Yugoslavia: ?regreso al futuro?
Las declaraciones de independencia de Croacia y Eslovenia, a las que siguieron las operaciones inconclusas del Ej¨¦rcito nacional yugoslavo en Eslovenia, han abierto un nuevo cap¨ªtulo en la historia europea posterior a la guerra fr¨ªa. No obstante, sigue habiendo una enorme incertidumbre en cuanto al contenido de este nuevo cap¨ªtulo. Se podr¨ªa decir, resumiendo, que a partir de este momento hay dos marcos hipot¨¦ticos susceptibles de desplegarse. Seg¨²n uno de ellos, el futuro puede ser simplemente una variaci¨®n de los modelos existentes en los Balcanes con anterioridad a 1945: un nacionalismo exacerbado, con intentos radicales de imponer por la fuerza una completa identidad entre un territorio, un Estado y un grupo ¨¦tnico. Este curso de acontecimientos no supondr¨ªa solamente un precedente enormemente desestabilizador en un contexto europeo m¨¢s amplio, especialmente en los Balcanes, la cuenca del Danubio y la URSS, sino que llevar¨ªa a la propia Yugoslavia a una larga y sangrienta guerra civil, a diferencia de los choques limitados que han tenido lugar entre los soldados federales y las milicias eslovenas y que en gran medida no han afectado a la poblaci¨®n civil. En este caso, los horrores ser¨ªan semejantes a los de la penosa experiencia espa?ola de los a?os 1936 a 1939, en la que los muertos se contaron no por docenas, sino por cientos de miles de hombres, mujeres y ni?os. Adem¨¢s, una guerra de este tipo, que se desarrollar¨ªa en buena parte (aunque no exclusivamente) entre serbios, por un lado, y croatas, macedonios y albaneses, por el otro, llevar¨ªa a un desarraigo masivo de comunidades enteras que se ver¨ªan arrancadas del suelo en el que han vivido durante cientos de a?os. Una ojeada al mapa ¨¦tnico de Yugoslavia puede ilustrar este punto: la mayor parte de Croacia, Voivodina, por no mencionar BosniaHerzegovina o los confines meridionales de Serbia, son pieles de leopardo en lo tocante a su composici¨®n ¨¦tnica, muy especialmente en las ¨¢reas de poblaci¨®n crata y serbia donde los l¨ªmites est¨¢n muy lejos de estar bien definidos. Eslovenia, donde coinciden un territorio compacto y una poblaci¨®n homog¨¦nea, s¨ª que representa, en buena medida, una categor¨ªa por s¨ª sola. Es decir, con la posible excepci¨®n de Eslovenia, los intentos de hacer coincidir sistem¨¢ticamente etnias y territorios Podr¨ªan hacer inevitable una guerra civil en Yugoslavia.Por tanto, las conflictivas ambiciones de aquellos que en Croacia desean un solo territorio para todos los croatas, y las de aquellos que claman por un "mismo techo" para los serbios necesitan mantenerse a raya. El actual alto el fuego de Eslovenia, as¨ª como el que se hayan evitado hasta ahora enfrentamientos mayores entre Croacia y el Ej¨¦rcito nacional yugoslavo, sigue proporcionando cierta esperanza de evoluci¨®n pac¨ªfica. En este segundo marco hipot¨¦tico, la ruptura de la antigua federaci¨®n yugoslava tendr¨ªa lugar a trav¨¦s del di¨¢logo y se acompa?ar¨ªa de una redefinici¨®n de los v¨ªnculos que unen las rep¨²blicas entre s¨ª, as¨ª como los que las unen a un centro mucho m¨¢s debilitado; este resultado reflejar¨ªa una ruptura con la experiencia balc¨¢nica de pol¨ªtica tribal de los a?os que antecedieron a las dos guerras mundiales.
En esta nueva situaci¨®n, prevalecer¨ªa una federaci¨®n mucho menos f¨¦rrea en la que las rep¨²blicas se encargar¨ªan, presumiblemente, de sus propios asuntos exteriores y econ¨®micos. En este caso, el precedente lo constituir¨ªan los Estados alemanes del Sacro Imperio Romano-Germ¨¢nico, m¨¢s que la vieja federaci¨®n yugoslava. Una f¨®rmula de este tipo no s¨®lo ayudar¨ªa a evitar un derramamiento de sangre, sino que tambi¨¦n estar¨ªa en consonancia con la l¨®gica del desarrollo de la Comunidad Europea en la que el uso de la fuerza para la resoluci¨®n de problemas entre sus miembros resulta totalmente inaceptable: ¨¦sta es una de las reglas del juego que las rep¨²blicas yugoslavas deber¨ªan tener en cuenta cuando vean sus salidas inmediatas expresadas en t¨¦rminos de uso de la fuerza, al menos si est¨¢n decididas a asegurarse un lugar en el espacio econ¨®mico y pol¨ªtico de la CE. Sin embargo, s¨®lo podr¨¢ darse un resultado razonablemente pac¨ªfico y congruente con la l¨®gica de la Comunidad Europea si suceden dos cosas:
- El Ej¨¦rcito nacional yugoslavo no trata de restaurar el poder de Belgrado mediante la fuerza. Todo lo que el Ej¨¦rcito ha conseguido en Eslovenia ha sido precipitar y poner en evidencia la bancarrota pol¨ªtica de la federaci¨®n. Un nuevo enfrentamiento no s¨®lo incitar¨ªa a un extendido reconocimiento internacional de independencia de Croacia y Eslovenia, sino que tambi¨¦n conducir¨ªa, presumiblemente, a la deserci¨®n de todos los componentes no serbios del Ej¨¦rcito nacional, as¨ª como a la transformaci¨®n del conflicto en una guerra civil serbo-croata generalizada y directa a la que tambi¨¦n se ver¨ªan arrastrados otros grupos ¨¦tnicos.
