Michael Jordan
Las l¨¢grimas de un fornido jugador de la NBA
C. L. SMITH MU?IZ, Michael Jordan es humano despu¨¦s de todo. Llor¨® el mi¨¦rcoles como un ni?o al ganar el Campeonato de la NBA, la Liga profesional del baloncesto norteamericano, con su equipo, los Bulls de Chicago. Llor¨® frente a las c¨¢maras, frente a su mujer y sus padres, frente a sus compa?eros. y la prensa. Tan s¨®lo hubo una sorpresa: sus l¨¢grimas fueron igual de h¨²medas que las de cualquier otro mortal.
Jordan, de 28 a?os, busc¨® en el vestuario el consuelo de su esposa, Juanita, y de su padre, Ja mes. Ella se sent¨® a su izquierda y ¨¦l a su derecha, pero con frecuencia no encontr¨® m¨¢s reme dio que poner su cara en el hombro de una y otro y sollozar desconsoladamente.
"Aprecio tanto este momento... Por m¨ª, por mi familia y por mis ni?os. Es el d¨ªa m¨¢s grande de mi vida", dijo antes de comenzar a llorar de nuevo
Cuando su amigo y rival Magic Johnson se abri¨® paso en el vestuario para felicitarle, su conversaci¨®n fue breve. "Por fin ganaste", dijo Magic. "Muchas, muchas gracias" respondi¨® Jordan. "Me siento feliz por ti", dijo Magic antes de despedirse.
Tal es la imagen de Jordan que le permite sin prejuicios hacer el papel de hombre sensible y vulnerable. La f¨¢cil victoria de los Bulls de Chicago frente a los Lakers de Los ?ngeles confirma a Jordan como la m¨¢xima figura del deporte. Est¨¢ cotizado en 2,5 millones de d¨®lares (cerca de 280 millones de pesetas), una cifra baja a¨²n en la NBA, pero son pocos los que mueven el dinero como ¨¦l en la publicidad. Seg¨²n diversos c¨¢lculos, Jordan ingresa otros 10 millones de d¨®lares (algo m¨¢s de 1.000 millones de pesetas) en anuncios. Vende calzado Nike, hamburguesas McDonald's, refrescos de Coca-Cola, cereales Wheates, ropa deportiva, programas de baloncesto para ordenador...
Tranquilo y humilde, Jordan es un hombre de familia, con dos hijos, que prefiere estar con sus buenos amigos en vez de salir. Su comportamiento contribuye a una imagen casi perfecta, de la que muchas empresas desean aprovecharse. Cuando McDonald's cre¨® un sandwich en honor a Jordan este a?o, el MacJordan, con los ingredientes favoritos del jugador, fue la primera vez que esta multinacional arriesgaba su fama con una figura del espect¨¢culo.
A Jordan no le pasa inadvertido ning¨²n detalle. Un premio que se le da a un jugador en el equipo ganador de una final de Liga en Estados Unidos es la oportunidad de hacer un espacio publicitario para Disneyworld justamente al finalizar el ¨²ltimo encuentro, y por el que cobra unos siete millones de pesetas. El atleta mira a las c¨¢maras y dice: "?Qu¨¦ voy a hacer ahora? Me voy a Disneyworld". Jordan accedi¨® a hacerlo tan s¨®lo con la condici¨®n de que los otros cuatro titulares del equipo compartieran el espacio con ¨¦l.
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