Moda y vud¨²
"Lo que ahora se presenta como algo nuevo, capaz de producir emociones desconocidas, no es algo improvisado como atracci¨®n tur¨ªstica, sino el logro espiritual de un pueblo que ha luchado durante siglos para encontrar un medio de expresi¨®n", dec¨ªa hace 50 a?os el music¨®logo cubano Emilio Grenet respecto a la transformaci¨®n de la m¨²sica latina en moda, cuando ha intentado penetrar en el mundo a trav¨¦s de Estados Unidos.La historia es antigua. En 1841, los tejanos ya cantaban el corrido mexicano de Leandro Rivera. A finales del siglo XIX era la habanera, y La paloma, de Sebasti¨¢n Yradier, se public¨® en Nueva York en 1877. En 1913, Vemon Castle presentaba el tango a los neoyorquinos en la comedia musical The sunsh¨ªne girl, con tal ¨¦xito que los Castle Tango Palace proliferaron en el pa¨ªs.
Hacia 1920 lleg¨® el son cubano -"un sentido polirr¨ªtmico sujeto a una unidad de tiempo", seg¨²n Alejo Carpentier-, y las composiciones de Ernesto Lecuona (Siboney, Mar¨ªa de la 0, Malague?a ... ). En la d¨¦cada de los treinta fue la rumba lanzada por Don Azpiazu y su Manisero. En 1941, el ¨¦xito era Perfidia, y dos aflos mas tarde, B¨¦same mucho. A finales de la d¨¦cada de los cuarenta, la influencia latina languidec¨ªa con Bing Crosby cantando Ouiz¨¢s, quiz¨¢s, quiz¨¢s. Hasta que lleg¨® el mambo.
Origen
El mambo (un nombre de origen congo-angol¨¦s con el que se designa a las sacerdotisas del vud¨²) se hab¨ªa desarrollado dentro de las religiones afrocubanas. Fue introducido en el conjunto cubano por Arsenlo Rodr¨ªguez y Cachao L¨®pez, y algunas grabaciones del pianista Jos¨¦ Curbelo de 1946 ya mostraban sus rudimentos: un derivado de la rumba con elementos del jazz. En la banda de Curbelo estaban Tito Puente y Tito Rodr¨ªguez, que en 1947 se independizaron para formar dos grupos fundamentales: los Piccadilly Boys y los Mambo Devils. Ambos, junto a D¨¢maso P¨¦rez Prado, fueron los impulsores del nuevo ritmo.
En 1948, P¨¦rez Prado grab¨® en M¨¦xico sus mambos n¨²meros 5, 8 y 10. En septiembre de 1951 congreg¨® a 2.500 personas en el Zenda Ballroom, de Los ?ngeles, para bailar el mambo. Dos semanas despu¨¦s fueron 3.500 las que acudieron a un concierto en San Francisco. Era el comienzo de la conquista del p¨²blico no latino. P¨¦rez Prado atacaba por la costa oeste.
En Nueva York, Tito Puente y Tito Rodr¨ªguez ofrec¨ªan un mambo m¨¢s sofisticado, con mayor influencia del jazz. En la primera mitad de la d¨¦cada de los cincuenta, periodo de mayor ¨¦xito del mambo, el Palladium Dance Hall se convirti¨® en el centro de esta m¨²sica, con clases de baile, concursos de aficionados y dos orquestas, mientras en Harlem, el Savoy Ballroom y el Apollo Theatre dedicaban las noches de los lunes al mambo. Poco despu¨¦s, el f¨¢cil y ligero cha-cha-cha desbancaba a la tensi¨®n y energ¨ªa del mambo, antes de aparecer la salsa, t¨¦rmino que fusiona m¨²sicas latinas. Ahora dicen que vuelve el mambo, para transformar el vud¨² en moda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.