Sombras econ¨®micas
LA RUPTURA de las negociaciones sobre el pacto de competitividad y el registro de un d¨¦ficit presupuestario muy superior al previsto para el presente ejercicio no son las mejores bases desde las que la econom¨ªa espa?ola pueda abordar la recta final previa a su integraci¨®n en el mercado ¨²nico europeo y el subsiguiente proceso de uni¨®n econ¨®mica y monetaria. La persistencia de tasas de inflaci¨®n significativamente superiores a las de nuestros principales socios comunitarios y la debilidad en la capacidad de generar empleo sintetizan un cuadro de situaci¨®n en modo alguno favorable ante la asunci¨®n de los retos competitivos de 1993. Los indicadores correspondientes de las principales econom¨ªas industrializadas obligan, por otro lado, a ser cautos acerca del grado de intensidad y de celeridad con que tendr¨¢ lugar la esperada reactivaci¨®n.Las modestas tasas de crecimiento en los ¨²ltimos meses de la producci¨®n industrial, de las importaciones de bienes de equipo y del empleo dan cuenta de ese menor pulso que hoy presenta la econom¨ªa espa?ola. El menor crecimiento de la demanda interna ha posibilitado, sin embargo, que las exportaciones mantengan una tasa de crecimiento desde principios de a?o relativamente elevada, a laque indudablemente ha contribuido la expansi¨®n de las compras alemanas. ¨²nicamente la construcci¨®n, amparada esencialmente en el aumento que el a?o pasado experiment¨® la licitaci¨®n de obra p¨²blica, mantiene el ritmo de crecimiento previsto. Tampoco los servicios han hecho otra cosa que moderar su ritmo de desaceleraci¨®n, tal como se ha puesto de manifiesto recientemente en los datos correspondientes a los ingresos por turismo. En conjunto, el crecimiento de la econom¨ªa espa?ola durante el primer semestre no habr¨ªa superado el 2,5% en tasa interanual, sin que existan elementos que permitan confiar en un crecimiento, en el segundo semestre, capaz de alcanzar el 3% previsto por el Gobierno para el conjunto del ejercicio. La moderaci¨®n en la creaci¨®n de empleo ya observada en los ¨²ltimos meses ser¨¢ probablemente m¨¢s evidente en los pr¨®ximos, como resultado de ese descenso de actividad.
Esa desaceleraci¨®n de la producci¨®n no ha evitado que el comportamiento de los precios haya seguido mostrando resistencias a la baj¨¢, acentuando esa dualidad sectorial ya t¨ªpica de nuestra inflaci¨®n seg¨²n el grado de exposici¨®n, a la concurrencia exterior. Es el caso de los servicios cuyas elevadas tasas de variaci¨®n de los precios no hacen sino reflejar las ineficiencias a que puede dar lugar la protecci¨®n frente a la competencia exterior. La eliminaci¨®n de ese quiste inflacionista constituye una precondici¨®n para que las ya de por s¨ª limitadas pol¨ªticas de demanda y, en especial, la monetaria, dominante en estos ¨²ltimos a?os, dispongan de la virtualidad antiinflacionista que tienen en otras econom¨ªas. Adicionalmente, los incrementos anunciados en el impuesto sobre el valor a?adido (IVA), anticipando la armonizaci¨®n con la Comunidad Europea, afectar¨¢n negativamente a esa necesaria convergencia de nuestros precios con los de la CE.
Sobre este tel¨®n de fondo, las restricciones presupuestarias anunciadas por el Gobierno, centradas fundamentalmente en las inversiones p¨²blicas, constituyen un serio rev¨¦s, al margen de sus efectos sobre el crecimiento de la econom¨ªa, al necesario proceso de dotaci¨®n de infraestructuras y de capital humano en que ha de basarse cualquier estrategia econ¨®mica de cierto alcance. La inevitabilidad de los recortes anunciados para los presupuestos generales del Estado del pr¨®ximo a?o no puede eximir al Gobierno de su responsabilidad en la gesti¨®n y control de las finanzas p¨²blicas. Su obligaci¨®n no es otra que la de posibilitar sobre una base de continuidad que la magnitud y la estructura de gasto p¨²blico se adecuen a los l¨ªmites establecidos y a las exigencias espec¨ªficas de nuestra econom¨ªa, al tiempo que actuar con el rigor t¨¦cnico necesario para que las previsiones de ingresos se mantengan lo m¨¢s ajustadas a la evoluci¨®n de la econom¨ªa.
Con todo, es preciso se?alar una vez m¨¢s que el saneamiento de las finanzas p¨²blicas espa?olas exige mejorar notablemente la administraci¨®n tributar¨ªa, asumiendo dos prioridades en las que el compromiso del Gobierno no ha tenido la concreci¨®n necesaria: la eliminaci¨®n de las ineficiencias presentes en la gesti¨®n del gasto p¨²blico y la lucha decidida contra el fraude fiscal. Mientras tanto, al ciudadano espa?ol no le faltar¨¢n motivos para aumentar el escepticismo con que contempla en las ¨²ltimas semanas una direcci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs tan sobrada de amenazas y actuaciones de emergencia como carente de eficacia en la articulaci¨®n de sus decisiones fundamentales y en la transmisi¨®n de sus resultados y prop¨®sitos.
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