Fugitivos del hambre
EL ESPECT?CULO de los refugiados albaneses llegando a Italia y del trato que reciben produce dolor y sonrojo. Esos hechos ocurren en nuestra Europa y son la negaci¨®n total del respeto, al ser humano y del sentido de civilizaci¨®n. Sin duda, el Gobierno italiano -envuelto, por otra parte, en complejos juegos politiqueros para subsistir- tiene razones para justificar que no puede acoger a esa masa impresionante que abandona Albania a la desesperada, empujada no por causas pol¨ªticas, sino por hambre, por imposibilidad de encontrar unas m¨ªnimas condiciones para vivir. Pero no es el primer ¨¦xodo de ese g¨¦nero. No hab¨ªa ning¨²n motivo para pensar que los cambios liberalizadores en el Gobierno de Albania iban a permitir, en dos o tres meses, paliar el caos econ¨®mico, causa decisiva de esa emigraci¨®n masiva.Es inexplicable que no se hayan tomado medidas, no para rechazar come, apestosos a los j¨®venes albaneses que llegan a esa tierra de la libertad que tanto se ha exaltado en la propaganda occidental, sino para que tengan un recibimiento civilizado y poder encauzar humanamente su futuro: sea retornando a su pa¨ªs, sea con otras soluciones. Pero la responsabilidad no es s¨®lo italiana. Los Gobiernos de la CE debieron examinar medidas de ayuda a Italia ante ese problema. La solidaridad es fundamental porque ma?ana pueden surgir en otros lugares casos semejantes.
La ONU tiene un Alto Comisariado para los Refugiados para hacer frente a casos de este g¨¦nero. No parece que haya asumido ninguna responsabilidad hasta ahora: urge que intervenga con medidas eficaces. No estimular una emigraci¨®n de Albania que podr¨ªa tomar proporciones a¨²n m¨¢s terribles es un criterio sensato. Pero debe aplicarse sin utilizar m¨¦todos vergonzosos, que da?an el prestigio de Italia.
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