?No hay nada, compa?erp!
"?No hay nada, compa?ero!". La empleada del almac¨¦n se adelant¨® con estas palabras a cualquier pregunta, acompa?¨¢ndolas de una amplia sonrisa. Y al darse cuenta de que miraba con curiosidad unas botellas, llenas, en apariencia, de distintos l¨ªquidos, puntualiz¨®: "Son pintadas. Es para hacer bonito". As¨ª, vista desde abajo la realidad de Cuba 91 difer¨ªa un tanto de aquella que desde el Habana Libre o el Habana Riviera permite a¨²n a intelectuales celebrar la pertinacia de Castro en no variar el rumbo de su revoluci¨®n. En las entrevistas oficiales que hablan de bloqueos y de resistencias, de apoyo un¨¢nime del pueblo y de sentimiento internacionalista, queda en segundo plano la angustia de una poblaci¨®n que desde hace meses contempla impotente c¨®mo empeoran sus condiciones de vida hasta el l¨ªmite estricto de supervivencia. Y aqu¨ª no vale acudir a la comparaci¨®n con El Salvador o Guatemala. Con todas sus desigualdades a cuestas, Cuba, antes de la revoluci¨®n, pose¨ªa elementos propios de una sociedad desarrollada. Nada mejor para evocarlo que el espect¨¢culo ruinoso de La Habana actual, una ciudad que a¨²n guarda en su urbanismo y en sus edificios semidestruidos por la falta de reparaciones los rasgos del esplendor previo a 1959. En ese a?o, la renta per c¨¢pita de Cuba casi doblaba a la espa?ola. Es, pues inv¨¢lida la imagen de un nuevo mundo surgido de la nada por obra y gracia del castrismo. Los cambios positivos de la revoluci¨®n ciertamente existieron, en la ense?anza y la medicina, en la atenci¨®n a las clases populares, en el nuevo sentido de dignidad nacional, pero ahora corren el riesgo de verse arrastrados por la crisis.La poblaci¨®n cubana se enfrenta hoy con un juego de intransigencias de la que ella resulta la gran perdedora. Por una parte, EE UU no tiene la menor intenci¨®n de alterar su pol¨ªtica de bloqueo, aun a riesgo de seguir proporcionando Con ello la gran coartada para el continuismo castrista. Su baza es "cuanto peor, mejor", a efectos de apagar el foco de subversi¨®n cubano en su zona de hegemon¨ªa. Sim¨¦tricamente, Castro explica a sus s¨²bditos las virtudes del numantinismo. Como propone la canci¨®n de Pablo Milan¨¦s, m¨¢s vale hundirse en el mar que renunciar a la gloria vivida. Se hace preciso mantener a cualquier coste la pol¨ªtica de fachada. Por grande que sea la penuria para el pueblo, sigue en pie el esfuerzo de edificaci¨®n de las instalaciones deportivas para los Juegos Panamericanos del pr¨®ximo agosto. La firmeza militar es recordada al ser repatriado el contingente de intervenci¨®n en Angola, donde hicieron, la guerra casi 400.000 soldados cubanos. Cuba ser¨¢, seg¨²n las consignas, "un eterno Baragu¨¢", evocando el rechazo de todo pacto en las guerras de independencia. Entre tanto, tardan m¨¢s de un mes en llegar el paquete de detergente y la pieza del siniestro jab¨®n verduzco del racionamiento. Tres horas de cola para conseguir un pan. Seis para el billete de ¨®mnibus interurbano. Unos pedazos de carne y de pollo en la raci¨®n mensual. Los lavabos se cierran por falta de grifos y llaves de paso. No hay pintura. S¨®lo estantes vac¨ªos en los almacenes. Desabastecimiento y mercado negro. La ¨²nica mercanc¨ªa nueva es la bicicleta, destinada a sustituir a un transporte colectivo de circulaci¨®n cada vez m¨¢s espaciada.
