El duende loco
Releer a Arthur Koestler es como inyectarse en vena unas cuantas rayas de valent¨ªa, apasionamiento e intransigencia con lo establecido, con los porque s¨ª. El fue un disidente nato, pero no por frivolidad o narcisismo, sino por una respetable ineptitud para aceptar verdades absolutas o para asumir cualquier tipo de fe. Vargas Llosa, en Contra viento y marea, tambi¨¦n apunta que el famoso dictum que se atribuye a Unamuno -"?De qu¨¦ se trata, para oponerme?"- fue la norma que gui¨® a Koestler. El atacar, oponerse, tomar distancia o cuestionar cualquier causa, aun cuando suponga la elecci¨®n de una soledad, a veces inc¨®moda, y un esfuerzo intelectual y vital constante, creo es la ¨²nica postura que fomenta el acto creador.Tambi¨¦n es verdad que para lograr que nos visite ese duende inefable que nunca avisa es necesarlo no cejar en sumergirnos en el mundo ¨ªntimo de la memoria, la melancol¨ªa, los secretos deseos, el apetito descamado, la intuici¨®n. El acto creador es largo, dificil, abrupto y seco: hace la cera a las entra?as del que lo busca. Vuelve indefenso al ser m¨¢s racional, y la inteligencia, las ideas, lo que ahora los psic¨®logos denominamos cognici¨®n, son expulsados sin clemencia al fuego de lo inmediato. Es entonces cuando la emoci¨®n se entroniza, y las dopaminas y endorfinas se disparan encantadas por los fantasmas privados, por un inconsciente m¨¢gico.
El creador y su producto traspasan las barreras del tiempo y del espacio, de las lenguas, del aqu¨ª y ahora. Fija patrones de belleza y de conocimiento que han llegado a cambiar la historia del mundo y la de nuestro hacer cotidiano. Curiosamente, suelen aparecer en las civilizaciones y realidades m¨¢s represoras y abusivas. Recordemos a los poetas y pensadores hel¨¦nicos, a Shakespeare o a Cervantes. La libertad de crear suele escoger y alimentarse del esp¨ªritu labrado generosamente por el creador, de los duendes rec¨®nditos que no suelen casarse con una vida f¨¢cil. Es por eso que su obra es universal y ¨²nica, fruto de sutiles procesos conscientes (racionales) e inconscientes (emocionales), que son los que subyacen a todo descubrimiento cient¨ªfico, originalidad art¨ªstica e inspiraci¨®n c¨®mica. El humor, la ciencia y el arte comparten viaje desde lo absurdo a lo abstracto, en la visi¨®n tr¨¢gica o l¨ªrica de la existencia. Sus fronteras son difusas. El arquitecto, el psicoterapeuta, el matem¨¢tico o el bailaor presentan un gradiente continuo desde lo objetivo a lo subjetivo, desde la verdad verificable a la experiencia est¨¦tica.
Cabe distinguir dos tipos de creaci¨®n: la efimera y la inmortal. Es sintom¨¢tico de nuestra ¨¦poca que se llame creativos a los publicistas que tienen una idea feliz para vender un producto. Estos hombres son capaces de abstraer los arquetipos y anhelos de una microcultura y materializarlos en im¨¢genes y esl¨®ganes con los que la mayor¨ªa de la gente se identifica o quiere verse asociada. Es una creatividad que, evidentemente, se consume. Pero aunque esta creatividad es ef¨ªmera, es la m¨¢s rentable, y por eso tanta gente se dedica a ella. Tanto cuestas, tanto vales, es el estandarte de nuestro fin d¨¦siglo, que tambi¨¦n ha afectado al proceso creador. Parad¨®jicamente, la creatividad inmortal no parece interesar al flash de este momento hologr¨¢rico. El artista per se no acumula bienes materiales, ni se sube en un Porsche, ni su estudio est¨¢ situado en la Rive Gauche. Tampoco su pincel, ni su pluma, ni su probeta llevan marcas a la moda. ?l sabe muy bien, o por lo menos lo intuye, que al duende se le espera en silencio, en el anonimato, sin pretensiones ni montajes.
