El c¨®nclave de Guadalajara
El 18 y el 19 de julio, los jefes de Estado de todas las naciones de habla hispana y portuguesa de Am¨¦rica Latina se reunir¨¢n con el rey y el primer ministro de Espa?a y con el presidente de Portugal en Guadalajara (M¨¦xico). Conmemorar¨¢n, en la forma m¨¢s diplom¨¢tica posible, el encuentro-descubrimiento-conquista que empez¨® hace cinco siglos. La reuni¨®n fue concebida originalmente por el Gobierno espa?ol como una manera de asociar al Nuevo Mundo en sus celebraciones del quinto centenario del viaje de Crist¨®bal Col¨®n a Am¨¦rica, sin crear magulladuras sensibles ni situaciones embarazosas. El a?o entrante, Espa?a celebrar¨¢ a nivel local su proeza hist¨®rica con tres festividades gigantes: la Feria Universal de Sevilla, los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona y la designaci¨®n de Madrid como capital cultural de Europa. Este a?o el turno era de Am¨¦rica, y la cumbre de Guadalajara parec¨ªa una manera apropiada de reunir exclusivamente a las partes interesadas.El c¨®nclave de Guadalajara ser¨¢ tambi¨¦n una oportunidad para que cada Gobierno latinoamericano presente sus logros y deficiencias del mejor modo posible, y una ocasi¨®n para que el continente en su conjunto tome nota de sus divisiones y de su unidad. El Banco Interamericano de Desarrollo, la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe y la Unesco presentar¨¢n informes sobre la situaci¨®n econ¨®mica, social y cultural de Latinoam¨¦rica, y los l¨ªderes de la regi¨®n pasar¨¢n revista a sus dilemas actuales y sus perspectivas futuras. Explicar¨¢n tambi¨¦n, cada uno con su propio estilo, las razones de lo que est¨¢n haciendo. Tres de esas explicaciones atraer¨¢n la mayor atenci¨®n.
La primera, como era de esperarse, ser¨¢ la de Fidel Castro. El ser¨¢ inevitablemente la estrella del show, debido a que es, de lejos, el l¨ªder del hemisferio m¨¢s conocido, longevo y atractivo para los medios. Pero su participaci¨®n ser¨¢ observada cuidadosamente por las sugerencias que el presidente cubano intenta hacer para librarse ¨¦l y su revoluci¨®n de lo que en sus propios t¨¦rminos es la crisis m¨¢s seria desde 1962, y quiz¨¢ desde que los guerrilleros descendieron victoriosamente desde la Sierra Maestra.
El predicamento de Castro es evidente. Necesita sustituir las relaciones estrechas y altamente favorables que su pa¨ªs estableci¨® con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Europa del Este con otra cosa, de preferencia m¨¢s cercana. Dada la inexistencia' de la opci¨®n estadounidense, Am¨¦rica Latina aparece como la ¨²nica alternativa, por lo menos en t¨¦rminos ret¨®ricos, aunque desde una estricta perspectiva econ¨®mica el potencial sea limitado. M¨¢s importante a¨²n, quiz¨¢ Castro pretenda lanzar una serie de iniciativas o hacer concesiones significativas -econ¨®micas y/o pol¨ªticas- sin que parezca que cede a la presi¨®n norteamericana. La posibilidad de hacerle concesiones a Am¨¦rica Latina, y no a Estados Unidos, podr¨ªa ser atractiva para el revolucionario cubano. Pero si dichas concesiones no van en direcci¨®n de Estados Unidos, la perspectiva de cualquier reciprocidad norteamericana es insignificante. Lo m¨¢s probable es que, de cualquier manera, no habr¨¢ ninguna reacci¨®n venidera por parte del Gobierno estadounidense. No hay duda de que no existir¨¢ una respuesta norteamericana mientras los cubanos no cumplan sus condiciones para la normalizaci¨®n, que en este momento significan la virtual salida de Fidel Castro del poder. En la actualidad, Am¨¦rica Latina no est¨¢ en condici¨®n o disposici¨®n de presionar a Estados Unidos para que establezca negociaciones serias y de buena fe con la isla caribe?a. A pesar de las expectativas creadas en torno a la visita de Castro a Guadalajara, y la posibilidad siempre presente de una sorpresa en la que est¨¦ envuelto el l¨ªder cubano, sus discursos y comentarios estar¨¢n dirigidos principalmente al p¨²blico cubano, ansioso de comprobar que el pa¨ªs no est¨¢ totalmente aislado. De hecho lo est¨¢, pero los abrazos, las fotos y la magia de Fidel todav¨ªa surten efecto a¨²n en la Cuba de hoy.
Otra exposici¨®n que ser¨¢ ampliamente seguida ser¨¢ la del anfitri¨®n, Carlos Salinas de Gortari. La decisi¨®n de su Gobierno de negociar y firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos es vista en muchos c¨ªrculos latinoamericanos tanto con envidia como con resentimiento. Las razones de ambos sentimientos son evidentes. En un continente hambriento de capital y que a¨²n aguanta la onerosa carga de la deuda externa, M¨¦xico parece haber cuadrado el c¨ªrculo: atrayendo inversiones, cr¨¦ditos y retornos de capitales fugados gracias a la perspectiva de la integraci¨®n econ¨®mica con Estados Unidos. Aunque en realidad cada Gobierno latinoamericano est¨¢ tratando de seguir las pol¨ªticas macroecon¨®micas del Gabinete de Salinas en M¨¦xico, no todos comparten la situaci¨®n especial mexicana.
