24 lamentos por segundo
SE VUELVE, por en¨¦sima vez, a hablar de la cr¨ªtica situaci¨®n por la que atraviesa el cine en Espa?a. El ¨²ltimo texto, suscrito por la pr¨¢ctica totalidad de las asociaciones profesionales y sindicales del sector, fue entregado el pasado viernes al Gobierno. En el mismo, y tras se?alar los problemas end¨¦micos que afectan a la industria, se pide el cumplimiento de los compromisos administrativos y el respeto de los convenios con RTVE. Lo parad¨®jico del asunto es que el descenso en la producci¨®n de las pel¨ªculas se realiza simult¨¢neamente con la masificaci¨®n del consumo de las mismas. Los videocasetes y, sobre todo, la demanda cinematogr¨¢fica de las televisiones han modificado los circuitos tradicionales de exhibici¨®n. Un dato: seg¨²n el Ministerio italiano del Espect¨¢culo, el 60% del total de las programaciones de las televisiones de la CE se nutre de ficciones cinematogr¨¢ficas. En resumen, el cine no s¨®lo no est¨¢ en baja, sino que cada vez existe una mayor demanda del producto.Bien, pues cuando la Europa comunitaria es m¨¢s consciente que nunca de la necesidad de lo cinematogr¨¢fico para satisfacer la demanda popular a la vez que se convierte en elemento cultural clave frente a la industria norteamericana -hoy, parcialmente, en manos japonesas-, RTVE, sin otra explicaci¨®n que su necesidad de reducir gastos, ha roto unilateralmente un compromiso contra¨ªdo con el Ministerio de Cultura para contribuir a la financiaci¨®n y compra de filmes espa?oles. Firmado en el verano de 1989, para aplicarse desde 1990, se fijaba una inversi¨®n por RTVE de 12.000 millones de pesetas en la industria audiovisual espa?ola: 10.000 millones destinados a producciones televisivas y 2.000 millones para cine. El hecho es as¨ª de simple y de duro: en lo que llevamos de 1991 no hay noticia de que TVE haya invertido ni un solo c¨¦ntimo en cine.
El volumen de negocio que el sector audiovisual tiene hoy en la Europa comunitaria es m¨¢s que considerable y su tendencia al crecimiento va a ser, por fuerza, imparable en los a?os que se avecinan. Nadie lo pone en duda. El sector audiovisual alcanza este a?o en la CE un volumen de negocio de alrededor de cuatro billones de pesetas. En Espa?a (incluyendo cine, televisi¨®n y v¨ªdeo) nos movemos en este terreno en cifras de alrededor de 300.000 millones de pesetas. Todo indica, por consiguiente, que, frente a la vieja tesis derrotista de que el cine estaba condenado a desaparecer, lo que ocurre es todo lo contrario: no s¨®lo est¨¢ condenado a sobrevivir, sino a ganar energ¨ªa progresivamente. Tiene, pues, asegurado un lugar en las estrellas. Pero nada de esto parece concernir a RTVE, preocupada tan s¨®lo por que les cuadren sus libros de cuentas a sus directivos y no en contribuir, como es su deber inexcusable en cuanto organismo estatal, a la resoluci¨®n de un problema vital para la cultura y la imagen de Espa?a: el desarrollo de nuestro sector audiovisual, encabezado por el cine.
La propia CE ha elaborado instrucciones espec¨ªficas -acordadas el 3 de octubre de 1989 y firmadas por Espa?a, que entrar¨¢n en pleno vigor en octubre pr¨®ximo- en las que se fijan algunos de los objetivos y normas de actuaci¨®n a que han de atender las respectivas televisiones p¨²blicas de todos y cada uno de los pa¨ªses comunitarios dentro del campo de la industria audiovisual. Se trata de instrucciones muy precisas, que no dejan ni el menor resquicio a la duda. Concretamente, en los art¨ªculos 4 y 5 de este texto legal comunitario, se dice que es funci¨®n esencial de todas las televisiones estatales fomentar el desarrollo de las industrias audiovisuales nacionales, as¨ª como promover y difundir cada cultura audiovisual.
El Ente P¨²blico RTVE puede contestar a esto -y eso es lo que est¨¢ contestando con su silencio y hechos- que su forma de autofinanciaci¨®n mediante publicidad ha te?ido de rojo los n¨²meros finales de su balance y que sus compromisos de inversi¨®n en cultura audiovisual son por ello papel mojado. La cuesti¨®n real es la de saber si una entidad p¨²blica tiene ante todo que estar a la altura de sus tareas indeclinables, y ¨¦sta -el desarrollo del sector audiovisual- es una de ellas. Si falla el sistema autofinanciador de RTVE, es responsabilidad de sus directivos buscar otro o trasladar el problema, si se les escapa de las manos, al centro de decisi¨®n pol¨ªtica que tenga capacidad para resolverlo, que es el Gobierno de la naci¨®n. Lo que en ning¨²n caso puede hacer es desentenderse radicalmente del cine espa?ol, y menos en tiempos en los que la evoluci¨®n del mercado la implica cada vez m¨¢s en su irrenunciable responsabilidad como elemento esencial de la producci¨®n y exhibici¨®n.
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