- Las partes protagonistas de un eventual compromiso -las rep¨²blicas y lo que queda de las autoridades federales- deber¨¢n aceptar la inalterabilidad de las fronteras de las rep¨²blicas, y el que las discrepancias entre dichas fronteras y la ubicaci¨®n de los grupos ¨¦tnicos deber¨¢n acomodarse mediante dispositivos tales como la protecci¨®n de los derechos de los miembros de las minor¨ªas ¨¦tnicas. Cualquier desviaci¨®n de este principio conducir¨ªa, inevitablemente, al primer supuesto: un choque de reclamaciones territoriales incompatibles que pretender¨ªan que todos los miembros de cualquier grupo ¨¦tnico dado viviesen bajo un mismo techo.
En seguida se ve lo dif¨ªcil que va a ser garantizar esta segunda condici¨®n a la vista de las demandas de grupos como los serbios de Eslavonia y Krajina, o, por supuesto, las de los habitantes de Kosovo, cuyas exigencias podr¨ªan provocar un nuevo trazado de la frontera serbio-albanesa. Por desgracia, el peor supuesto, la guerra civil, tambi¨¦n es el que mejor se corresponde con las inclinaciones instintivas de los diversos contendientes: coincide con las pasiones elementales de los distintos grupos ¨¦tnicos y evita las dificultades pol¨ªticas que siempre crea la b¨²squeda de compromisos a aquellos que se encuentran encerrados en situaciones altamente polarizadas. Por tanto, el pron¨®stico es desolador.
No obstante, aun cuando la probabilidad de ¨¦xito de un reordenamiento pac¨ªfico de Yugoslavia sea muy peque?a, deber¨ªa intentarse con todas las fuerzas posibles. Porque en caso de fracaso no s¨®lo sufrir¨¢n terriblemente las personas que componen los diversos grupos ¨¦tnicos de Yugoslavia, sino que tambi¨¦n surgir¨¢n inmediatamente complicaciones a escala internacional. Una guerra civil arrastrar¨ªa a su cortejo de atrocidades a grupos por los que los vecinos de Yugoslavia sienten una especial responsabilidad: Albania y los habitantes de Kosovo, Bulgaria y los macedonios, Hungr¨ªa y los h¨²ngaros de Voivodina. Podr¨ªan darse movimientos masivos de poblaci¨®n a trav¨¦s de las fronteras, obligando a Europa occidental a implicarse por razones humanitarias. Y de forma m¨¢s general, el precedente establecido por la guerra civil en Yugoslavia ser¨ªa ominoso si encontrara una r¨¦plica en la URSS.
Dicho de otro modo, la comunidad internacional, que en virtud de la geograf¨ªa y de los intereses est¨¢, en este caso, formada por los Estados europeos y especialmente por la Comunidad Europea, debe hacer todo lo posible por impedir que en Yugoslavia se reanude una violencia a gran escala: a este respecto, el actual comportamiento moderador de la Comunidad Europea resulta plenamente adecuado, aun cuando en ciertos aspectos refleje dudas y divergencias entre algunos de sus miembros. Es imperativa la creaci¨®n de un respiradero donde discutir. Pero esto no constituye un fin en s¨ª mismo, la Comunidad deber¨ªa ejercer una presi¨®n mayor, tanto en la CSCE como en el Consejo de Europa (donde dispone de la ventaja de evitar un posible veto sovi¨¦tico en temas relativos a los derechos de las nacionalidades), encaminada al establecimiento de una base legal para la protecci¨®n de los derechos de las minor¨ªas. El principio de la inalterabilidad de fronteras entre las rep¨²blicas no tendr¨ªa la menor posibilidad de ser aceptado sin unas garant¨ªas s¨®lidas para los grupos minoritarios mediante, por ejemplo, la ampliaci¨®n de las competencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos a temas referentes a las minor¨ªas.
El conflicto yugoslavo demuestra lo estrecha que puede ser la l¨ªnea que separa el principio de la autodeterminaci¨®n de la vuelta a ese impulso tribal de forzar una fusi¨®n total entre etnia, territorio y Estado, que en su forma extrema lleva al principio de la blut und bloden de la Alemania anterior a 1945. El proceso en marcha de la uni¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica de la Comunidad Europea representa el mayor logro europeo en lo que a reconciliaci¨®n de las aspiraciones regionales, soberan¨ªa de los Estados-naci¨®n y creaci¨®n de una instancia superior de toma de decisiones se refiere. Gracias a su potencia? econ¨®mico y a su recientemente descubierta voluntad pol¨ªtica, se halla singularmente capacitada para actuar como interlocutor frente a Yugoslavia. Deber¨¢ utilizar al m¨¢ximo sus poderes en la era posterior a la guerra fr¨ªa, con el convencimiento de que el ¨¦xito beneficiar¨¢ tanto a las rep¨²blicas yugoslavas como a toda Europa, dando un impulso a?adido al proceso de unificaci¨®n comunitario. Sin embargo, ser¨¢n los serbios, eslovenos, croatas y dem¨¢s grupos ¨¦tnicos de Yugoslavia, as¨ª como aquellos que siguen ejerciendo el poder militar y pol¨ªtico en Belgrado, quienes tengan la primera y la ¨²ltima palabra y las influencias externas podr¨¢n muy bien no ser suficientes para bloquear el camino de la guerra civil. Sin embargo, hemos de intentarlo, aun cuando las probabilidades est¨¢n en nuestra contra.
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