A pesar del optimismo de la mayor¨ªa de las agencias internacionales respecto a los beneficios que supuestamente surgir¨¢n de la d¨¦cada de los noventa y de la aplicaci¨®n sostenida de esas pol¨ªticas radicales de libre mercado, muchos Gobiernos latinoamericanos s¨®lo pueden leer con temor la autocr¨ªtica del Banco Mundial sobre su optimismo para la d¨¦cada pasada. De acuerdo con el banco, Ios informes sobre el desarrollo mundial de hace una d¨¦cada eran generalmente demasiado optimistas sobre el crecimiento de los ochenta hasta las proyecciones m¨¢s negativas resultaron demasiado optimistas en lo que concierne a Am¨¦rica Latina". (Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial, 1991).
Adem¨¢s, la excepcionalidad mexicana tiene varias facetas. Brasil y Argentina, por ejemplo, s¨®lo pueden so?ar con una ventaja que tienen M¨¦xico y Chile: una fuente estatal de divisas como el cobre y el petr¨®leo, respectivamente, que sirven para pagar el servicio de la deuda externa en manos del Estado. En el caso de los dos gigantes suramericanos, la deuda tambi¨¦n est¨¢ en manos del Gobierno, pero este ¨²ltimo no genera d¨®lares, y se ve obligado a compr¨¢rselos al sector privado (el ¨²nico generador de divisas). De ah¨ª la inflaci¨®n, mientras que en M¨¦xico y en Chile, al igual que en Venezuela, el Estado dispone de sus propias divisas, y, por tanto, es m¨¢s f¨¢cil lograr la estabilidad econ¨®mica interna.
Asimismo, Argentina y Brasil y otros, reg¨ªmenes hemisf¨¦ricos asediados a?oran el margen de maniobra del presidente Salinas en la aplicaci¨®n de pol¨ªticas impopulares de austeridad y de contenci¨®n salarial: las peculiaridades del autoritario sistema pol¨ªtico mexicano simplifican enormemente la puesta en pr¨¢ctica de ciertos programas. Pero sobre todo, muchos pa¨ªses al sur del r¨ªo Suchiate contemplan con envidia la frontera norte de M¨¦xico y el trato financiero privilegiado que el pa¨ªs ha recibido por parte de EE UU y que se ha traducido en ayuda norteamericana para obtener cr¨¦ditos, atraer inversiones extranjeras y lograr el acceso al mercado estadounidense.
El problema estriba en el hecho de que nada es tan f¨¢cil ni est¨¢ desprovisto de implicaciones geogr¨¢ficas, pol¨ªticas y culturales. El resentimiento hacia M¨¦xico que ha empezado a brotar en el resto de Am¨¦rica Latina se deriva de lo que ha sido percibido como una ruptura mexicana con el hemisferio. El hecho de que M¨¦xico siempre haya desempe?ado un papel central en el di¨¢logo continental con Estados Unidos, y que con frecuencia ha sido el vocero o el defensor de los dem¨¢s, hace que la nueva vocaci¨®n de M¨¦xico -Integr¨¢ndose a Norteam¨¦rica y abandonando a Latinoam¨¦rica- sea vista con reprobaci¨®n. Estados Unidos sale ganando un socio, mano de obra barata y materias primas; Am¨¦rica Latina pierde su segunda naci¨®n m¨¢s poblada y la que se ha interpuesto de muchas formas entre el continente y el vecino del Norte. M¨¦xico, por su parte, ahora obtiene dinero, una promesa de prosperidad futura y un porvenir imprevisible.
Por ¨²ltimo, la posici¨®n de Espa?a tambi¨¦n ser¨¢ analizada minuciosamente. Al mirar Europa hacia el Este y hacia adentro, lo que quedaba de su acercamiento de los setenta y los ochenta con Am¨¦rica Latina se ha visto reducido a la conexi¨®n cultural y marginalmente econ¨®mica con Espa?a. Pero aun Espa?a ha tenido que escoger entre el mundo con el que se encontr¨® hace cinco siglos y aquel al que decidi¨® unirse al ingresar en la Comunidad Europea. Desde la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n y el arancel externo ¨²nico hasta el tema m¨¢s reciente y quiz¨¢ m¨¢s delicado de una pol¨ªtica migratoria europea com¨²n, el nexo latinoam¨¦rica no de Espa?a no puede ser indiferente. a su obvia vocaci¨®n europea . Al aceptar los acuerdos de Schengen, por ejemplo, seg¨²n los cuales se eliminar¨¢n los controles migratorios entre ocho de los 12 miembros de la CE, Espa?a exigir¨¢ visa de entrada a visitantes latinoamericanos, muchos de los cuales la consideraban como una segunda patria. La importancia simb¨®lica de esto es obviamente mayor que la de fondo, pero los s¨ªmbolos suelen contar m¨¢s que el fondo en el patrimonio ib¨¦rico, justamente el que ser¨¢ conmemorado este fin de semana en Guadalajara.
Jorge G. Casta?eda es profesor de Historia de la universidad de M¨¦xico.
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