El viaje a Cuenca

J. C.Elvireta Millares, la viuda del pintor Manolo Millares, que est¨¢ en la foto fundacional del museo y que vivi¨® sus avatares iniciales y a¨²n ahora los contempla como habitante de Cuenca, recuerda aquellos ratos de la iniciaci¨®n. "Era tan agradable la vida; lo pasaban todos tan bien viendo c¨®mo crec¨ªa aquello. Aquella era una ¨¦poca oscura pol¨ªticamente, pero no exist¨ªa el aburrimiento. No era un grupo homog¨¦neo: todos ten¨ªan ideas distintas, pero Fernando inaugur¨® una ¨¦poca en la que daba la impresi¨®n de que todos gozaban teniendo un gozne com¨²n, y en ese gozne figuraba en lugar muy importante la propia existencia del museo".

Veinticinco a?os despu¨¦s todos coinciden en que aquella fue la historia de una amistad, la de Fernando Z¨®bel con todos ellos, y de una exigencia: el arte es calidad. Nunca dej¨® Z¨®bel que le regalaran un cuadro, as¨ª que todos los que est¨¢n colgados, y los que se guardan, fueron adquiridos en el mercado con la independencia est¨¦tica que otorga el dinero.

El museo es la historia de una amistad y su ubicaci¨®n en Cuenca es el resultado de una coincidencia. Lo cuenta Torner: "Est¨¢bamos hablando de arte chino en un hotel de Cuenca, y Z¨®bel habl¨® de la dinast¨ªa Sung y la confundi¨® de siglo. Yo le advert¨ª del error. Como ¨¦l todav¨ªa le estaba dando vueltas a la posibilidad de poner su museo en Toledo, se qued¨® pensativo y me dijo: 'Yo necesito tener cerca a alguien que es capaz de hablar de la dinast¨ªa Sung conociendo los detalles. As¨ª que vamos a aceptar hacerlo en Cuenca'. Y aqu¨ª hizo su casa y su vida. Y, f¨ªjate, el pobre naci¨® en Manila, muri¨® en Roma y est¨¢ enterrado en Cuenca".

"Claro", dice Torner, "no habl¨® en lo sucesivo s¨®lo conmigo, sino que habl¨® con todo el mundo: hicieron el viaje a Cuenca todos los artistas espa?oles que comulgaban con su idea del arte, y todos dieron sus ideas. El que m¨¢s tarde vino fue T¨¢pies, pero tambi¨¦n termin¨® haciendo el viaje".