Irrelevancia y pobreza
La pr¨®xima visita a Washington del presidente brasile?o, Fernando Collor de Mello, y su inevitable retorno con las manos vac¨ªas son un reflejo parad¨®jico del estado cr¨ªtico en que se encuentra Latinoam¨¦rica en la actualidad. Su ubicaci¨®n en el nuevo orden mundial es a¨²n incierta, pero resulta evidente tambi¨¦n su marginaci¨®n cada vez mayor de la escena internacional. Lo que algunos han llamado la africanizaci¨®n de Am¨¦rica Latina -irrelevancia en los asuntos mundiales y pobreza end¨¦mica- se convierte r¨¢pidamente en realidad en un n¨²mero creciente de las naciones del hemisferio.El problema es m¨¢s ilustrativo con la propagaci¨®n del c¨®lera, y se refleja con mayor claridad en la carencia de capital para llevar a cabo las pol¨ªticas econ¨®micas que la mayor¨ªa de los Gobiernos de la regi¨®n han adoptado en a?os recientes. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) acaba de publicar numerosas y aterradoras estad¨ªsticas sobre la diseminaci¨®n de la epidemia a lo largo del continente. Seg¨²n datos de la OMS hechos p¨²blicos por su director, Hiroshi Nakajima, entre enero y abril de este a?o han sido detectados 180.000 nuevos casos de c¨®lera, y alrededor de 90 a 120 millones de latinoamericanos corren el riesgo de contraer la enfermedad en el futuro. A pesar de que el c¨®lera se ha concentrado principalmente en Per¨², por lo menos 10.000 casos han sido detectados en otros pa¨ªses.
Uno puede prescindir de monta?as de datos econ¨®micos para comprender que existe un nexo entre la dr¨¢stica reducci¨®n del gasto en salud, educaci¨®n, vivienda, drenaje y bienestar social en Am¨¦rica Latina en general a lo largo de los ¨²ltimos 10 a?os y el deterioro dram¨¢tico de la calidad de vida de los habitantes del hemisferio. La famosa d¨¦cada perdida en el desarrollo econ¨®mico de la regi¨®n ha sido tantas veces mencionada y analizada que dif¨ªcilmente requiere un mayor ¨¦nfasis. Lo que a menudo es menos claro es que, salvo contadas excepciones, las tendencias econ¨®micas no se han convertido.
De acuerdo con la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe de la ONU, la transferencia neta de recursos de la regi¨®n (la diferencia entre el monto de dinero que ingresa a trav¨¦s de inversiones extranjeras, retornos de capital y nuevos cr¨¦ditos, y el dinero que sale a trav¨¦s del servicio de la deuda, repatriaci¨®n de dividendos y fuga de capital) es negativa desde 1981 y contin¨²a si¨¦ndolo en la actualidad. El peor a?o fue 1985, cuando Latinoam¨¦rica export¨® un total neto de 32.000 millones de d¨®lares. En 1990, la transferencia de capital alcanz¨® los 19.000 millones de d¨®lares, pero la reducci¨®n se debe en parte a que varias naciones, desde Brasil hasta Nicaragua, han suspendido unilateralmente los pagos de su deuda externa. A pesar de que nada de esto es nuevo, ubica las ¨²ltimas cifras econ¨®micas m¨¢s recientes en un contexto particularmente grave.
La cuesti¨®n es clara: si Am¨¦rica Latina no puede obtener grandes cantidades de recursos del exterior, ya sea a trav¨¦s de pr¨¦stamos o de inversiones, continuar¨¢ desliz¨¢ndose hacia el caos y la miseria. Desgraciadamente, los nuevos cr¨¦ditos no llegan -aunque algunos pa¨ªses, como M¨¦xico, han obtenido pr¨¦stamos sustanciales: m¨¢s de 12.000 millones de d¨®lares en 1990- Sobre todo, la inversi¨®n extranjera que supuestamente sustituir¨ªa a los cr¨¦ditos extranjeros disminuyeron considerablemente; simplemente no est¨¢ llegando, a pesar de los gigantescos y en ocasiones indignos esfuerzos realizados por muchos Gobiernos latinoamericanos para atraerla a cualquier coste. ?ste es el eje de la cuesti¨®n.
La apertura comercial, las privatizaciones y los achicamientos del sector p¨²blico requieren financiamientos sustanciales: los d¨¦ficit en las cuentas corrientes se disparan, alguien tiene que comprar las empresas del Estado y el sector privado necesita dinero para superar la inactividad. El alto coste de los cr¨¦ditos hace que la inversi¨®n extranjera sea la mejor alternativa, si est¨¢ disponible. No es el caso para Am¨¦rica Latina. Entre 1980 y 1984 la regi¨®n absorbi¨® el 12% del total de las IED a nivel mundial. Pero a partir de 1989, de acuerdo con el Sistema Econ¨®mico Latinoamericano (SELA), este porcentaje se redujo a un 5,8% del total mundial. Aunque Chile y M¨¦xico no se han visto tan afectados en este campo, su desempe?o es cuestionable: la inversi¨®n extranjera directa (a diferencia de la inversi¨®n en cartera, que viene mezclada con el retorno de capitales mexicanos fugados) en M¨¦xico se redujo durante 1990 en un 15%, y en Chile s¨®lo alcanz¨® los 1.600 millones de d¨®lares. Mientras muchos analistas halagan con fervor las nuevas pol¨ªticas de la regi¨®n, incluso en los mejores casos, pasar¨¢n a?os antes de quenaciones como Brasil, Per¨² y Argentina se vuelvan verdaderamente atractivas para los inversionistas extranjeros.
Varias razones explican esta escasez de capitales, comenzando por el hecho de que dos de las principales fuentes de inversi¨®n extranjera en el mundo -Jap¨®n y Alemania- est¨¢n invirtiendo m¨¢s en su propio pa¨ªs. Tambi¨¦n conviene destacar el papel cada vez m¨¢s importante de Estados Unidos como destino de la inversi¨®n extranjera. Mientras el monto total de la inversi¨®n extranjera disponible se estanca o disminuye y crece el n¨²mero de naciones que compiten por ella, Am¨¦rica Latina se ver¨¢ obligada cada vez m¨¢s a enfrentarse a sus opciones actuales: carencia de capitales y africanizaci¨®n, o nuevos y grandes incentivos (acuerdos de libre comercio, salarlos baratos, zonas de industrias maquiladoras o de ensamblaje) para atraer un volumen reducido de capital extranjero, o bien una reducci¨®n dram¨¢tica de los pagos de la deuda, resign¨¢ndose a prescindir de los enormes montos de capital extranjero afanosamente solicitados. Ninguna de estas opciones resulta particularmente atractiva, pero en esta materia, la bebes o la derramas, aun bajo el nuevo orden mundial
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