca en la plaza de Taherir, parcialmente desplazada en su papel de coraz¨®n urbano por el hundimiento del puente de Al Yumburia, que la un¨ªa con el lado Oeste de Bagdad. La destrucci¨®n de este y otros dos puentes -el cuarto s¨®lo result¨® parcialmente da?ado- ha distorsionado por completo el tr¨¢fico de la capital, que ahora se acumula sobre, la media docena restante, en especial en el m¨¢s cercano de Sinak. "Por suerte, la estructura de apoyo no ha resultado da?ada", aclara el cicerone se?alando las columnas de hormig¨®n que sujetan el conjunto. Pero los dos mordiscos arrancados por las bombas apenas han dejado en pie un par de tramos intermitentes.La Organizaci¨®n Estatal de Carreteras y Puentes se apresura a cubrir los espacios vac¨ªos, aunque sea con material destinado a alg¨²n proyecto en Kirkuk, tal como indica el sello de la compra a Krupp-Reinhausen, fechada el 20 de noviembre de 1980.
Puentes y carreteras
En total, la comisi¨®n interministerial creada al efecto ha emprendido desde el final de los combates la reconstrucci¨®n de 19 puentes, 50 v¨ªas de acceso y 14 tramos de carretera, que en conjunto alcanzan los 536 kil¨®metros.
Al frente de este colosal esfuerzo, el presidente Sadam Husein ha colocado a su yerno y ministro de Defensa, Husein Kamel Hasan. Sobre este hombre de confianza de jefe del Estado ha reca¨ªdo tambi¨¦n la responsabilidad de reparar los servicios telef¨®nicos, una tarea para la que puede contar con sus antiguos empleados del Ministerio de Industria, que ya en el pasado evitaron contratar a compa?¨ªas extranjeras.
Desde lo alto del puente Al Yumhuria se divisa, en direcci¨®n sur, la chimenea en acci¨®n de la refiner¨ªa de Dora, tambi¨¦n alcanzada durante los combates, pero ya recuperada. "Si pide un permiso especial, puede visitarla", me informa mi acompa?ante. Irak asegura disponer ya de una capacidad de producci¨®n de crudo de 1,2 millones de barriles diarios, seg¨²n ha declarado su ministro de Petr¨®leo. Este nivel, apenas una cuarta parte del potencial previo a la crisis del Golfo, proviene sobre todo de los campos del norte del pa¨ªs, ya que en el sur las instalaciones se encuentran bajo m¨ªnimos.
A¨²n as¨ª, los responsables se muestran optimistas respecto a un pronto reinicio de las exportaciones. La Compa?¨ªa Estatal para la Comercializaci¨®n del Petr¨®leo, conocida por sus siglas en ingl¨¦s SOMO, ha anunciado a sus clientes que espera poder volver a abastecerles para el ¨²ltimo trimestre de este a?o. Tal previsi¨®n supone que Bagdad calcula que la ONU le levantar¨¢ el embargo el pr¨®ximo agosto, cuando el Consejo de Seguridad revise su cumplimiento de la resoluci¨®n 687.
De momento, las sanciones econ¨®micas han puesto a prueba la capacidad de resistencia del ciudadano de a pie. Asustado ante la terrible escalada de los precios, sobrevive con una cartilla de racionamiento siempre escasa y admira por el rabillo del ojo los puestos de fruta, que sabe inalcanzable.
Nada que no hubiera surgido ya durante los ocho a?os de guerra con Ir¨¢n, s¨®lo que ahora desconf¨ªa de las reservas estatales y, para colmo de males, no puede telefonear a su familia de Suleimaniya, por ejemplo.
Con todo, a¨²n hay quien puede gastarse cien dinares (dos tercios de un sueldo medio iraqu¨ª) en invitar a cenar a la novia en el hotel Al Rachid.
Este reducto de periodistas y visitantes extranjeros ha suprimido sus pretenciosos buf¨¦s de preguerra y sirve una carta modesta y limitada, tanto en la variedad como en la cantidad, a precios astron¨®micos si tenemos en considerci¨®n para el nivel de vida local.
Los advertidos se traen el agua mineral desde Jordania. A los dem¨¢s, siempre les queda el recurso de beber whisky o cerveza, dos bebidas que curiosamente no faltan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
