Entre la cr¨ªtica y el reba?o

Ha pasado la ¨¦poca, o se encuentra en declive, la figura del intelectual personalista al estilo de Ortega y Gasset, o del intelectual de guardia y comisario como Sartre, o de los fiscales de la realidad en tensi¨®n constante. De las opiniones de diversos escritores y pensadores espa?oles se deduce una figura de intelectual cuya ense?anza es indisoluble de la vida y la obra propias. Algunos piensan que en Espa?a los intelectuales s¨ª conservan la capacidad de reaccionar ante la provocaci¨®n de la realidad, mientras que otros opinan que el partido en el Gobierno pastorea a su antojo grandes reba?os de intelectuales.

El profesor gallego M¨¦ndez Ferr¨ªn utiliza el sarcasmo para referirse al silencio de los intelectuales: "Yo creo que hay un compromiso total; s¨®lo hay que mirar las n¨®minas de los cursos de verano. Esos son los intelectuales comprometidos de Espa?a".M¨¦ndez Ferr¨ªn a?ade que en su mayor parte est¨¢n comprometidos con el r¨¦gimen mon¨¢rquico y con el Partido Socialista, "benefici¨¢ndose con magn¨ªficas prebendas". "No vi tanto compromiso ni siquiera en los tiempos de Franco", a?ade.

Considera que los intelectuales tienden en todo el territorio del Estado espa?ol a estar en el sistema. "Es m¨¢s, son parte fundamental del sistema; como las hermanas Koplowitz, o Salvador Clotas, que es el pastor que pastorea los reba?os de intelectuales, o como Juan Guerra: forman parte del r¨¦gimen y ocupan un lugar importante dentro de ¨¦l".

El Fil¨®sofo Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren considera que es bastante cierto el silencio de los intelectuales, y cree que la causa es que algunos "est¨¢n domesticados", o que "no creen en su propia eficacia, en que se les escuche". Para Aranguren ha pasado la ¨¦poca del intelectual, sustituido por el "intelectual colectivo": "Los ciudadanos toman conciencia de que los partidos no son satisfactorios, que hacen falta otras cosas, como movimientos alternativos o sociales".

Rafael S¨¢nchez Ferlosio dice que el tema no le atormenta nada: "Que cada uno haga lo que quiera".

Divino y humano

Seg¨²n el escritor Juan Mars¨¦ est¨¢ claro que un intelectual tiene un compromiso con su pa¨ªs y con la sociedad en la que vive, aunque considera que en el terreno de un riovelista su primer compromiso es con su obra. Mars¨¦ dice que en la sociedad espa?ola s¨ª hay intelectuales que se ocupan constantemente de temas que tienen que ver con la ¨¦tica y con la pol¨ªtica, y, cita a Fernando Savater, "que opina sobre lo divino y lo humano cuando le da la gana, y me parece muy bien". Lo que ahora ya no existe, en su opini¨®n, son figuras de otro tiempo que eran consideradas como m¨ªticas, por ejemplo Ortega y Gasset -"el d¨²o din¨¢mico del pensamiento"-, cuyo principal problema era precisamente el culto a la personalidad.

Fernando Savater cree que los intelectuales en Espa?a s¨ª opinan, y cita como ejemplo la guerra del golfo P¨¦rsico, durante la cual "se ha o¨ªdo hablar a mucha gente del mundo de la cultura". Recuerda que un intelectual ilustre y simp¨¢tico como figura, Jean-Paul Sartre, tenido coino gran conciencia cr¨ªtica, "se equivocaba de cada cinco veces cuatro, y as¨ª otros como el propio Moravia". Savater considera positivo que los intelectuales estimulen el ejercicio democr¨¢tico al crear espacios p¨²blicos y lanzar a la palestra cuestiones sobre los cambios de valores, pero sin necesidad de mitificar a unos supuestos intelectuales de guardia.

Sobre la domesticaci¨®n de los intelectuales por parte del poder, recuerda de nuevo la guerra del Golfo para decir que "hab¨ªa m¨¢s voces criticando la intervenci¨®n que apoy¨¢ndola". "Creo que si bien hay un conformismo del anticonformismo", a?ade, "lo que ya va perdi¨¦ndose es el intelectual que gana prestigio diciendo: 'de qu¨¦ opin¨¢is, que yo me opongo'. Ese tipo de intelectual apocal¨ªptic¨® no es que est¨¦ ahora en decadencia, sino que lleva ya bastante tiempo porque remit¨ªa a una funci¨®n m¨¢s bien religiosa, prof¨¦tica, bastante est¨¦ril".

Para Antonio Escohotado, "el intelectual en plan sartriano, comprometido, comisariete progre, est¨¢ en retirada, ya s¨®lo queda en los consejos de gesti¨®n de los partidos o en las lianas acad¨¦micas de las universidades. Cada vez se impone m¨¢s una ense?anza que es indisociable de la vida propia; uno no puede ir por la vida siendo, simplemente un Jean-Paul Sartre.

Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n considera que cada vez que ha habido un acontecimiento de fondo en Espa?a, y cita la campa?a de la OTAN, la ley de empleo juvenil, el 14 de diciembre o la guerra del Golfo, los intelectuales han intervenido. "Creo que Espa?a es el pa¨ªs de Europa donde m¨¢s se interviene, y la participaci¨®n, por ejemplo, durante la guerra del Golfo, no la he visto en ninguna parte".

V¨¢zquez Montalb¨¢n observa en algunos intelectuales una necesidad de integraci¨®n despu¨¦s de d¨¦cadas de estar a la gre?a y sinti¨¦ndose "como fuera del sistema". "Se produce una necesidad de abandonar esa faceta de tensi¨®n constante, siempre fiscalizando lo que hacen los dem¨¢s. Esto es comprensible, pero peligroso, porque acabas convierti¨¦ndolo en una filosofia de 'se acabo el tiempo de la cr¨ªtica y la sospecha', y la cr¨ªtica y la sospecha no se deben acabar nunca".

Cuando se habla del intelectual domesticado, V¨¢zquez Montalb¨¢n cree que se mueve un material muy miserable, "esto afecta m¨¢s bien a aprendices de intelectuales que prefieren frustrar una carrera de escritor por el pesebrismo funcionarial".