Espa?a invierte menos en ciencia y tecnolog¨ªa que pa¨ªses como Corea del Sur
Espa?a, que invierte menos de un 1% de su producto nacional bruto (PNB) en ciencia y tecnolog¨ªa, est¨¢ por debajo de pa¨ªses como Corea del Sur, que dedica ya un 2% a este sector, comenta Christopher Freeman, experto internacional sobre el cambio tecnol¨®gico en las econom¨ªas industriales modernas. Freeman, catedr¨¢tico de la London School of Economics, audita en Madrid el primer plan nacional de la ciencia. Su opini¨®n sobre la posici¨®n europea es clara: "Europa tiene perdida la batalla de la electr¨®nica frente a Jap¨®n".
El punto m¨¢s flojo de Espa?a en ciencia y tecnolog¨ªa es la investigaci¨®n industrial, y ser¨¢ la gran debilidad durante los a?os noventa, comenta Freeman, aunque matiza que se trata de una observaci¨®n previa al an¨¢lisis en profundidad de los datos del Plan Nacional de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y Desarrollo Tecnol¨®gico. Un pa¨ªs puede pasar un cierto tiempo importando tecnolog¨ªa, pero, a partir de un determinado nivel, la capacidad del pa¨ªs depende de su capacidad t¨¦cnica e industrial, y Espa?a no la tiene, dice."En ciencia b¨¢sica, sin embargo, el pa¨ªs ha progresado mucho y tiene un buen nivel, sobre todo en biolog¨ªa y su aplicaci¨®n en medicina, y la cuesti¨®n no es reducir el esfuerzo en este sentido, sino aumentar el peso de la tecnolog¨ªa y de la coordinaci¨®n ciencia b¨¢sica aplicaci¨®n industrial", afirma Freeman.
Acerca de los presupuestos espa?oles para ciencia y tecnolog¨ªa, el secretario general del plan, Luis Oro, matiza que el gasto directo de la Administraci¨®n p¨²blica ronda el 0,5%, similar a la inversi¨®n japonesa. "La diferencia est¨¢ en que la industria espa?ola aporta ¨²nicamente un 0,4% m¨¢s, mientras que la industria japonesa dedica un 2,4% a investigaci¨®n", explica. "El Estado espa?ol est¨¢ haciendo su papel, pero falta el tir¨®n industrial".
El senador Luis Mar¨ªa Triginer, presidente de la comisi¨®n mixta Congreso-Senado que est¨¢ evaluando el plan, comenta que ha faltado muy poco para alcanzar el objetivo de invertir un 1% del PNB en ciencia y tecnolog¨ªa. "En el ¨²ltimo a?o se ha producido una ligera disminuci¨®n en el gasto por la pol¨ªtica de rigor presupuestario", explica Triginer, que considera que durante el segundo plan nacional (1992-1995) continuar¨¢ el crecimiento "para aproximarnos a otros pa¨ªses".
A la espera de las evaluaciones del primer plan (la de la comisi¨®n parlamentaria se presentar¨¢ antes del verano, y la encargada por el mismo plan nacional, que ser¨¢ auditada por el equipo de Freeman, se presentar¨¢ en septiembre), Triginer adelanta que los planes prioritarios no cambiar¨¢n, pero se incentivar¨¢n algunos temas.
Respecto a Jap¨®n, comenta: "La posici¨®n mundial japonesa de l¨ªder es muy fuerte, y lo seguir¨¢ siendo en tecnolog¨ªas inform¨¢ticas, en ordenadores, en toda la industria de semiconductores, ni EE UU ni la CE tienen nada que hacer en los pr¨®ximos 10-15 a?os". Pero este experto no es pesimista y apunta que el desastre no ser¨¢ tan grande para Europa si se utiliza correcta e intensamente la tecnolog¨ªa inform¨¢tica, aunque haya que comprar los micr¨®procesadores a Jap¨®n durante muchos a?os. "Y la soluci¨®n no es el proteccionismo, que privar¨ªa a Europa de la mejor tecnolog¨ªa, sino utilizarla en todo el sistema productivo", afirma.
Como la electricidad
Ilustra su postura con el ejemplo de la electrificaci¨®n hace d¨¦cadas: "No todos los pa¨ªses se pusieron a fabricar maquinaria pesada para producir electricidad, porque lo importante era usarla y cambiar los procesos productivos en toda la industria. Del mismo modo, no es necesario que todos los pa¨ªses fabriquen sus propios ordenadores, sino aplicarlos". Como ejemplo a seguir en la utilizaci¨®n de inform¨¢tica recuerda c¨®mo los productores holandeses controlan mediante ordenadores el mercado mundial de flores o el desarrollo en Brasil de sistemas bancarios informatizados.Cuando hace unos a?os se enterr¨® la guerra fr¨ªa, muchos cient¨ªficos pensaron que las inversiones en investigaci¨®n militar se reorientar¨ªan hacia la ciencia con fines pac¨ªficos. Freeman constata que este efecto no se ha producido. "Ciertamente se han reducido los presupuestos de defensa en EE UU, la URSS y Europa, ha habido una inflexi¨®n en el gran crecimiento registrado hasta mediados de los a?os setenta, pero eso no ha revertido directamente en la ciencia, sino que se ha repartido en todas las partidas presupuestarias, y el efecto sobre la investigaci¨®n cient¨ªfica ha sido escaso".
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