Sorensen deja el liderato en manos de LeMond
El pelot¨®n se puso nervioso ayer. La etapa era corta (149,5 kil¨®metros), hay muchos aventureros en busca de notoriedad, y hubo un final accidentado a la entrada de Valenciennes que propici¨® numerosas ca¨ªdas. El parte de incidencias destac¨® una escapada del espa?ol Mauri con otros cuatro corredores durante 50 kil¨®metros, el ataque diario del italiano Chiapucci a la fortaleza de LeMond y la desgraciada ca¨ªda del l¨ªder, el dan¨¦s Sorensen, con fractura de clav¨ªcula. LeMond manifest¨® en la meta que no se vestir¨ªa de amarillo por respeto a Sorensen, que hoy, seg¨²n el director de su equipo, no tomar¨¢ la salida.
La etapa de ayer dispon¨ªa un kilometraje desacostumbradamente corto, tanto que era susceptible de provocar a los m¨¢s nerviosos y a los aventureros. Entre los muchos que lo intentaron estuvo, naturalmente, el italiano Chiapucci, dispuesto a labrarse un prestigio como corredor agresivo. Tambi¨¦n anduvo en las emboscadas el espa?ol Mauri, confabulado con otros cuatro colegas. Mauri lleg¨® a poseer una ventaja superior a los tres minutos, que encendi¨® la se?al de alarma. Ello y su reci¨¦n adquirida ama gracias al triunfo en la Vuelta, oblig¨® al pelot¨®n a reaccionar. A Mauri le van a regalar muy pocas cosas de ahora en adelante; los mejores le van a pasar factura.Sin embargo, los nervios se desataron muy al final. Coincidi¨® un ataque de Chiapucci con la entrada en la ciudad de Valenciennes, que presentaba un recorrido urbano accidentado por la peligrosa presencia de varias rotondas. La velocidad del pelot¨®n se hizo peligrosa porque hay ocasiones en el que el gran grupo no repara en precauciones: los favoritos est¨¢n en guerra y los sprinters se juegan parte de su salario.
Los accidentes fueron destrozando la unidad de la carrera y al tramo final se lleg¨® con una radiograf¨ªa del pelot¨®n algo confusa: a ciencia cierta no se conoc¨ªa con exactitud la ubicaci¨®n de cada cual. Una vez m¨¢s, el gran favorecido de la jornada fue LeMond, que lleg¨® por delante de sus rivales y acompa?ado ¨²nicamente por Chiapucci.
El l¨ªder, el dan¨¦s Sorensen, fue el m¨¢s afectado, al sufrir una ca¨ªda a cuatro kil¨®metros de la llegada en la que se fractur¨® la clav¨ªcula izquierda. Cruz¨® la meta muy dolorido, y los m¨¦dicos y el director del Ariostea, su equipo, le recomendaron, tras realizarle un examen en un hospital, que hoy no tomase la salida, por lo que LeMond pasar¨ªa a llevar el maillot de l¨ªder.Delgado perdi¨® 5 segundos
Las diferencias no fueron notables en el final ca¨®tico. LeMond y Chiapucci obtuvieron cinco segundos de renta sobre Delgado, Bugno, Breulcink, Indur¨¢in y Fignon. El propio Fignon hab¨ªa dado con sus huesos en el suelo. %Qu¨¦ tal la jornadaT', le preguntaron. "Ya ve, en bicicleta", contest¨® con cara de pocos amigos. Las ca¨ªdas fueron numerosas.
Sin embargo, es Chiapucci el hombre dispuesto a ser noticia diaria. Lo hace sin disimulo, como parece ser su talante. "pienso atacar cada d¨ªa a LeMond", dijo por la ma?ana. Dicho y hecho: desde la contrarreloj por equipos, el italiano no ha desistido en su intento. Chiapucci es de la opini¨®n que LeMond no est¨¢ tan en forma como parece y que sus ataques diarios terminar¨¢n por desgastarle algo m¨¢s de lo normal cara a la contrarreloj del s¨¢bado. Es una t¨¢ctica sencilla y descarada, que empieza a despertar adhesiones.
Semejante estrategia no parece ir en consonancia con lostiempos que corren, m¨¢s proclives a utilizar la sutileza en las labores de desgaste, pero tiene sus partidarios. Chiapucci, a fuerza de dar la cara, hacer el papel de esquirol o mantener una disputadial¨¦ctica con LeMond (el americano llam¨® bandido al italiano, el italiano cobarde al americano) se ha granjeado una gran popularidad no exenta de una incipiente imagen de liderazgo.
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