Incompetencia presidencial

P¨¦rez Taberinero / Joselito, Camino, ApairicioToros de Merredes P¨¦rez Tabernero, dcsiguales de presentaci¨®n, flojos, 2o invalid¨ªsimo, descastados y sospechos¨ªsirnos (te pitones; 41 de S¨¢nchez Arjona, manejable. Joselito: ovaci¨®n; oreja. Rafael Camino: silencio, ovaci¨®n. Julio Aparicio: ovaci¨®n; oreja.

Plaza de Avila. Segunda de feria. 26 de julio. Un tercio de entrada.

EMILIO MART?NEZ

El presiderite del festejo, Juan Carlos Navas, ejerci¨® en grado sumo la incompetencia para estar en el palco. No defendi¨® los intereses de los pacientes aficionados al permitir la lidia de varios bichos inv¨¢lidos, ordenando con enorme rapidez el cambio de tercio, con un rasmacillo o un alfilerazo antes de que arreciaran las sonoras protestas. Lleg¨® al grado sublime de ineptitud en sus decisiortes cuando no devolvi¨® a la birriaque sali¨® en segundo lugar, una piltrafilla que, literalmente, no se ten¨ªa en pie e iba pegando tumbos y gachapazos. El us¨ªa hizo de don Tancredo, muy bien por cierto, y lo mantuvo en la arena, provocando la justa inquina de los espectadores. As¨ª, los intereses de la empresa sal¨ªan beneficiados.

Y los de: los diestros, que lidiaron una corrida que m¨¢s parec¨ªa de reJones, a excepci¨®n del cuarto, por el descaro con que semejaban manipulaci¨®n las astas de los animalejos. El del palco, que por segundo d¨ªa consecutivo permiti¨® el overbooking en el callej¨®n, donde se amontonaban los no paganos, redonde¨® su sensacional tarde concediendo la oreja a Aparicio tras uno de los ri¨¢s infames bajonazos de la historia.

Para valorar la actuaci¨®n de los matadores es fundamental terier en cuenta la ya se?alada catadura de sus bureles. Joselito anduvo f¨¢cil, tranquilo y aseado en su lote, con suaves series de redondos sin ligar en el cuarto. Camino aprovech¨® una de las m¨²ltiples ocasiones en que su primero esturreaba por los suelos para mandar parar a la m¨²sica, y se gan¨® su mejor ovaci¨®n, pues con el quinto pas¨® desapercibido. Aparicio destil¨® sentinfiento y algunas gotas de esencia antes de ensuciarlo todo con sus toricidas bajonazos.