Desastre de Litri, al que le echaron un toro al corral

Cuatro besos como cuatro soles recibi¨® Enrique Ponce en premio a su brillante actuaci¨®n en el coso alav¨¦s. Procedieron de la guapa vitoriana que ejerce en esta plaza el oficio de alguacililla. Una alguacililla con todas las de la ley. No una amazona vestida de corto, como se frecuenta en muchos pueblos de Castilla o Andaluc¨ªa. Investida de la autoridad que le otorga el reglamento, luc¨ªa con especial garbo el negro ropaje de la ¨¦poca de Felipe IV. Como en dos ocasiones hizo entrega a Ponce de una oreja, el valenciano recibi¨®,adem¨¢s el premio de los dos besos de la agraciada alguacililla. Esos dos toros fueron la cara de la Fiesta, donde adem¨¢s se hizo presente la bulliciosa alegr¨ªa de las pe?as.La cruz la llev¨® el Litri, quien tuvo que escuchar los tres avisos, y retirarse entre barreras sin dar muerte a su segundo enemigo. Aqu¨ª tambi¨¦n las pe?as fueron activas pero el bullicio alegre se troc¨® en bronca sonora y lluvia de almohadillas. Era el cuarto, un toro encastado que ped¨ªa una muleta poderosa que lo dome?ara. La muleta de Litri s¨®lo sirvi¨® para poner de relieve que le sobraba toro por doquier. Despu¨¦s, con el acero, la indecisi¨®n le jug¨® una mala pasada. Altern¨® varias veces el estoque con el verduguillo, y esa err¨¢tica decisi¨®n contribuy¨® al desastre. En el primero, un inv¨¢lido, anduvo aseado en la labor de enfermero, pero sin quietud ni temple.

Enrique Ponce tuvo una tarde plena de aciertos. La variedad de su primera faena fue lo m¨¢s descollante. Improvisa muy inspirado en la cara del toro, y procura -y muchas veces lo consiguetorear con pureza. Si su primero fue noble, no lo era, en absoluto, el segundo. La embestida no fue franca y pec¨® de pegajosa. Estuvo muy valiente en una faena con muletazos de desigual factura, pero muy por encima de lo que se merec¨ªa su enemigo.

Rafael Camino tropez¨® en primer lugar con un toro descastado que embest¨ªa al paso, y es comprensible que no pudiera estarse quieto. Al quinto, un mansurr¨®n manejable, le hizo una faena bullidora, con muy poco sosiego y menos temple.