Hay que salvar a Eslovenia
He le¨ªdo con angustia el mensaje de mis amigos eslovenos, quienes, en la apacible Liubliana cercada por el Ej¨¦rcito, ped¨ªan -y siguen pidiendo- socorro al mundo. No s¨¦ lo que ocurrir¨¢ en las pr¨®ximas horas y semanas, Pero lo que s¨ª s¨¦ es que ese pa¨ªs, tan peque?o y tan bello, merece toda nuestra solidaridad. Hace tiempo estudi¨¦ su historia, su pintura, su literatura y por eso comprendo la consternaci¨®n que produce a los eslovenos la indiferencia de una parte de la opini¨®n p¨²blica europea. Una indiferencia basada en la ignorancia. Oigo hablar al respecto de "peligro de balcanizaci¨®n", pero ?qu¨¦ tienen en com¨²n Eslovenia y los Balcanes? Eslovenla es un pa¨ªs occidental muy pr¨®ximo a Italia (Trieste es una ciudad medio eslovena; James Joyce sab¨ªa algo de ello), cat¨®lico (con experiencia de la Reforma), que form¨® durante mucho tiempo parte del imperio austroh¨²ngaro; un pa¨ªs en el que el concepto de Europa central (que geogr¨¢ficamente termina all¨ª donde comienzan los mundos ruso y balc¨¢nico) est¨¢ m¨¢s vivo que en otros lugares.Oigo hablar de los "viejos demonios del nacionalismo". Durante este siglo, varias naciones europeas se han hecho independientes: los noruegos, los irlandeses, los polacos, los h¨²ngaros, los rumanos; despu¨¦s, y por un breve periodo, los lituanos, los estonios, los letones y, finalmente, los islandeses. La voluntad uniformadora de los imperios totalitarios hizo todo lo posible por aniquilarlas; sin embargo, hoy constituyen la hermosa diversidad de una Europa inimaginable sin ellas. Los eslovenos y los croatas han vivido el mismo proceso de renacimiento nacional: el Estado de Yugoslavia, nacido en 1918 como una federaci¨®n que englobaba en un todo una porci¨®n de la Europa oriental (Serbia) y una porci¨®n de la Europa occidental (Croacia y Eslovenia), representaba el estadio intermedio de ese proceso que hoy se est¨¢ acabando de cumplir de una forma natural. Es ¨¦sta la raz¨®n por la cual el patriotismo de los eslovenos me afecta personalmente. Desde siempre ha estado basado no en un ej¨¦rcito o un partido pol¨ªtico, sino en la cultura y, muy especialmente, en la literatura. Su m¨¢xima personalidad nacional no es un guerrero o un predicador, sino France Presern, el gran poeta rom¨¢ntico de la primera mitad del siglo XIX. El deseo de independencia de los .eslovenos no responde a un provincianismo exacerbado, sino a un deseo de Occidente, a un deseo de Europa, en la que quieren entrar como una naci¨®n adulta m¨¢s.
En la ¨¦poca de la conferencia de M¨²nich, para justificar la capitulaci¨®n, Chamberlain habl¨® de Checoslovaquia como de un "pa¨ªs desconocido y lejano". Estas despectivas palabras constituyeron para los checos una herida imborrable que, despu¨¦s de la guerra, fue la causa de su desconfianza hacia Occidente y contribuy¨® a desarrollar su simpat¨ªa prosovi¨¦tica. Tengamos cuidado con este tipo de heridas. En la ignorancia hay siempre arrogancia. No se es europeo si no se quiere conocer, respetar, proteger a las otras naciones europeas, aunque sean peque?as y desarmadas como lo son Islandia, Dinamarca o Eslovenia. Si la situaci¨®n fuera menos dram¨¢tica, yo dir¨ªa (de hecho lo digo en vano desde hace a?os): ?vayan a Yugoslavia, hablen con sus intelectuales, estudien ese mundo contradictorio, dif¨ªcil y revelador! Pero leyendo este llamamiento nocturno de mis amigos s¨®lo puedo decir: hagan todo lo necesario para salvar a Eslovenia..
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