M¨®nica Seles
Todo Wimbledon, pendiente de la misteriosa ausencia de la joven tenista
El respeto y la veneraci¨®n que Wimbledon siente por sus campeones son s¨®lo comparables a la crueldad con que la prensa los destroza. Los depredadores de los rotativos sensacionalistas londinenses han decidido este a?o desayunar cada d¨ªa con las migajas de M¨®nica Seles, una jovencita yugoslava de 17 a?os, gritona y te?ida de rubio, cuyo ¨²nico delito demostrado ha sido faltar al torneo por una lesi¨®n no demasiado aclarada. El misterio contin¨²a. Nadie sabe d¨®nde est¨¢, ni qu¨¦ padece, pero, ante la escasez de noticias y el exceso de lluvia, a la muchacha le han adjudicado un prematuro embarazo del que es supuesto autor un mocet¨®n italiano de 24 a?os y cautivadores ojos que responde al nombre de Enrico Cocchi, tenista por m¨¢s se?as.El flechazo, seg¨²n revelaciones atribuidas a la espa?ola Arantxa S¨¢nchez Vicario y a su amigo Omar Camporese, otro tenista italiano, se produjo un a?o atr¨¢s, cuando M¨®nica Seles comenz¨® a entrenar con Cocchi. El apuesto joven, cuentan por ah¨ª, pelote¨® con la adolescente campeona en Australia. All¨ª, dicen, M¨®nica se enamor¨® profundamente del gal¨¢n, y la cosa, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, acab¨® como acab¨®. Hubo ruptura, poco antes de Roland Garros, y a Seles, frustrada modelo y mit¨®mana cinematogr¨¢fica empedernida, le fue atribuida la siguiente frase: "He vivido un gran amor, pero se ha terminado. Todav¨ªa sufro por ello".
La historia, inflada d¨ªa tras d¨ªa por la oscura actitud de la protagonista y su familia, tiempo atr¨¢s amable y extravertida como pocas, incluye ahora el nombre del arruinado magnate estadounidense Donald Trump, quien, tambi¨¦n supuestamente, mantiene oculta a la tenista en una mansi¨®n de Palm Beach, en Florida. Testigos aseguran que la casa que la campeona posee en Sarasota, tambi¨¦n en Florida, est¨¢ vac¨ªa y silenciosa como una tumba. De momento, no se habla de secuestro ni de asesinato, que ya es mucho, pero algo as¨ª se esperaba cuando desde Alemania llegaron recortes que afirmaban que el padre de la supuesta criatura no era otro que el de Steffi Graf, a quien en el pasado atribuyeron otra paternidad con una conocida modelo.
La tormentosa historia comenz¨® cuando Seles anunci¨® su ausencia de Wimbledon por una lesi¨®n apenas dos d¨ªas antes de iniciarse el torneo. Hasta ah¨ª, normal, con multa de 600.000 pesetas incluida, aunque los organizadores no encajaron demasiado bien la primera baja en la historia de la cabeza de serie n¨²mero uno. Trascendi¨® despu¨¦s, con las consiguientes sospechas, que la familia de la tenista hab¨ªa cancelado un mes antes el alquiler de una casa cerca del All England Tennis Club. Y comenzaron a llegar las primeras exclusivas. Unas dec¨ªan que Seles recib¨ªa tratamiento m¨¦dico en una rodilla en un centro m¨¦dico de Vall, Colorado. Otros, como el padre, aseguraba que todo era un problema diet¨¦tico y que su hija no tendr¨ªa m¨¢s remedio que olvidar su comida favorita, las patatas fritas con ketchup.
De repente, The Sun, el diario m¨¢s amarillo de Londres, fundi¨® los plomos del culebr¨®n al afirmar que la joven esperaba un hijo, noticia cuyo rastro tambi¨¦n pudo encontrarse en la prensa yugoslava. Aparecieron entonces fotos y m¨¢s fotos en las que Seles aparec¨ªa m¨¢s rellena que de costumbre y con una prominente barriguita. El novel¨®n carg¨® pilas y unos d¨ªas despu¨¦s apareci¨® otro detalle: ni Seles ni sus padres acudieron al entierro en Yugoslavia del abuelo de la tenista, Lajos Milutinovic. La catarata no cesa. Hay incluso quien se atreve a afirmar que todo es una trama urdida por Hollywood para lanzar una nueva estrella. De todo ello surge la ¨²nica verdad hecha interrogante: ?d¨®nde est¨¢ M¨®nica Seles, que nadie oye ya sus gritos?
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