Los penaltis dieron el titulo al Estrella Roja
Nos rompieron las ilusiones. Dese¨¢bamos que dos equipos de calidad ofreciesen una exhibici¨®n de sus talentos ofensivos, pero hoy d¨ªa, y m¨¢s a¨²n en una final europea, los t¨¦cnicos se resisten a dar al aficionado neutral el regalo apetecido. S¨®lo anhelan brindar la victoria a su parroquia.Ambos equipos decidieron que el ¨¦xito pasaba no por explotar sus propias cualidades, sino por anular las del rival. Raymond Goethals, el t¨¦cnico del Marsella, anunci¨® sus intenciones al eliminar del centro del campo a un artista como Tigana para incorporar a Fournier con la misi¨®n de perseguir a Prosinecki.
Al mismo tiempo, Germain realizaba el preanunciado marcaje a Savicevic, y Di Meco anul¨® a Binic. A ra¨ªz de todo lo expuesto, Pancev se qued¨® sin suministro. Por el bando contrario, Sabanadzovic, convertido en el lateral derecho por la lesi¨®n de Radinovic, se ocupaba de Pel¨¦; Nadjoski, de Papin, y Marovic, de un Waddle muy intermitente.
As¨ª se eclipsaron todas las estrellas que nosotros -Mendoza incluido- hab¨ªamos venido a observar. Adem¨¢s, el Marsella dejaba tan s¨®lo a Mozer y Boli defendiendo la raya del centro del campo cuando ten¨ªa el bal¨®n. Cuando lo ten¨ªan los yugoslavos, cuatro hombres, en l¨ªnea ced¨ªan s¨®lo 10 metros de su propio territorio y tend¨ªan la trampa del fuera de juego.
De esta forma, el espect¨¢culo se reduc¨ªa a una serie de batallas individuales entre creyentes de que jugar al primer toque representa un sacrilegio. Entre unos doctores en ciencia futbol¨ªstica condenados a utilizar su maestria para retener la pelota y luego entregarla con criterio conservador sin poder levantar la cabeza. Con los discipulos de Goethals reduciendo las dimensiones del terreno de juego, no hab¨ªa espacio para m¨¢s.
El Estrella Roja no sab¨ªa c¨®mo romper el dominio territorial del conjunto franc¨¦s. Los hombres de Petrovic, acostumbrados a suministrar pases a los pies de sus genios y esperar el milagro, s¨®lo intentaron aprovechar los solares abiertos detr¨¢s de la defensa francesa con un par de pases largos hacia huecos aprovechables por alguna galopada del extremo derecha Binic, una de las cuales acab¨® en un tiro a la parte externa de la red en el minuto 12.
Por si todo esto fuera poco, los avances de unos y otros se cortaban en un sinf¨ªn de faltas que, seg¨²n los deseos confesados de Goethals, eran demasiado lejanas para ser da?inas para la salud de los porteros.
La excepci¨®n que corfirm¨® dos reglas fue un pase largo al hueco detr¨¢s de la defensa francesa en el minuto 78 que acab¨® en una falta a Pancev al borde del ¨¢rea rematada contra la pared por Prosinecki. Minutos despu¨¦s roz¨® el poste con una, repetici¨®n desde m¨¢s lejos. El rubio Prosinecki al menos dio fe de su calidad a base de cubrir kil¨®metros y hacer recordar en algunos momentos al Schuster de hace una d¨¦cada.
Todo lo dem¨¢s significaba una victoria por puntos de un Marsella m¨¢s compacto. Mientras el Estrella Roja no daba trabajo al portero Olmeta, los franceses inquietaron a Stojanovic durante muchas fases del segundo tiempo, sobre todo a trav¨¦s de tres remates de cabeza, uno de Casoni y dos de la estrella inglesa Waddle. El Marsella llegaba con insistencia, pero no encontraba el golpe de finitivo. El abandono en el minuto 84 de Savicevic, entre lesionado y aburrido, pareci¨® se?al de que los yugoslavos iban a disputar la pr¨®rroga con el conjunto a¨²n m¨¢s debilitado. Pero durante la media hora adicional ni siquiera el golpe de efecto de la entrada de: Stojkovic frente a sus ex companeros produjo el resultado deseado por los jugadores franceses.
Las dos horas de juego acabaron en un rosario de golpes, fricciones y amagos de tangana. Al final de todo, el l¨ªbero rumano-yugoslavo Belodedici, uno de los verdugos del Barcelona en 1986, se convirti¨® en el primer jugador campe¨®n de Europa con dos equipos distintos pero de id¨¦ntica, forma: empate a cero, pr¨®rroga y penaltis.
Quer¨ªamos hablar de figuras y goleadores y acabamos ha blando del portero Stojanovic, te¨®ricamente el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil del Estrella Roja, pero que acab¨® decidiendo el destino de la Copa de Europa al pararle el penalti a Amor¨®s. Quer¨ªamos poes¨ªa, pero nos dieron prosa.
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