El ascenso de la libertad
El art¨ªculo El declive de la libertad, Firmado por Jos¨¦ Antonio Gimbernat y ocho colaboradores, publicado en estas p¨¢ginas (EL PA?S, 22 de julio), se divide en dos partes. En la primera se pasa revista a las pol¨¦micas leyes que se han propuesto sobre seguridad ciudadana y protecci¨®n de datos inform¨¢ticos. En la segunda se vierte la desconfianza ante el binomio progreso-t¨¦cnica, contra la que b¨¢sicamente se dirige este art¨ªculo.Los principios sobre los que las dos leyes propuestas se basan son muy simples y conocidos. Se podr¨ªan condensar f¨¢cilmente: el ciudadano inerme jur¨ªdicamente es ciudadano seguro para el poder. El segundo es inmediato. Todos somos culpables mientras no se demuestre lo contrario. Por eso se recela y se esquiva a los jueces.
Gimbernat plantea, sobre la propuesta ley de protecci¨®n inform¨¢tica, el problema de que la "polic¨ªa pueda acumular informaci¨®n sensible, sin vigilancia de otras instancias independientes". Aqu¨ª est¨¢ el primer escollo. ?De qu¨¦ instancias independientes se trata? Si fuese el poder judicial, tendr¨ªa que explicarse c¨®mo lograr¨ªan tal control los jueces. ?Ser¨ªa eficaz? Es de temer que en ese punto existe una contradicci¨®n, que precisamente s¨®lo mediante el recurso a la t¨¦cnica se puede contestar.
Los poderes del Estado tambi¨¦n est¨¢n en la mira de Gimbernat. El Ejecutivo es "voraz"; el Parlamento padece "hemiplej¨ªa", est¨¢ "degradado" y "d¨¦bil"; el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional est¨¢n "acosados por introducir en su composici¨®n aliados pol¨ªticos que no siempre son acreditados juristas". El problema no estriba en que sean "acreditados juristas", sino en la forma de elegirlos, porque su independencia pende del juego pol¨ªtico. La situaci¨®n descrita es muy cierta, pero no se dice c¨®mo se pone remedio. Los problemas que plantea, por ejemplo, el n¨²mero par de miembros del TC s¨®lo se resuelve con una reforma de la Constituci¨®n. Pero esto ni se menciona en el art¨ªculo que comentamos. Ya dec¨ªa Thomas Paine que "el sistema representativo toma como base la sociedad y la civilizaci¨®n, y por gu¨ªas, la naturaleza, la raz¨®n y la experiencia". As¨ª, criticar los efectos de un sistema pol¨ªtico implica un m¨¦todo para analizarlo, contraponer otra l¨®gica o superar la anterior y disponer de un instrumento t¨¦cnico.
En la segunda parte, Gimbernat se centra sobre la noci¨®n de progreso, que supone, al parecer, "un dilema". El salto en la argumentaci¨®n hace dudar si se trata del mismo art¨ªculo. Si est¨¢n relacionadas, tendr¨ªa que plantearse que no es la noci¨®n de progreso lo que est¨¢ en tela de juicio. Es la noci¨®n de la pol¨ªtica lo que realmente est¨¢ en crisis. El esquema empieza con la concepci¨®n ilustrada", expresi¨®n del combinado progreso (entendido como conciencia y libertad) y progreso econ¨®mico (que engloba a la ciencia y a la t¨¦cnica). El punto de llegada es la sociedad industrial avanzada. Sobre ambas nociones de progreso se realiza una desganada concesi¨®n que r¨¢pidamente se pone en entredicho. Resulta curioso observar c¨®mo se afirma con reservas algo ya dicho por Marx hace m¨¢s de un siglo.
