La ?pera, un dinosaurio en pleno siglo XX
Una especialista francesa explica la crisis del teatro l¨ªrico en Par¨ªs
Un libro de reciente publicaci¨®n en Francia, Le syndrome de l'op¨¦ra, de Maryvoime de Saint Pulgent, da la puntilla a la operaci¨®n de populismo cultural montada alrededor de la Op¨¦ra-Bastille; el libro es tambi¨¦n una reflexi¨®n radical sobre las posibilidades de supervivencia que el futuro depara al teatro l¨ªrico. Adem¨¢s, las dimisiones de Cartier y Schneider, administrador del viejo teatro Garnier el primero y gerente del moderno invento de la Bastilla el segundo, testimonian una crisis que confirma las tesis de la autora.
El caso de la Op¨¦ra-Bastille es conocido: se ide¨® para ofrecer m¨¢s representaciones y montajes que los que permit¨ªan, en Par¨ªs y juntos, los teatros Garnier y Favart, y para poner al alcance del p¨²blico m¨¢s localidades a mejor precio. La m¨ªtica ¨®pera popular, ¨¦se era su objetivo. El resultado es un local que no logra dar m¨¢s all¨¢ de 75 funciones al a?o, que pone a la venta las entradas a un precio superior al que reg¨ªa en tiempos de sus clasistas antecesores y que necesita una soberbia ayuda del Estado."Modernizar el palais Garnier para aumentar su productividad", explica la autora del libro, "costaba casi 500 millones de francos (unos 10.000 millones de pesetas) pero la nueva sala construida en la plaza de la Bastilla ha supuesto un desembolso que ahora ya supera los 3.000 millones de francos. Es un problema psicol¨®gico: lo que parece caro es barato si permite inauguraciones solemnes en las que el poder puede ofrecerse como protagonista del espect¨¢culo". Ministros socialistas, gaullistas, liberales o centristas no se han atrevido a cancelar un proyecto innecesario: "no permite una mec¨¢nica de teatro de repertorio, su escenario es ¨²nico en el mundo hasta el punto de no poder adaptarse a ciertas producciones o de realizar montajes que luego no pueden exportarse, el coste de su mantenimiento es astron¨®mico, no ha resuelto el problema de las mafias sindicales y arquitect¨®nicamente es un fiasco". Adem¨¢s, para la temporada 1991-1992 ya est¨¢ prevista una marcha atr¨¢s escandalosa: Garnier acoger¨¢ de nuevo varias ¨®peras y el ballet visitar¨¢ la Bastilla, rompiendo as¨ª la tan loada especializaci¨®n.
Pierre Boulez
Maryvonne de Saint Pulgent trabaja en la revista Le Point y hace ya un par de a?os se gan¨® la enemistad de parte del mundillo musical franc¨¦s al denunciar la situaci¨®n de casi monopolio de la que se beneficia el m¨²sico Pierre Boulez. "Boulez es el responsable musical de Radio France, consejero de la cadena televisiva Sept, m¨¢ximo responsable del IRCAM, del Conservatorio de la Cit¨¦ de la Musique en La Villette, director de una orquesta que casi siempre toca sus obras, ex vicepresidente del organismo que ha construido la Op¨¦ra-Bastille y del que ha de dirigirla". El reci¨¦n dimitido Michel Schneider declar¨® a la prensa que "en Francia hay que elegir entre la m¨²sica y Pierre Boulez".En Le syndrome de l'op¨¦ra Saint Pulgent cuenta asimismo que la vida de los otros teatros de ¨®pera tambi¨¦n est¨¢ en peligro: "Si no cambia el sentido de la evoluci¨®n de la ¨®pera, dentro de pocos a?os s¨®lo quedaran en funcionamiento los locales de las grandes capitales". ?Las razones de la hecatombe? "La ¨®pera es un tipo de espect¨¢culo que no admite la taylorizaci¨®n del trabajo art¨ªstico porque no puede ni aumentar las cadencias ni reducir el n¨²mero de ejecutantes sin reducir la calidad del producto que se ofrece. En definitiva, el espect¨¢culo en vivo es, desde un punto de vista econ¨®mico, algo arcaico, que pertenece a otra ¨¦poca. Es un dinosaurio en pleno siglo XX".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.