Una noche, despu¨¦s de vibrar al son del taconeo y el vaiv¨¦n del mant¨®n de Manila, Blanca del Rey nos dijo: "Yo creo que el duende es un estado de armon¨ªa tan grande, que empiezas a crear y ser¨ªas capaz de crear mil cosas y estar bailando toda la noche sin parar. Y no te cansas. Lo procuro todos los d¨ªas, pero no siempre lo consigo: me ara?o por dentro. Es un esfuerzo sin nervios, de muchas ganas, pero sin crispamiento. Rompi¨¦ndote, rompi¨¦ndote por dentro y vaci¨¢ndote de todo contenido... Y surge, y vienen". Me impresion¨® escucharla despu¨¦s de su actuaci¨®n, humilde y disminuida, ya sin ¨¢ngel, no sinti¨¦ndose merecedora de aquella gracia especial. Gracia como la que tuvo Poincar¨¦ cuando, acabando de poner el pie en un pelda?o del autob¨²s de Coutances, se dio cuenta de que las transformaciones de la geometr¨ªa no euclidiana eran precisamente las que necesitaba en la teor¨ªa de las fucsianas. No tuvo que interrumpir la conversaci¨®n ni verificar la ecuaci¨®n en detalle: desde aquel momento, su discernimiento fue completo. Traigo a Poincar¨¦ a colaci¨®n porque, de todas las especies de cient¨ªficos, son los matem¨¢ticos quienes se han ocupado m¨¢s a menudo de las ra¨ªces y condiciones de la creatividad. El testimonio de este gran maestro, sus introspecciones, nos han hecho conocer el instante de s¨²bito discerninimiento que llega en un punto en que la reflexi¨®n preliminar y la labor del subconsciente han preparado la mente para el rel¨¢mpago intuitivo del reconocimiento.
Despu¨¦s de observar los modelos explicativos sobre la creaci¨®n que surgen desde la filosof¨ªa a la bioqu¨ªmica, desde la psicolog¨ªa a la matem¨¢tica, la ¨²nica conclusi¨®n que parece brotar es que no puede haber ning¨²n m¨¦todo prescrito de creatividad, por mucho que conozcamos acerca de las condiciones que la promueven. Hasta Popper se percat¨® de que el verificacionismo del C¨ªrculo de Viena era est¨¦ril, e introdujo el canon de la falseabilidad como gu¨ªa en la construcci¨®n de las teor¨ªas cient¨ªficas: "Lo m¨¢s hondo que le¨ªamos en ¨¦l", escribi¨® Bronowski, "era una pasi¨®n por la ciencia, no como sistema, sino como actividad, un m¨¦todo de fomentar el desarrollo del conocimiento".
El 31 de diciembre de 1978, una breve nota escondida en la p¨¢gina 17 de The New York Times dec¨ªa que, al morir Albert Einstein, en 1955, le hab¨ªa sido extra¨ªdo el cerebro para que un equipo de expertos de Princeton estudiara sus tejidos y l¨ªquidos con el objeto de encontrar, dec¨ªan, las claves de su genio. El doctor Harvey, jefe de este equipo, concluy¨®: "Tiene el mismo aire que el de cualquiera". Este es un ejemplo de los tres tipos de actitudes que se han seguido en el estudio e intento de comprensi¨®n de qu¨¦ es lo que convierte a alguien en genio. En este caso se parte del supuesto de que el genio debe entenderse en t¨¦rminos de mecanismos neurales u otros procesos biol¨®gicos m¨¢s generales. Se vincula con la investigaci¨®n empefiada en relacionar la inteligencia, la creatividad y el cociente intelectual con factores gen¨¦ticos. Otro enfoque ha sido el intentar objetivizar el concepto de creatividad ideando inventarios e instrumentos muy afines a las pruebas de inteligencia, a f¨ªn de predecir la creatividad; tales esfuerzos resultan absurdos desde su principio, ya que se supone que si uno consiguiera predecir con un instrumento qui¨¦n va a ser un sujeto creativo, tendr¨ªa que ser posible tener la pretensi¨®n de entender algo sobre el particular; y quien lo conozca, que tire la primera piedra. Por ¨²ltimo, la tercera v¨ªa de investigaci¨®n ha consistido en obtener y estudiar, de quienes han sido identificados como genios creativos, relatos de los procesos mentales conscientes y tipos de vida que, supuestamente, condujeron a un individuo a convertirse en un ser especiaL Son conocidas las patograf¨ªas de Jaspers sobre Van Gogh, la de Jung sobre Picasso o las de Jacques Hadamard en The psychology of invention in the mathematical field, en la que particip¨® el propio Einstein. Si bien aportan marcos de comprensi¨®n de los personajes, el cuadro del pensamiento creador sigue siendo un misterio. Sin embargo, las ¨²nicas cualidades que s¨ª he observado que se mantienen constantes en todo acto de creaci¨®n, sea o no considerado genio en la historia de los ismos el que las tiene, son la curiosidad, la Intuici¨®n y la concentraci¨®n. El c¨®mo, el porqu¨¦ y el cu¨¢ndo que conjugan ¨¦stas para un parto creador es algo que, por ahora, s¨®lo pueden saberlo los hados, los duendes y las musas.
En fin, no existen modelos psicol¨®gicos ni biol¨®gicos que, por el momento, expliquen la creatividad. Y quiz¨¢ no existir¨¢n nunca, ya que, por definici¨®n, no podemos escudri?ar lo irracional con c¨®digos racionales. Ser¨ªa como intentar levantarse tirando de los cordones de los zapatos. Para analizar un sistema hay que estar fuera de ¨¦l o ser m¨¢s amplio que ¨¦l. Y la raz¨®n nunca ser¨¢ m¨¢s amplia que la imaginaci¨®n. Gracias a Dios.
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