El art¨ªculo, como novedad, viene a remarcar la relaci¨®n libertad e igualdad, quedando al descubierto el mensaje y el color ideol¨®gico, que no ser¨ªa suscrito seguramente ni por Gorbachov: el modelo econ¨®mico conlleva consecuencias sociales, surgen ricos y pobres. Adem¨¢s, "se deterioran las perspectivas de la igualdad", pero sin decir de qu¨¦ igualdad se trata. Si se refieren a la econ¨®mica, ?esas "perspectivas" no han llevado a situaciones extremas a la URSS? De cualquier forma, lo aclara un Nobel de econom¨ªa: "La libertad no solamente nada tiene que ver con cualquier clase de Igualdad, sino que incluso produce desigualdades en muchos aspectos. Se trata de un resultado necesario que forma parte de la justificaci¨®n de la libertad individual" (F. A. Hayek).
La mentalidad de los autores queda de manifiesto: "Se nos impone un concepto de modernidad no concebido tanto como el progreso de la libertad, sino como el sostenimiento del desarrollo material de los pa¨ªses avanzados". ?Qui¨¦n nos impone el concepto de modernidad? No han entendido que no existe libertad sin desarrollo material. Entre otros, el mencionado Hayek lo recalca: "Si abandonamos el progreso, tendremos que prescindir de todas las- mejoras sociales en las que hoy tenemos puestas nuestras esperanzas". Si se pusiese a votaci¨®n, ?qu¨¦ creen que dir¨ªan los que trabajan y se esfuerzan por ese progreso material denostado por los autores del art¨ªculo? El texto, hay que reconocerlo, no tiene desperdicio. As¨ª, se endosa el '"fortalecimiento de los resortes policiales" a la "moderna tecnolog¨ªa inform¨¢tica". El problema no es t¨¦cnico, y adem¨¢s es preciso recurrir a la t¨¦cnica para superar el Estado de nuestros d¨ªas. El demonio que aterroriza no es precisamente el p¨¢nico-terror de Hobbes, es la t¨¦cnica. En eso consiste el art¨ªculo, en achacar a la tecnolog¨ªa lo que es un producto directo de la pol¨ªtica y de la mentalidad que expresan n¨ªtidamente. Por eso reconocen un "rmedo justificado ante el riesgo de convertirnos en habitantes de sociedades totalmente administradas t¨¦cnicamente". El miedo del que hablan es naturalmente su propio miedo. Seguramente con un freno o incluso un retroceso hasta "los fil¨®sofos cr¨ªticos de los a?os cincuenta" se solventar¨ªa el miedo, que no es otro que el viejo miedo a la libertad, a la independencia, al mercado, a la supresi¨®n de la subjetividad. Miedo, en definitiva, a la democracia. Afirman que hay en su memoria otro concepto de progreso y modernidad entendido como el avance de la conciencia de libertad. Pero, si lo defienden, que digan en que consiste y no finalicen el art¨ªculo recurriendo a la memoria, al pasado, porque tenemos muchos problemas en el presente y necesitamosmirar al futuro y, no a ensofiaclones de un pasado id¨ªlico que nunca fue mejor.
La cr¨ªtica y la sospecha siempre han acompa?ado al progreso t¨¦cni.co y econ¨®mico, aun siendo la pliedra angular sobre la que se puede cimentar una sociedad m¨¢s justa y evolucionada. El progreso material siempre ha sido tratado con suspicacias cuando no con sarcasmo e incredulidad. Incluso los propios client¨ªficos han demostrado a veces una mentalidad muy alejada de los proyectos realizables. Kelvin, por ejemplo, lleg¨® a afirmar que "las m¨¢quinas voladoras m¨¢s pesadas que el aire no son posibles".
No es l¨®gico pensar que el progreso de los valores de la persona se vaya a detener y que la libertad y la dignidad sucumban a manos de la t¨¦cnica. La evoluci¨®n del capital y la m¨¢quina (S¨¢bato) en los ¨²ltimos cinco siglos ha sido incesante, y hoy no somos menos independientes, porque la problem¨¢tica de la libertad humana y su seguridad social es tarea que sigue en pie de: cara al futuro" (G. Oestreich). Por eso al art¨ªculo de Girribernat no se le puede aplicar la. vieja frase de, "si lloras por haber perdido el sol, las l¨¢grimas no te dejar¨¢n ver las estrellas", porque el futuro no depara ni estrellas ni sol, se trata de nuevas galaxias.
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