Mitterrand, nost¨¢lgico del 'viejo orden'
Conservadurismo franc¨¦s frente a los nacionalismos europeos
Fran?ois Mitterrand es uno de los l¨ªderes europeos m¨¢s reacios a la idea de aceptar la independencia de Eslovenia y Croacia. En su defensa de la unidad de Yugoslavia parece pesar tanto el temor a un fen¨®meno de contagio dom¨¦stico -el nacionalismo corso resucita en las ¨²ltimas semanas- como su apego al viejo orden europeo, el que rein¨® desde el final de la II Guerra Mundial a la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Los analistas pol¨ªticos franceses expresan su inquietud por esta actitud conservadora del presidente.
La negativa de Mitterrand a contemplar la posibilidad de la disoluci¨®n del Estado yugoslavo ha llevado a dos prestigiosos comentaristas franceses -Paul Fabra en Le Monde y Jacques Julliard en Le Nouvel Observateur- a calificarle de "nuevo Metternich" europeo. Metternich fue el canciller austr¨ªaco que, tras las guerras napole¨®nicas, intent¨® restaurar el precedente mapa pol¨ªtico del Viejo Continente.Desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el presidente franc¨¦s reacciona con un conservadurismo visceral ante cada nueva situaci¨®n en Europa. Mitterrand intent¨® sin ¨¦xito retrasar el proceso de reunificaci¨®n alemana, apostando por una mayor firmeza de los alemanes del Este y los sovi¨¦ticos. Ahora se opone a que checos, polacos y h¨²ngaros se integren con rapidez en la Comunidad Europea, y ofrece a esos pueblos la idea de una confederaci¨®n que ellos ven como una in¨²til sala de espera. Pero Mitterrand es particularmente inmovilista ante el renacimiento de los sentimientos nacionales en los antiguos pa¨ªses comunistas.
El presidente franc¨¦s se ha convertido en uno de los m¨¢s incondicionales padrinos occidentales de Gorbachov y no hace ning¨²n esfuerzo por ocultar su falta de sensibilidad hacia los sentimientos de las rep¨²blicas que componen la URSS. M¨¢s grave todav¨ªa, se neg¨® a recibir a Yeltsin apenas unas semanas antes del espectacular triunfo electoral del l¨ªder ruso.
Jacques Julliard critica con dureza esas actitudes del presidente. El apoyo franc¨¦s a la operaci¨®n norteamericana de liberaci¨®n de Kuwait, dice Julliard, parece haber dado a Mitterrand una "excusa perfecta" para hacer "el avestruz" cuando los sirios aplastan a los libaneses, los iraqu¨ªes a los kurdos y los shi¨ªes, los sovi¨¦ticos a los lituanos y los yugoslavos a los eslovenos y croatas.
La expresi¨®n "integridad territorial de Yugoslavia" se ha convertido en la f¨®rmula del verano en el Quai d'Orsay. Paul Fabra enuncia la sospecha de que el "sue?o secreto" de Mitterrand es "recuperar el orden de los viejos tiempos".
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