La gran noche del Atl¨¦tico de Madrid
Gozada m¨¢s grande no volver¨¢ a vivir Jes¨²s Gil. Sentado en el palco de la casa del enemigo escuch¨® como desde las gradas del Bernab¨¦u, te?idas de rojiblanco, se elevaba al cielo, en un enorme clamor, su particular (y discutible) filosof¨ªa de la vida. "?Y tal, y tal y tal y tal ... !", gritaban los atl¨¦ticos. Y a Gil s¨®lo le faltaba saltar al centro del campo a dirigir el coro. Fue la gran noche del Atl¨¦tico. La gran noche del gilismo El primer t¨ªtulo desde que hace cuatro a?os Gil entr¨® en la presidencia del Atl¨¦tico, y en el f¨²tbol espa?ol, como un elefante en una cristaler¨ªa. Los que no creen en el discurso populista de Gil deben ir tomando nota: hasta ahora, el ytalismo se quedaba en folclore Ahora, en apenas un mes, se ha visto que puede ganar tanto en la pol¨ªtica (alcald¨ªa de Marbella) como en el f¨²tbol (2? en la Liga y campe¨®n de Copa).Y eso que el primer t¨ªtulo de la era Gil se hizo esperar. El Mallorca defendi¨® su opci¨®n muy dignamente, y s¨®lo un peque?o error de Ezaki, muy avanzada la pr¨®rroga, le impidi¨® llegar a una loter¨ªa de penaltis que el Atl¨¦tico deb¨ªa afrontar con su portero Mej¨ªas disminuido por una contractura muscular. Pero la historia pas¨® de largo para el Mallorca, que perdi¨® la oportunidad de estrenar su sala de trofeos des pues de 75 a?os de modestas vivencias.La sorpresa del partido estuvo en el buen hacer mallorquinista. El equipo no sali¨® acompleja do por el acontecimiento hist¨®rico, e incluso se permiti¨® llevar la iniciativa. Su t¨¦cnico, Serra Ferrer, eclips¨® a Schuster y a Futre con los marcajes de Soler y Serer, y el centro del campo isle?o, con el ya barcelonista Nadal sobresaliendo por su clase, asfixi¨® al atl¨¦tico con una presi¨®n agobiante sobre el bal¨®n. El problema del Mallorca era que no ten¨ªa imaginaci¨®n en los ¨²ltimos 20 metros porque hasta ah¨ª funcionaba muy bien. El Atl¨¦tico no encontr¨® espacios, y Futre se pas¨® los primeros 45 minutos levantando los brazos y pidiendo balones a sus compa?eros.El primer tiro de] Atl¨¦tico entre los tres palos no lleg¨® hasta el minuto 65, en un remate de Toni El Mallorca ya notaba el tremendo esfuerzo de la primera parte, y adem¨¢s apareci¨® en la cancha el hombre clave del partido: Alfredo.
El joven jugador atl¨¦tico es r¨¢pido, pero a¨²n lo es m¨¢s cuan do sus rivales est¨¢n cansados Desde la banda izquierda desbord¨® una y otra vez a Pedraza. Cog¨ªa el bal¨®n, echaba un ligero vistazo al carril, y se lanzaba a toda velocidad como si le persiguiera Ben Johnson. Con ¨¦l, y con un adelantamiento generalizado de las l¨ªneas, el Atl¨¦tico comenz¨® a robar balones con rapidez y a encerrar al Mallorca en su ¨¢rea. Un tiro suyo (m. 8 l), otro de Manolo (m. 86) y un tercero de Sabas (m. 89) -que sustituy¨® a un Futre apagado y que acab¨® lesionado- aceleraron el ritmo cardiaco de los mallorquinistas, que ya s¨®lo parec¨ªan en la pr¨®rroga y en los penaltis.La pr¨®rroga fue el premio de consolaci¨®n del Mallorca. Pero el triste sino de los modestos es la derrota. Pocas veces la historia se apiada de ellos. Con Alvaro y Claudio como hombres de refresco, el Mallorca busc¨® con m¨¢s ah¨ªnco la puerta contraria, aunque s¨®lo se acerc¨® al gol cuando ya iba perdiendo, en un cabezazo muy ajustado de Nadal. El Atl¨¦tico aguantaba bien atr¨¢s, pero el mal partido de Schuster y Vizca¨ªno imped¨ªa que su superior calidad se concretase en gol.
La final se decidi¨® de una forma inesperada, cuando los penaltis ya parec¨ªan ineludibles. El gol de Alfredo dio el pistoletazo de salida a una euforia retenida durante muchos a?os. Los miles de sufridos seguidores atl¨¦ticos estallaron al grito de ?campeones! ?campeones!" que tantos a?os llevaban queriendo cantar. Jes¨²s Gil se desmelen¨® y se super¨® a s¨ª mismo: acab¨® ba?¨¢ndose en la piscina del vestuario del Real Madrid, lanzado por sus jugadores. Todos juntos, jugadores, presidente y aficionados, se marcharon a la plaza de Neptuno a seguir la Fiesta, borrachos de alegr¨ªa. Por una vez, la noche madrile?a fue rojiblanca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.