Para entender lo ocurrido, conviene recordar lo que hace una d¨¦cada escribiera Alberto Recarte en su an¨¢lisis de la econom¨ªa cubana: "La tragedia de Cuba es que su econom¨ªa es todav¨ªa una econom¨ªa de plantaci¨®n, perif¨¦rica y enormemente abierta al exterior". El historiador cubano Moreno Fraginals ha explicado ese car¨¢cter de Cuba, antes y despu¨¦s de la revoluci¨®n, como "econom¨ªa subsidiada". Siguiendo con retraso la suerte de otras islas del az¨²car de la regi¨®n, Cuba debi¨® su equilibrio econ¨®mico al sistema de precios privilegiados que le concedieran, antes EE UU y luego la URSS, para su gran art¨ªculo de exportaci¨®n. El bloqueo norteamericano fue compensado mediante la adquisici¨®n de az¨²car por los sovi¨¦ticos a precios que a veces duplicaron o triplicaron los del mercado mundial. A su lado figur¨® el petr¨®leo barato, construy¨¦ndose una campana neum¨¢tica desde la cual el Gobierno de Castro pudo encarar el futuro con garant¨ªas de estabilidad. Ahora todo el tinglado se desploma, m¨¢s a¨²n cuando los precios del az¨²car siguen bajos en el mercado mundial. La estatizaci¨®n de la econom¨ªa deja al descubierto todos sus efectos negativos en cuanto a la producci¨®n y a la distribuci¨®n de las materias de mayor necesidad. Y la ¨²nica clase interesada en mantener el statu quo es la capa dirigente, encabezada por j¨®venes de la burgues¨ªa, que hicieron una revoluci¨®n para entreg¨¢rsela al partido comunista. La fundamentaci¨®n ideol¨®gica sigue residiendo en Jos¨¦ Mart¨ª, el gran te¨®rico de la independencia, pero con el ¨¦nfasis puesto en la vertiente voluntarista, para acabar fundi¨¦ndose en el molde de la pol¨ªtica sovi¨¦tica. De este modo, en un sistema pol¨ªtico marcado desde sus or¨ªgenes en Sierra Maestra por el militarismo, as¨ª como por el liderazgo carIsm¨¢t1co de Castro, la estalinizaci¨®n de la vida pol¨ªtica acab¨® por sofocar el impulso movilizador de la sociedad civil propio de la fase revolucionaria. Los ¨®rganos del llamado poder popular fueron c¨¢maras de registro de las decisiones del v¨¦rtice, y sobre todo del l¨ªder supremo. Cuando m¨¢s, han permitido el control en una sociedad sometida a una vigilancia policial generalizada.
Ahora el recorrido de la econom¨ªa subsidiada toca a su fin. No es extra?o que, ante la catastr¨®fica situaci¨®n, las protestas desborden el ¨¢mbito de los comentarios en la cola de la guagua (autob¨²s) o de las hamburgueser¨ªas, llamadas popularmente MacCastro. Tal es el sentido del manifiesto de un grupo de intelectuales pertenecientes a la Uni¨®n de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), suscrito a pesar de los riesgos en que incurren personalmente los firmantes. Dirigido al Gobierno, y no a EE UU, como inform¨® la televisi¨®n estatal, ped¨ªa elecciones sin restricci¨®n a la Asamblea Nacional, libertad para los presos pol¨ªticos, libertad de emigraci¨®n, retorno al mercado libre campesino, que hasta su supresi¨®n garantiz¨® un aceptable abastecimiento. La respuesta oficialista no se hizo esperar, y, l¨®gicamente, su mensaje, en forma de contramanifiesto, fue lo ¨²nico que los medios de comunicaci¨®n transmitieron a la sociedad cubana.
Los miembros de la UNEAC invitados a suscribirlo no ten¨ªan acceso al texto que iban a combatir, y que s¨®lo pudo difundirse de mano en mano, en copias mecanografiadas, dentro de Cuba.
Desde dentro y desde fuera, los logros que alcanz¨® la revoluci¨®n cubana corren el riesgo de verse definitivamente anulados por la acci¨®n conjunta del estalinismo militarista interior y de la presi¨®n norteamericana. La mejora cultural de 1960 encuentra el tope de un aislamiento indeseable en cualquier campo cient¨ªfico que afecte a la ortodoxia del sistema. Habr¨¢ m¨¢s cubanos que saben leer, pero es terrible verse sometido al cerco informativo de Granma o Cubavisi¨®n, mientras el creciente desfase respecto de la cultura mundial desmiente cualquier optimismo. Queda la econom¨ªa moral de la multitud, en el sentido de Thomson, visible en las guaguas atestadas, con la gente corriendo el dinero de mano en mano para alcanzar el lugar de cobro, o los sentimientos de solidaridad y esp¨ªritu comunitario, que sirven para paliar en alguna medida el golpe de la crisis. No todo son sombras en la sociedad cubana. Pero, desde una perspectiva intelectual, la salida no consiste en aferrarse a Cuba como lugar de reuni¨®n para izquierdistas en decadencia, ni en respaldar el aislamiento propiciado por Washington y que puede desembocar en un ba?o de sangre. Como ocurri¨® en la Espa?a de los sesenta, en la comunicaci¨®n creciente con Cuba reside el ¨²nico camino para hacer posible una transformaci¨®n del sistema, salvando quiz¨¢ algunos elementos de lo que inicialmente fuera un hermoso proyecto de justicia social.
es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense.
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