La pujanza, en crisis
La organizaci¨®n de las corridas de toros, todos sus ritos y parafernalia, tienen su fundamento en que la lucha se plantea entre la fuerza y la inteligencia. Hist¨®ricamente, el toro ha sido echado a pelear con numerosas fieras y sin embargo s¨ªempre ha vencido el toro. Ha vencido a causa de su poder¨ªo m¨¢s que por su agilidad o su habilidad. Hay animales mucho m¨¢s ¨¢giles y h¨¢biles que el toro.La suerte de varas, los distintos tercios, todo se orienta en la lidia al quebranto de la pujanza del toro. Y se contrapone el poder a la inteligencia del torero. Si la pujanza falla, el desequilibrio es evidente, y el espect¨¢culo carece de sentido. La falta de fuerzas de las ganader¨ªas es un problema tan generalizado y tan cotidiano, que como no se le ponga remedio pronto nuestro espect¨¢culo desaparecer¨¢, o sufrir¨¢ tales transformaciones que nada tendr¨¢ que ver con lo que ha sido en el ¨²ltimo siglo.
J¨®dar y Ruchena / Mart¨ªn, Ponce, C¨¢mara
Toros de J¨®dar y Ruchena, bien presentados, excepto 1?, terciado, todos sin fuerzas. Pepe Luis Mart¨ªn: pinchazo, estocada tendida y descabello (ovaci¨®n en los medios); pinchazo, estocada y descabello (ovaci¨®n). Enrique Ponce: pinchazo hondo y descabello (palmas); tres pinchazos, media perpendicular y descabello (silencio). Fernando C¨¢mara: estocada (petici¨®n y dos vueltas); pinchazo y estocada (ovaci¨®n). Plaza de La Malagueta, 12 de agosto. Tercera corrida de feria. Media plaza.
Est¨¢ claro que el problema no es f¨¢cil de resolver, y ya les gustar¨ªa a muchos ganaderos encontrar la f¨®rmula m¨¢gica que aporte la soluci¨®n. Por ejemplo, a los ganaderos de la tercera corrida de la feria malague?a, los marqueses de J¨®dar y Ruchena que trajeron una corrida preciosa de tipo y variadas capas, excepto el primero que fue terciado, y que vieron c¨®mo todos los desvelos en la selecci¨®n y la crianza se fueron convirtiendo en bald¨ªos por la falta de fuerzas de los toros, cuando no por la imprevisible invalidez. A esa falta de fuerzas se opuso la inteligencia de tres matadores j¨®venes, y evidentemente la lucha era absolutamente desequilibrada.
Pepe Luis Mart¨ªn, que sustituy¨® a Espartaco Chico, sustituci¨®n ganada a pulso tras el triunfo del d¨ªa anterior, inici¨® la faena a su primero con tres estatuarios y un torer¨ªsimo ayudado por bajo. Cit¨® con el cartucho de pescao y los naturales tuvieron desigual remate, pues el toro se le ca¨ªa. Tambi¨¦n con la mano derecha tore¨® con mucho temple y ausencia de emoci¨®n, pues en cuanto le daba profundidad a los muletazos el toro daba con su feble mole en el suelo. Cuando ya el animal casi no se mov¨ªa consigui¨® sacarle alg¨²n molinete y alguna farolada.
El cuarto, menos inv¨¢lido, no ten¨ªa sin embargo m¨¢s fuerza y se defend¨ªa en la embestida con la cara arriba. Con ese material, Mart¨ªn consigui¨® alguna aseada serie de redondos y despu¨¦s garboso toreo por la cara.
El primero de Enrique Ponce tambi¨¦n estaba inv¨¢lido y el us¨ªa debi¨® devolverlo atendiendo a la protesa del p¨²blico. Ponce adem¨¢s de voluntarioso, poco m¨¢s pod¨ªa hacer que pasarlo a media altura sin lucimiento. El quinto, adem¨¢s de escasa pujanza o por mor, precisamente, de esa carencia, ten¨ªa muy corto recorrido y el valenciano intent¨® torearlo sobre ambas manos sin fruto apreciable.
Fernando C¨¢mara lance¨® a la ver¨®nica en sus dos toros con excelentes maneras, y a su primero le consigui¨® sacar espl¨¦ndidos naturales y alguna serie de redondos con la mano muy baja, por lo que el toro se le cay¨® varias veces, restando emoci¨®n a su art¨ªstico quehacer.
El sexto gazapeaba algo y llevaba la cara a media altura. Bajo esas condiciones, la actuaci¨®n de C¨¢mara, aunque por encima del toro, no pod¨ªa tener brillo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.