De rojo y blanco
Este pueblo vive en trance. ?Hay que jurarlo? Sea. Esta ciudadan¨ªa, de gala vestida, en rojo y blanco por fuera, arco iris el alma de dentro, esta ciudadan¨ªa es una gotera de aq uello que se dijo que fuera la condici¨®n humana de Shakespeare. Pero trajinada por San Ferm¨ªn. ?Y claro ... !Pasmadillo uno hacia la plaza de toros: en el bar Leyre la borrachera es cultura; tienen 40 a?os ellos, ellas cuentan 60 unas, 25 las de m¨¢s all¨¢ y son cr¨ªos los de acull¨¢; la pelambrera de un t¨ªo de pelo en pecho, y sin pelos en la lengua, crece a ojos vista saciada con cerveza. La m¨²sica se ahoga, se oye el ruido. ?sta es la feria de la furia del ruido. El comercio cerr¨®, es la tarde, es decir, es siempre el amanecer. Antonio Benegas: "San Ferm¨ªn es esto, beber, comer, cantar y hacer el gamberro". Y San Ferm¨ªn, acto seguido, me telefonea desde el purgatorio: "Ese t¨ªo es un cabr¨®n nacionalista de los de EA o HB".Orfe¨®n exquisito
La plaza de toros, de rojo y blanco ataviada. Estoy ansioso de cosas gordas, muy gordas. Quiz¨¢ no he bebido a modo para ver y para sentir. Esto es como en todas partes. No, perd¨®n. Cantan los del tendido de sol: orfe¨®n exquisito; contonean el cuerpo sentados, y lo cimbrean, gritan, beben. Aqu¨ª no hay corrida. Si nos andamos con ¨¦stas, el abono del a?o 2000 dir¨¢: los toreros, a los tendidos, y los sanfermineros, en el ruedo.
Cantan el turur¨²... Bailan, cantan de pie. El sol canta. La sombra silba, luego existe", pensar¨¢. Cantan Camer¨²n por aquello del Mundial de F¨²tbol. Todo vale. Y para los orfeones de sol, sobresaliente. Cantan, Ay, ay, ay, canta y no llores...
?D¨®nde est¨¢n las guapas de este pueblo? Alguien torea en este segundo, seguro, porque la tropa de sol no canta. Y ahora, ni toros, ni Cristo que lo fund¨®. Ahora San Ferm¨ªn dio la orden m¨ªstica, invisible: y a comer. Se abren bolsos, capachos, se rasga papel de aluminio: tortillas, chorizos, coca-cola, fanta, cerveza, botellas de vino, cantimploras de pl¨¢stico de l¨ªquido empre?adas. Aqu¨ª quien no come hace el pino. Pero no se ve ni un solo jam¨®n entero, o un cabrito, o as¨ª. ?Qu¨¦ pena! La bota de vino, la de siempre, vuela de cuadrilla en cuadrilla. ?Estamos en los toros? Se come, se bebe, los puros son postre. Y zas, zas, zas: son bombazos, es decir, los taponazos de las botellas de cava. San Ferm¨ªn se ha vuelto loco, de culterano.
Mitterrand le increp¨® a Felipe Gonz¨¢lez no ha mucho: "Los toros no son cosa comunitaria". ?Pobre Mitterrand! El cava, de mano y garganta sanfermi neros, cavacer¨¢ la Europa de Jean Monnet. ?Abajo Mitterrand! ?Viva el champa?a! Y otra cosa, que es la misma: ?la elegancia de los sanfermines? El sanferminismo, en plan moda, es un correaje apol¨ªtico. Por eso existen los sanfermines. Por eso, como dijo aqu¨¦l, "esta ciudad tan seria y tan suya le pega fuego todos los a?os a una semana de julio". Pues no es para tanto, y, de equivocarse uno, ma?ana se contar¨¢.
Babelia
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